Capítulo 40

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Abril

Aquí estoy Abril Anderson, en un auto que avanza en camino a mansión que nunca imaginé pisar ni en mis más locos sueños. Cada kilómetro que recorría me aleja más de lo que alguna vez conocí, de lo que alguna vez creí que era mi vida. Atlas ha planeado todo con una precisión inquietante, y yo... yo solo quiero escapar. Quiero tomar un boleto, el más lejano posible, y desaparecer en algún rincón remoto del mundo. Pero sé que huir no solucionará nada. Nunca lo ha hecho. Solo me queda seguir la corriente, enfrentar esto y descubrir en qué terreno estoy pisando.

Atlas Sideras en el poco tiempo que lo he conocido, me he dado cuenta de lo que siente por mí es genuino, su amor es tan evidente como la luz del sol o quizás soy su capricho, no lo sé ahora .Pero lo admito, en algún momento me cautivó, su aura... Me atrajo, me sedujo, y quise saber más de él, de su historia.

Y aunque me ha prometido un futuro brillante y amor, mi intuición me grita que esto no terminará bien. Nadie que se sumerge en este mundo de pecado sale ileso, los destinos sombríos de las familias que quedan atrapadas ...las noticias están llenas de historias desgarradoras sobre esposas e hijos que se convierten en víctimas, sobre vidas que se desmoronan en un mar de violencia y traición.

No quiero morir, no quiero que mi familia sufra, no quiero que me lastimen, no quiero ser una víctima colateral de esto. Todo lo que desearía es que las cosas fueran diferentes, que pudiera alejarme y volver a la simplicidad de mi vida, de un amor que no implique sacrificios o dolor.

Me aleje de Damien, por su actitud tan paranoica y ahora donde he caído. Demonios Abril.

—¿En qué piensas, Abril?

—En las consecuencias.

—¿Consecuencias de qué?

—De si decidiera ir con la policía.

Me mira fijamente a los ojos, con un silencio que pesa como plomo.—¿Lo harías?

—¿Me matarías?

Con un tono que es a la vez tenso y sincero.—No tendría el valor de matarte, Abril.

—Entonces, ¿qué pasaría si decidiera traicionarte? —quería saber, quería que sus labios saliera la daga que me matará la esperanza.

—No soy yo quien te haría daño, pero otros sí podrían. No estarías solo traicionándome a mí, estarías traicionando a La Famiglia.

—¿Y mi familia? ¿Qué pasaría con ellos?

Se toma una pausa, una mirada dura en sus ojos se refleja. —¿Realmente quieres saberlo?

—Sí, necesito saberlo. —asentí segura.

Suspira, el peso de sus palabras se siente en el aire. —Las consecuencias no serían agradables. No me queda claro todo aún; estoy empezando a aprender a moverme en este mundo. Pero, créeme, la lealtad es un principio fundamental aquí.

—¿Alguna vez has matado a alguien? —lo mire a los ojos, sus profundos ojos negros... quería descubrir su alma, el hombre generoso que me ha ayudado y que fue mi roca.

La mirada en sus ojos es fría, como si recordara una sombra de su pasado. —Sí.

Es un asesino.

Mientras acaricio la tela de mi vestido de manera desenfrenada, estoy de los nervios no puedo mirarlo, ya no. Es un asesino el hombre que bese es un asesino y me voy a comprometer con un asesino.

Dios por favor sálvame.

—Necesito entenderlo de nuevo. —mientras respiro profundo— ¿Por qué debemos casarnos? ¿es por qué ese mafioso lo dijo?

Por siempre inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora