Capítulo 32

23 4 0
                                    

Atlas

El humo de los cigarros se enrosca en la sala, formando espirales que parecen atrapar el tiempo. Estaba tenso con la espalda recta y los nudillos apretados, enfrente a los jefes de la mafia. Mis ojos escudriñan las arrugas profundas en los rostros curtidos, buscando cualquier signo de indulgencia.

–¿No cumpliste con la misión, Atlas? –dijo Don Giovanni, su voz ronca como el rugido de un león. 

–¿Sabes lo que eso significa?

Trago saliva, mirando como acaricia su pequeña pistola oculta bajo su chaqueta.

–Don Giovanni, yo no hago misiones sin detalles de la misma...

Donna Isabella, la mujer más peligrosa de la mafia, se inclina hacia adelante. Su cabello negro como la medianoche cae sobre su hombro.

–Los insurrectos, no son aceptables aquí.

–Donna Isabella, lo tengo presente.

–No importa si tienes o no detalles, tu haces lo que la organización ordena.

Sintiendo la amenaza en el aire.

Don Giovanni se levanta, su bastón golpeando el suelo de mármol. –Te daremos una oportunidad más, pero recuerda esto: la próxima vez, no habrá misericordia.

Asiento, jurando que no volverá a pasar. Mientras salen de la oficina, siente los ojos de los jefes de la mafia clavados en mi espalda, la pequeña amenaza se convierte en una promesa oscura.

Ingresa inmediatamente Tomasso con una gran sonrisa en su rostro.

–Te regañaron.

–Eso fue más que un regaño.

–Que esperabas, la primera misión que te asigna y te das el lujo de ignorar.

–Es que así no trabajo...lo sabes.

–Tendrás que adaptarte, vamos por un trago. Hay un buen whisky en un bar en The Class.

–Eso suena bien.

–Vamos, necesitamos relajarnos un poco.

Ambos salimos de la oficina, dejando atrás las tensiones y las amenazas. El humo de los cigarros se mezcla con la luz tenue de las lámparas colgantes. Las paredes están cubiertas de paneles de madera desgastada, y el suelo de baldosas muestra cicatrices de años de uso.

El área principal del bar es pequeña pero acogedora. El mostrador de madera oscura está pulido por innumerables codos apoyados en él. Armand, el barman, siempre está allí, limpiando vasos y escuchando conversaciones.

La música que flota en el aire es una mezcla de jazz suave y canciones de la vieja Italia. .

–Y cuéntame ¿Cómo van las cosas con tu "Blancanieves"?

–Bien.

–Solo ¿bien?

–Si, todo bien.

–Este mundo es peligroso. La mafia no perdona debilidades... ni amores.–sentencia.

–Lo se...bien. Tengo algo de temor que mi "nuevo mundo", la lastime. Pero, no puedo dejarla ir, pero tampoco puedo arrastrarla a mi oscuridad.

–No sé nada de amor. Solo conozco las noches de placer y las balas.

–Si y me sorprende que aun no te digan nada por un sucesor, con lo familiares que son aquí con el linaje y la sucesión.

–Esta el tío Niccolò, recién esta en sus cuarenta y tanto. Aunque el peso de la tradición está sobre mis hombros.. aún.

–Que consuelo–murmuré, aplicando otro hielo a mi whisky.–Pero aún estas a tiempo de tener hijos, aún eres medianamente joven.

–Tu tampoco estas "tan joven" que digamos. Pero olvidemos eso,  si ella es importante para ti...pues secuéstrala y ya.

–Eres un bastardo insensible, Tomasso. Pero gracias por la sugerencia. –debo admitir que me causo mucha gracia su sugerencia.

–Si necesitas ayuda, estaré aquí. –elevo su vaso, para brindar.

Después de dar un sorbo a mi vaso de whisky, el teléfono vibra en mi bolsillo, y al ver la pantalla, reconozco el número de Shade, mi leal escolta de seguridad. Al contestar, su voz grave y tensa me llega al oído.

–Señor, tenemos un problema. La señorita Anderson está en compañía del Inspector Spencer y el Abogado Bucket.

Mis músculos se tensan. Oír que Abril, está en compañía de esos sujetos, pero la idea de que esté en problemas me hace apretar el puño porque están con ellos.

–¿Qué está pasando, Shade?¿Por qué están juntos?

–La amiga de la señorita tuvo problemas y vino a verla.

–¿Dónde están ahora?

–Rumbo a la comisaria

–¿Fue grave? ¿A quien mataron? –a manera de broma hice aquella pregunta, sin embargo la respuesta que nunca esperaría.

–Señor...parece que la señorita Bucket, asesino a alguien.

–Vaya...vaya. –murmure quien diría que señorita Bucket, con su elegancia y su sonrisa afilada, no parecía el tipo de persona que tomaría una vida. Los Bucket son una caja de Pandora.

–¿Qué ordena señor? – dijo Shade esperando instrucciones.

–Síguelos y tenme al tanto de todo lo que pase. No podemos permitir que nada se salga de control, sin que yo lo sepa –ordené.

–Entendido señor.

Después de finalizar la llamada con  Carlo, la expresión de Tomasso observándome con curiosidad

–¿Qué paso?

–Algo muy curioso, interesante.

–Tiene que ver con la Blancanieves

– Sí, pero no de manera tan directa.

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora