Abril
Mi mamá está en la entrada del hospital en compañía de uno de los guardaespaldas de Atlas, están conversando y parece muy cómoda, me ve y levanta su mano con un sándwich para llamarme.
–¿Es uno de sus guardaespaldas?
–Si.
–¿Siempre está en compañía de guardaespaldas? Debe de tener mucho estrés a diario por su seguridad.
– ¡Buena pregunta! Si, son muy necesarios. No puedo simplemente salir a tomar un café sin que alguien me siga al menos.
–¿Hasta al baño? –bromeo.
–Hasta al baño, si resultara necesario en alguna ocasión, pero se cuidarme solo.
–¿Eres Karateca?
–No, practico boxeo y Krav Maga.
–¿Krav Maga? nunca había oído de ese deporte.
–Si quieres, un día te puedo enseñar.
–¡Si! estaría complacida, siempre he querido aprender algo de defensa personal.
–Es muy importante que las mujeres sepan defenderse hoy en día.
–Tienes razón.
–Mi hermana Bea, si es karateca.
–Debe ser una chica muy segura.
–Lo es.
Atlas le encarga las maletas a uno de sus guardaespaldas a quien llama "Shade" un hombre sumamente alto con postura imponente, quienes nos abren la puerta. Le digo a mamá que nos iremos a comer y que luego nos pasaran a dejar a la casa.
–Abril, no quiero importunarlos–me susurra–mejor me dejan cerca de una parada del metro.
–No mamá, no me vas a dejar sola por favor. –susurro.
–Está bien hija, te acompañare.
El día estaba perfecto la nieve ya estaba desapareciendo de las aceras, para mi sorpresa la brisa esta algo cálida. El restaurante al que nos llevó Atlas, estaba ubicado en una antigua casona colonial, rodeada de jardines exuberantes. Las mesas estaban dispuestas al aire libre, bajo pérgolas cubiertas de enredaderas. Las sillas de mimbre y los manteles blancos daban un toque romántico al ambiente.
El camarero nos sirvió agua con rodajas de limón y nos recomendó los platillos más destacados. Tenía tanta hambre, elegí una ensalada fresca con queso de cabra y nueces. Atlas optó por un filete de salmón a la parrilla con salsa de alcaparras. Mientras que mi mamá, siempre tradicional, pidió un risotto de hongos.
La conversación curiosamente fluyo entre bocados y risas, Atlas nos comentó sobre sus inicios no es un magante de cuna, lucho desde abajo hasta lo que es hoy, le daba consejos a mamá de como lidiar con David ya que al igual que él, fue becado del MIT y su madre fue un gran apoyo para él, expresando lo mucho que admira y respeta a su mamá, la Señora Marnie Wright.
Los dos brindaron con copas de vino tinto, y yo con agua por mi recién salida del hospital, mamá estaba bien dichosa escuchando consejos con mucha atención, las risas continuaron mientras se relajaban, disfrutando del ambiente y la compañía.
Al finalizar la comida, compartimos un postre: un soufflé de chocolate caliente con helado de vainilla. Cuando nos levantamos para irnos, mamá tomó mi brazo y me susurró al oído: "Atlas es un buen hombre, cariño. Después de todo".
Así terminó el almuerzo en aquel restaurante bonito, con corazones llenos y la certeza de que Atlas no es alguien malo. Ya llegamos a casa y mientras nos dirigíamos a la entrada, mamá entró antes para un momento a solas.
–Bueno espero que hayas disfrutado la comida. –me entrego mi maleta. –y la compañía.
–Si, muchas gracias.
–Me encantaría que saliéramos de nuevo si no te importa, quedaron pendientes muchas cosas por hablar.
–Si, lo sé.
–Entonces, ¿Cuándo será posible?
–A la salida de mi trabajo, si tiene tiempo en su agenda podría ser.
–Si yo la recojo. ¡Hasta pronto!
–¡Hasta pronto!
Atlas
Ya en mi mansión, me relajo un poco en mi alcoba debo admitir que la reunión con Abril y su madre fue estupenda, mejor de lo esperaba hice que la señora Miller cambie su forma de verme como "el enemigo" a ser un prospecto digno de su hija, lo sentí así. Me gane a su madre, aunque hubiera preferido tener tiempo para hablar con ella, pero paso a paso avanzo hacia ella, intento hacerlo de la manera más adecuada.
¿Cómo acercarme a Abril? Esa es la pregunta que me atormenta desde que nos topamos de nuevo. Ella, con su sonrisa tímida y sus hermosos ojos negros que parecen esconder secretos en el mar de su memoria. ¿Y yo? Un loco atrapado en su mirada.
Mi madre tenía una Subasta de caridad, del que es auspiciantes HEPHAESTUS TEC y como le prometí debía estar ahí acompañándola, fue muy interesante el evento pues durante la subasta de obras de arte, me acorde de Abril ya que ella parece que ama el arte, son artistas locales y los invitados pujan por estas obras, los fondos se destinan a becas educativas.
Suena mi celular, es un mensaje del Doctor Artamonov sobre una actualización de su ensayo que va avanzando y notificándome que regresara a Rusia mañana y en un mes regresa de nuevo a Boston.
Bueno es más tiempo para acercarme a Abril, para no forzar la situación y hacerlo a su modo. De nuevo suena mi celular es una llamada de un número no registrado, nunca me hubiera esperado recibir tal noticia, le aviso a mamá que me retirare y dejo a uno de mis guardaespaldas con ella.
Estoy rumbo a lo que parece ser una especie de bodega muy alejada de la ciudad, están los Perros Locos de Tomasso esperándome.
–Señor Sideras buenas noches.
–Buenas noches y ¿Tomasso?
–Lo espera a dentro señor.
Y me encuentro a un Tomasso que parece que había hubiera salida de la película de "Naufrago" y él no es el tipo de hombre que no cuida de su aspecto físico en lo absoluto, es tan vanidoso y pretencioso que jamás lo vería desarreglado ni en sus peores días.
–¿Qué ocurrió? Pareces un loco.
–Idiota.
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Por siempre invierno
RomanceSolo soy una chica más de la que dicen que "la suerte" le cambio la vida, pero no fue ella si no ... el destino irrevocable que me atrapó en su caótica vida. ...