Capitulo 41

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Atlas

Al cruzar el umbral de la sala, la perfección de cada detalle en esta cena de compromiso es como la sinfonía de un plan cuidadosamente ejecutado. Las luces doradas de los candelabros colgaban del techo, proyectando un resplandor cálido sobre la elegante mesa de comedor. La vajilla de porcelana se alineaba con precisión en cada lugar, y el aroma de la comida exquisita se mezclaba con el aire de expectación que llenaba la sala.

Puedo percibir el nerviosismo que emana de Abril su belleza es tan etérea como de una ninfa del bosque sin embargo, las lágrimas recientes han dejado una leve hinchazón en sus ojos, revelando la tristeza que se oculta detrás de su sonrisa forzada.

Pero al final será mía... Estaremos juntos.

El chantaje, aunque cruel, ha sido una herramienta necesaria en la elaboración de nuestro destino compartido, sé que preferiría estar en otro lugar, en una situación que no fuera la que he creado, su incomodidad es casi palpable, su mano tiembla.

Levanto su mano a mi rostro y deposito un beso—Te estoy ofreciendo un lugar en mi mundo.

—No hagamos esto Atlas.

—Quizás incluso aprendas a amarme, Abril. — acarició su rostro, su piel es tan suave.

La puerta principal se abrió con suavidad y reveló a mi madre. Su presencia era como un sueño hecho realidad: elegante, refinada, y con una gracia que parecía flotar mientras avanzaba hacia nosotros.

—Vamos te presentare a mamá.

Con una sonrisa cálida y acogedora, se detuvo al frente de nosotros, y observando a Abril que estaba mi lado. Se notaba que había estado esperado este momento con ansias, imaginando cómo sería conocer a la mujer que había elegido para ser mi esposa.

—¿Ella es Abril? —preguntó mi madre.

—Si madre. — dije con voz firme pero contenida—me complace presentarte a mi prometida, Abril Anderson.

Pero ella con una sonrisa forzada y un esfuerzo visible por mantener la compostura, dio un paso adelante para saludar a su futura suegra. Sus ojos, no podían esconder la lucha interna que sentía. La sonrisa que ofreció era una máscara, un intento de armonizar con la situación que tan poco deseaba.

Mi madre extendió la mano aceptando el saludo con una elegancia innata. —Es un verdadero placer conocerte, soy Marnie Wright— dijo, su voz suave y melodiosa. —He escuchado tanto sobre ti. Estoy segura de que este nos llevaremos bien.

Abril apretó la mano de mi madre con un toque ligero, casi tembloroso, mientras respondía con un tono que se mezclaba con una sutil cortesía. —El placer es mío, señora Wright. Gracias por recibirnos.

Observó la interacción con un sentido de satisfacción casi imperceptible. Cada palabra, cada gesto estaba cuidadosamente calculado para mantener la apariencia de perfección que tanto valoraba. A nuestro alrededor, los invitados murmuraban en silencio, admirando la belleza y la gracia que se desplegaban en la sala.

Mi madre tomó asiento, señalando a Abril que la acompañara. —Por favor, siéntate. Me encantaría saber más sobre ti, querida.

Abril se acomodó en su lugar, la cena comenzó en un tono formal, con las conversaciones fluyendo en un ritmo pausado y educado. Mi madre, con su habilidad innata para suavizar las tensiones, intentaba establecer un vínculo.

Me di cuenta de repente de que mi hermana Bea no estaba en ningún lugar visible. Miré a mi alrededor, intentando ubicarla entre los invitados que charlaban animadamente y los camareros que circulaban con bandejas llenas de delicias. La ausencia de mi hermana me empezaba a inquietar.

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora