El domingo por la tarde, después de que el Athletic de Bilbao ganara otro emocionante partido, me encontraba preparando una sorpresa para Nico. Sabía que su semana había sido intensa, tanto con los entrenamientos como con el partido de hoy, y quería hacer algo especial para él. Había planeado sorprenderlo en su casa con una cena y un poco de cuidado extra.
Decidí preparar su plato favorito: bacalao a la vizcaína. Pasé la tarde en la cocina, asegurándome de que cada detalle estuviera perfecto. Desde la elección del bacalao hasta la salsa rica y espesa, quería que todo saliera bien. Cocinar siempre había sido una forma de mostrar mi cariño, y esta vez no era diferente.
Una vez que la comida estuvo lista, empaqué todo cuidadosamente y me dirigí a casa de Nico. Sabía que estaría cansado después del partido, pero esperaba que mi sorpresa le alegrara la noche. Llegué a su apartamento y llamé a la puerta, sintiendo una mezcla de emoción y nervios.
Nico abrió la puerta, y su expresión de sorpresa y alegría me hizo sentir que todo el esfuerzo había valido la pena. "¡Sara! ¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó, con una sonrisa amplia.
"Quería sorprenderte," dije, levantando la bolsa con la comida. "Pensé que después del partido te vendría bien una buena cena y un poco de cuidado."
Nico me abrazó con fuerza. "Eres increíble. Esto es justo lo que necesitaba."
Entramos en su casa, que era acogedora y elegante, reflejando su personalidad. Me ayudó a llevar la comida a la cocina, y rápidamente puse la mesa. Mientras servía los platos, Nico no dejaba de sonreír.
"Esto huele increíble," dijo, tomando asiento. "¿Bacalao a la vizcaína? ¡Mi favorito!"
"Exactamente," respondí, sentándome frente a él. "Espero que te guste."
Comenzamos a comer, y la conversación fluía naturalmente. Nico me contó algunos detalles del partido, y yo compartí cómo había pasado mi día. Verlo disfrutar de la comida me hacía sentir feliz y satisfecha.
"Esto está delicioso, Sara," dijo Nico, después de unos bocados. "No sabía que cocinabas tan bien."
"Me alegra que te guste," respondí, sonriendo. "Cocinar es una de mis pasiones, y hacerlo para alguien especial lo hace aún mejor."
Después de la cena, recogimos los platos y los llevamos a la cocina. Mientras lavaba los platos, noté que Nico cojeaba ligeramente. Me giré hacia él con preocupación. "Nico, ¿estás bien? Pareces tener problemas con la rodilla."
Nico suspiró y se sentó en una silla cercana. "Sí, me duele un poco. Creo que me la torcí durante el partido."
"Déjame ayudarte," dije, acercándome a él. "Tengo algo que podría aliviar el dolor."
Saqué de mi bolsa un tubo de crema de Reflex, una pomada antiinflamatoria que siempre llevaba conmigo por si acaso. "Esto debería ayudar con el dolor y la inflamación," le expliqué. "Voy a darte un masaje para que se absorba mejor."
Nico asintió, agradecido. "Gracias, Sara. De verdad lo aprecio."
Me arrodillé frente a él y comencé a aplicar la crema en su rodilla, masajeando suavemente para que se absorbiera. Mientras lo hacía, le expliqué cómo usarla correctamente.
"Debes aplicarte esta crema dos o tres veces al día, especialmente después de entrenar o si sientes dolor," le dije, mirando a sus ojos. "Masajéala bien para que penetre en la piel y haga efecto."
Nico me escuchaba con atención, asintiendo con cada instrucción. "De acuerdo, seguiré tus consejos. Gracias por cuidar de mí."
"Es lo menos que puedo hacer," respondí, sonriendo. "Quiero que te sientas bien y que puedas seguir dando lo mejor de ti en el campo."
Continué el masaje durante unos minutos más, asegurándome de que la crema estuviera bien distribuida. Nico cerró los ojos, relajándose con el contacto de mis manos. Sentí una conexión especial en ese momento, una mezcla de cuidado y ternura que me hacía sentir aún más cerca de él.
Cuando terminé, me levanté y le sonreí. "¿Cómo te sientes ahora?"
"Mucho mejor," dijo Nico, abriendo los ojos y devolviéndome la sonrisa. "Tus manos son mágicas."
"Me alegra oír eso," respondí, sintiendo un calor en mis mejillas. "¿Necesitas algo más? Estoy aquí para ayudarte."
Nico negó con la cabeza. "Con lo que has hecho es más que suficiente. Gracias, Sara. No sé cómo agradecerte."
"Verte sonreír es suficiente agradecimiento para mí," dije, sintiéndome feliz de haber podido ayudar.
Nos sentamos en el sofá y pasamos el resto de la noche hablando y riendo. Nico me contó más sobre su familia y su carrera, y yo compartí historias de mi infancia y mis sueños para el futuro. Sentía que cada momento con él fortalecía nuestra conexión y nos acercaba más.
A medida que avanzaba la noche, me di cuenta de lo especial que era este tiempo juntos. Nico no solo era un gran futbolista, sino también una persona increíblemente amable y dedicada. Me sentía afortunada de tenerlo en mi vida y de poder compartir estos momentos con él.
Finalmente, llegó la hora de irme. Nico insistió en acompañarme hasta mi coche. Nos despedimos con un largo abrazo y un beso, prometiendo vernos pronto.
Mientras conducía de regreso a casa, no podía dejar de sonreír. La noche había sido perfecta, y me sentía feliz de haber podido sorprender a Nico y cuidar de él. Sabía que nuestra relación estaba creciendo y evolucionando, y no podía esperar a ver qué más nos depararía el futuro.
Llegué a casa con una sensación de satisfacción y alegría. Me preparé para dormir, pensando en lo afortunada que era de tener a alguien como Nico en mi vida. Con una sonrisa en el rostro, me dormí, soñando con las muchas aventuras y momentos especiales que aún nos esperaban.
Me he leído los comentarios que algunas pusisteis ayer y no sabéis cómo me alegran, ya sabéis darle ⭐, vos estimee.

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DESTINO//NICO WILLIAMS
RomanceTras la agotadora temporada de exámenes de enero, Sara decide relajarse y celebrar con sus amigos en una discoteca conocida de la zona. Es allí donde su amigo Asier le presenta a Nico, un encuentro que rápidamente se llena de tensión y atracción. La...