Capítulo 43

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Atlas

Llegó el momento de anunciar el compromiso. Mi madre y Bea están radiantemente felices; les ha encantado conocer a Abril, y se la han llevado a conversar, haciendo todo lo posible por integrarla y hacerla sentir parte de la familia. Les pido permiso para tomar el siguiente paso y, tomando a Abril del brazo, la condujo al centro del salón. La música suave y el murmullo animado de los invitados crean un ambiente perfecto para este momento especial.

— Buenas noches a todos. Gracias por estar aquí para celebrar con nosotros en esta ocasión tan significativa —digo, dirigiéndome a la audiencia antes de volver mi atención a Abril, que está a mi lado, visiblemente nerviosa pero esforzándose por mantener la compostura.

— Desde el momento en que te conocí, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma. Hoy, quiero dar el siguiente paso en nuestra historia juntos —continuo, mientras saco con cuidado un pequeño estuche con el anillo de compromiso.

Los aplausos estallan entre los invitados, llenando el aire con entusiasmo. Sin embargo, Abril muestra una incomodidad palpable; su sonrisa es una mezcla de esfuerzo y nerviosismo. Con manos temblorosas, saco el anillo y lo coloco en su dedo, mi emoción evidente en cada gesto.

— No hay nada más importante para mí que hacerte feliz y construir nuestro futuro juntos.

Y los aplausos continuaron, sonó la música y nos acercamos para bailar. La música tenue de los violines, su mano temblaba, pego mi rostro a su mejilla, la fragancia que emana de ella es embriagante. —Te prometo que todo mejorara, amor.

La música del baile había cesado, y mientras las luces del salón parpadeaban suavemente, me percaté de la presencia de Santo Andreotti. Decidí acercarme a saludar a los invitados destacados de la noche. Junto a él estaban rostros conocidos, como Yusuf Özdemir, el heredero de la mafia turca, y Lysander Arvanitakis, el joven representante de la mafia griega.

— Buenas noches, caballeros —dije con una sonrisa cálida.

— Buenas noches, Atlas —respondió Santo con un gesto afable.

—Es un honor recibirlos —respondí mientras observaba a los invitados con interés.

— Me encanta Boston —comentó Lysander, con un brillo en sus ojos—. Estoy considerando estudiar en Harvard.

— Es una excelente elección —afirmé—. Aunque el MIT también tiene mucho que ofrecer.

— Gracias por el consejo —dijo Lysander—, pero prefiero seguir la tradición familiar y continuar con el legado que mis antepasados han establecido.

— ¿Ya te han admitido? —preguntó Santo con curiosidad.

— Lo harán... solo necesitan un poco de... incentivo. —dijo Lysander.

— Así no es cómo funcionan las cosas aquí —replicó Santo con una sonrisa enigmática.

— No me refería a ese tipo de "incentivo" —respondió, levantando una ceja—. No soy un idiota; he estudiado arduamente para ser aceptado. No espero que me admitan de manera deshonesta.

En ese momento, notamos la llegada de un invitado inesperado. Un rubio problemático apareció en el umbral.

— Oh, no sabía que también habían invitado a los lobos —susurró Yusuf, su tono cargado de ironía.

— Sultán, buenas noches —saludó Yaros, con una mezcla de cortesía y desdén.

— Buenas noches, Yaros. Es un placer experimentar tu fría presencia en esta agradable velada —respondió el Yusuf con una sonrisa irónica.

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora