Capitulo 68

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                                                                          Abril.

Mientras avanzamos por la carretera, el sonido del motor llena el silencio entre Bea y yo. La ciudad se asoma a través de las ventanas, pero mi mente está en otra parte. De repente, mi teléfono vibró con una notificación: la dirección de Damien. Conocía ese lugar. Lo había visto antes. Sin pensarlo, apagué el celular.

Bea rompe el silencio. Su voz es suave pero firme. —Oye, ¿Qué te pasa? Te veo un poco... angustiada.

—No es nada, Bea. Solo que no he dormido bien. — respondo, tratando de sonar despreocupada.

Ella frunce el ceño, sus ojos fijos en la carretera. —¿Lloraste? ¿Tuviste una pelea con mi hermano, verdad?

—Sí, sobre lo que pasó ayer. — admito.

—Yo también me enojaría, Abril. —dice, dejando escapar un suspiro. —Pero, siendo sincera, no creo que lo que hiciste fue correcto.

—Bea, no lo hice a propósito. —me defiendo, la incomodidad burbujeando dentro de mí. —Eso sucedió porque...

—¿Por qué? — interrumpe, su tono impaciente.—Besaste a un hombre, a un mes de tu boda. — añade con un aire de incredulidad.

—Eso no es fácil de explicar.

—Inténtalo.

— Tuve un accidente hace años, y ahora estoy en tratamiento porque no estoy tan bien... es experimental.

—¿Y ese 'tratamiento' afecta tu comportamiento? — notando el sarcasmo en su voz.

— Sí, y lo sé, suena tonto, pero es verdad. — insisto. — Me estoy tratando con el doctor Lavr Artamonov. — admito, mirando por la ventana mientras la ciudad.

Bea continúa conduciendo, su atención completamente en la carretera. —¿Atlas te llevó con él?

— Sí.

— Algo me comento que tuviste un accidente el día que se conocieron.

— Exacto, ese día.

—¿Quién era el hombre de ayer?

— Andrew Spencer. — digo, y de inmediato una oleada de recuerdos me inunda.

— ¿Fue tu novio?

— No, él fue mi primer amor, aunque fuera platónico. Siempre fuimos amigos en la preparatoria.

Bea asiente lentamente, como si estuviera procesando la información. — Eso lo explica. Pero debes tener cuidado, Abril. No puedes permitir que las sombras del pasado interfieran en tu futuro. Te vas a casar.

— Lo sé.

— Deben aclarar las cosas antes de que se compliquen más. No quiero que se lastimen. — suspira. —Realmente te ama —dice mientras echa un vistazo al espejo retrovisor.

—Sí, él me ama mucho —respondo.

—Nunca lo había visto así por ninguna.

—Quizás no lo conoces tan bien

—Tienes razón, no lo conozco tan bien. Al final, uno nunca termina de conocer del todo a las personas.

—Exacto —asiento, mirando por la ventana un momento.

—Antes desconfiaba de ti. No sé, no te veía enamorada de él y pensé que estabas interesada en su dinero —confiesa, mordiéndome el labio mientras cambia de carril.

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora