Capitulo 48

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Atlas

Mientras estoy afuera del consultorio, molesto porque Lavr me saco de ahí ¿acaso cree que puede subestimarme?, con la vista fija en su celular, mientras repaso la última actualización del mercado

¡Ah, ahí está!. Miro la pantalla y veo números que suben como una marea imparable. Mi instinto no falló, ¿Quién lo diría? Siempre me ha costado confiar en mis corazonadas, pero esta vez, las estrellas parecen estar alineadas a mi favor. ¿Quién hubiera pensado que esos gráficos y porcentajes serían la fuente de mi tranquilidad en medio de todo este caos?

Una risa ligera se escapa, debo admitir que la tensión acumulada, se va con estos resultados, el alza en las acciones que compré el mes pasado. Todo está en verde, un festín de números que me dice que las horas de desvelo y las búsquedas interminables de información han valido la pena.

Deje el celular en el bolsillo de mi chaqueta, mirando hacia la puerta del consultorio aunque me alegra ver que todo parece ir bien con mis inversiones, nada importa más que ella, las cosas no han marchado nada bien desde el compromiso y es entendible, no soy tan psicópata.

Matar a una persona frente a la mujer que amas, no es el acto más romántico del mundo y mucho menos en la noche de tu compromiso, me gano el Oscar de los idiotas, y eso que Tomasso es el más idiota en eso.

El sonido de la puerta abriéndose lo interrumpe. Abril sale, y me acerco a ella con una sonrisa esperanzada, ¿será que Lavr pudo convencerla?

—Hola, cariño. ¿Todo está bien?

Ella me sonríe con tranquilidad y asiente.

—Sí, todo está bien.

—Me alegra escuchar eso. Hablare con Lavr un momento.

—Yo iré al baño, te espero en recepción.

Entro al consultorio y encuentra al Lavr concentrado en llenando unos papeles. Hay algo en la atmósfera que indica un cambio sutil, pero significativo.

—¿Qué ha pasado con Abril?

—Va a iniciar el tratamiento para la amnesia.

—Perfecto.

—Por eso era crucial que salieras y me dejaras trabajar en paz, Atlas.

—Sí, ya me he dado cuenta.

—Mañana regresará. Empezaremos con una sesión de hipnosis regresiva. Es fundamental escuchar su experiencia en primera persona antes de administrar el tratamiento experimental.

—Está bien, haré espacio en mi agenda.

—Pero ella ha solicitado explícitamente que no estés presente durante la terapia.

—¡Soy su pareja! Claro que voy a estar con ella.

—Me lo dijo claramente: bajo esas condiciones, no quiere que estés a su lado durante la terapia.

—¡Eso es inaceptable!

—Negocia eso con ella, no conmigo. Si quieres resultados, tendrás que ceder en este punto.

—¡Esto es una locura!

—No sé qué ocurrió entre ustedes, pero...

—¡Y no te interesa!

—Soy un profesional. Tú me pagas y yo hago lo que se requiere para obtener los mejores resultados.

—En eso estamos de acuerdo, Lavr.

—Asegúrate de considerar la condición de su corazón. Ella padece el síndrome de Eisenmenger.

—Soy consciente de eso.

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora