—Bueno —dijo Fina, acomodándose y sentándose sobre una de sus piernas mientras dejaba la otra flexionada. Ya sentía el alcohol hacer efecto en su equilibrio, pero todavía tenía bastante control—. Me gustaría que tuvieras la mente abierta.—Pues claro, Fina —respondió Marta, riendo suavemente—. Soy una mujer moderna, ¿no ves cómo manejo mi área administrativa en la empresa? —dijo, alzando su copa en un simulacro de brindis. Fina, sonriendo y negando con la cabeza, le bajó la mano con cuidado.
—No hablo de eso, Marta —dijo Fina con dulzura—. Hablo de que necesito que tengas la mente abierta para entender y no pensar mal de mí cuando te comente esto que te voy a decir.
Marta tomó el último sorbo y dejó la copa sobre la alfombra. Se acomodó en el sillón, sentándose con las piernas cruzadas como un indio, mirando al frente. Fina imitó la misma acción, pero mantuvo la copa entre sus manos, tomándola con ansiedad.
—Vale, estoy completamente concentrada —dijo Marta, entrelazando los dedos y apoyando los codos sobre sus rodillas.
Fina respiró hondo, tomando un sorbo de su copa antes de empezar a hablar.
—Hace un año, conocí a una mujer llamada Esther. Nos hicimos muy amigas y una noche, después de beber, me confesó sus sentimientos hacia mí. Me sorprendió, pero también me di cuenta de que yo sentía lo mismo por ella. Esa noche, nos besamos y pasamos juntas un momento increíblemente íntimo. Yo intimé con ella y fue asombroso. — Fina hizo una pausa, observando con temor la reacción de Marta, que la miraba con atención pero con una expresión indescifrable.
—¿Estás diciendo que... tuviste una relación con una mujer? —preguntó Marta en susurro. Se removió en su sitio algo incómoda, con la mirada perdida y con el ceño fruncido sin entender muy bien lo que Fina decía.
—No tuve una relación, pero sí intimé con una y solo fue esa vez —continuó Fina, con la voz temblorosa. Tomó otro sorbo y luego bajó su mirada a su copa—. En ese momento me di cuenta de que mi atracción hacia las mujeres era real. Esther fue la primera persona con la que compartí una conexión tan profunda y sincera. A pesar de lo que la sociedad piensa y las leyes en España, fue lo mejor que me ha pasado.
Marta se quedó en silencio, procesando la información. Con cuidado tomó la copa vacía de Fina y la dejó junto a la suya sobre la alfombra.
—Fina, sabes que en este país es ilegal ser invertida... Podrías meterte en muchos problemas. —advirtió Marta con la voz entrecortada.
—Lo sé, Marta —dijo Fina, mirando a los ojos de Marta con vergüenza. Sintió un nudo en su garganta y tragó en seco—. No pretendo hacerte sentir incómoda ni ponerme en peligro. Solo quería ser honesta contigo. No me arrepiento de nada de lo que pasó con Esther. Fue un momento maravilloso y me ayudó a entenderme mejor.
—¿Y qué se siente? —preguntó Marta tímidamente, tocando con la yema de sus dedos la mano de Fina, quien se estremeció al toque.
—¿Qué cosa? —preguntó Fina, ahogando el suspiro profundo que se osaba en escapar debido al nerviosismo.
—Haber conectado con alguien de esa forma. El haber dicho con tanta certeza y seguridad que fue maravilloso y te ayudó a entenderte mejor. —Marta miró con intensidad a los ojos de Fina.
—Marta... —susurró Fina, viendo cómo Marta pegaba su frente contra la suya y sus bocas estaban muy cerca.
Fina apretó con fuerza sus labios, pasando temblorosamente su mano por la rodilla de Marta. Sentía su rostro arder tanto por el alcohol como por la situación. Suspiró ahogadamente al sentir que Marta se acercaba a su rostro, sintiendo el aroma a vino en su aliento.
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Toledo, 1958.
FanfictionEn 1958, Fina Valero, con el esfuerzo de su padre, se traslada a Barcelona a los 18 años para estudiar Finanzas y Contabilidad. Diez años después, regresa a su pueblo natal sin entusiasmo, obedeciendo la solicitud de su padre, con la intención de qu...