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Perspectiva de Sara.

El final de la temporada había llegado y, con ello, la merecida recompensa: un viaje a Ibiza con todos los jugadores del Athletic de Bilbao y sus parejas. La emoción en el ambiente era palpable. Habíamos estado esperando este momento, no solo para celebrar los logros del equipo, sino también para disfrutar de unas merecidas vacaciones lejos de las presiones del día a día.

El aeropuerto de Bilbao estaba lleno de risas y bullicio cuando llegamos. Los jugadores, algunos acompañados por sus novias, esposas o parejas, estaban de buen humor. Nico y yo estábamos especialmente emocionados. Habíamos pasado por mucho en los últimos meses, y este viaje era una oportunidad para relajarnos y disfrutar el uno del otro en un ambiente diferente. Patricia, la esposa de Iñaki, también nos acompañaba, y su presencia siempre añadía un toque de alegría y complicidad.

El vuelo a Ibiza fue una explosión de risas y planes. Los chicos intercambiaban bromas y anécdotas de la temporada mientras las chicas hablábamos sobre lo que queríamos hacer en la isla. Cuando finalmente aterrizamos, el sol y la brisa marina nos dieron la bienvenida. Habíamos reservado una villa espectacular cerca de la playa, y al llegar, quedé impresionada por su belleza. Amplios jardines, una piscina infinita y vistas al mar que quitaban el aliento. Cada pareja tenía su propia habitación, lo que nos daba privacidad pero también la oportunidad de compartir momentos juntos.

Esa primera noche organizamos una barbacoa en la terraza. Los chicos, encabezados por Iñaki, se hicieron cargo de la parrilla mientras Patricia y yo nos ocupábamos de las ensaladas y los aperitivos. La música sonaba de fondo, y las risas llenaban el aire. Estábamos todos juntos, disfrutando del momento, y me di cuenta de lo afortunada que era.

Durante los siguientes días, cada jornada en Ibiza fue una aventura. Nos levantábamos temprano para disfrutar del sol y la playa. Jugábamos partidos de fútbol en la arena, competíamos en carreras de natación y nos relajábamos bajo las sombrillas. Las tardes estaban llenas de excursiones, desde visitas a calas escondidas hasta paseos en barco por la costa. Nico y yo aprovechábamos cada momento juntos, redescubriendo nuestro amor en cada puesta de sol y en cada mirada compartida.

Una mañana, decidimos hacer una excursión a Formentera, una isla cercana famosa por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas. Alquilamos un catamarán y zarpamos temprano, llevando con nosotros provisiones para un día entero de aventuras. El viaje en barco fue increíble. El mar estaba tranquilo y el sol brillaba intensamente. Nos detuvimos en varias calas para nadar y hacer snorkel. El agua era tan clara que podíamos ver los peces nadando a nuestro alrededor. Nico y yo nos sumergimos juntos, explorando el mundo submarino, y me sentí como si estuviéramos en un sueño.

Al llegar a Formentera, desembarcamos y encontramos un lugar perfecto para hacer un picnic. Extendimos nuestras toallas en la arena y nos relajamos bajo el sol. Patricia y yo hablamos sobre nuestros planes futuros mientras los chicos se adentraban en una animada conversación sobre fútbol. Me sentí increíblemente conectada con Nico, más que nunca. A pesar de todo lo que habíamos pasado, estábamos más fuertes y más enamorados.

La tarde pasó en un abrir y cerrar de ojos, y antes de que nos diéramos cuenta, era hora de regresar a Ibiza. El viaje de vuelta fue tranquilo, y todos nos quedamos dormidos bajo el suave balanceo del catamarán. Al llegar a la villa, nos duchamos y nos preparamos para salir a cenar. Elegimos un restaurante con vistas al mar, donde disfrutamos de una cena deliciosa mientras el sol se ponía en el horizonte. Las luces de Ibiza brillaban a lo lejos, y sentí una profunda paz y felicidad.

Uno de los días más memorables fue cuando fuimos a explorar las cuevas de Can Marçà. Era una experiencia nueva para todos nosotros, y la emoción era palpable mientras caminábamos por los senderos oscuros, iluminados solo por nuestras linternas. Las estalactitas y estalagmitas eran impresionantes, y la guía nos contó historias sobre cómo los contrabandistas solían usar las cuevas para esconder sus tesoros. Nico y yo nos tomamos de la mano todo el tiempo, compartiendo miradas cómplices y sonrisas.

La noche siguiente, decidimos explorar la vida nocturna de Ibiza. Fuimos a un famoso club de playa, donde la música electrónica y las luces de neón creaban un ambiente vibrante. Bailamos hasta el amanecer, perdiéndonos en la música y en el uno en el otro. Fue una noche mágica, llena de risas y momentos inolvidables.

El resto de la semana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Cada día traía nuevas aventuras y momentos especiales. Hicimos una excursión en jeep por la isla, explorando caminos y descubriendo rincones escondidos. Tuvimos cenas románticas a la luz de las velas, paseos por la playa bajo la luna y muchas conversaciones significativas. Sentí que este viaje no solo nos estaba dando la oportunidad de relajarnos y disfrutar, sino también de fortalecernos como pareja.

Una tarde, mientras estábamos descansando junto a la piscina, Nico me sorprendió con un regalo. Era un collar de oro con un pequeño colgante con la inicial suya, la N. Me lo puso alrededor del cuello y me dio un beso en la frente.

"Quiero que recuerdes este viaje siempre," me dijo. "Eres mi todo, Sara."

Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. "Gracias, Nico. Yo también te amo."

La última noche en Ibiza fue especial. Organizamos una cena de despedida en la terraza de la villa. Todos nos vestimos elegantemente y disfrutamos de una noche de buena comida, música y compañía. Brindamos por el fin de la temporada, por nuestras victorias y por los momentos compartidos. Hubo discursos, risas y, sí, algunas lágrimas de alegría.

Patricia se acercó a mí en un momento de la noche. "Sara, estoy tan feliz de que hayas venido a este viaje. Eres una parte importante de esta familia, y espero que siempre lo sientas así."

"Gracias, Patri," le dije, emocionada. "Este viaje ha sido increíble, y me siento muy afortunada de estar aquí con todos ustedes."

Nico y yo nos apartamos un momento del grupo para dar un paseo por la playa. La luna brillaba sobre el mar, creando un paisaje de ensueño. Caminamos descalzos por la arena, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del momento.

"Sara," dijo Nico, deteniéndose y mirándome a los ojos. "Este viaje ha sido increíble, pero lo más importante es que estoy contigo. Quiero que sepas que haré todo lo posible para que nuestra relación siga creciendo. Te amo más de lo que puedo expresar."

"Yo también te amo, Nico," respondí, abrazándolo. "Y estoy dispuesta a enfrentar cualquier cosa contigo."

Nos besamos bajo la luz de la luna, sintiendo que todo era posible. Habíamos superado tantos obstáculos, y este viaje había reforzado nuestro amor y nuestra conexión. Estábamos listos para cualquier desafío que la vida nos presentara.

Al día siguiente, dejamos Ibiza con una mezcla de tristeza y gratitud. Habíamos creado recuerdos inolvidables y fortalecido nuestras relaciones. Mientras el avión despegaba, miré a Nico y sonreí. Estaba emocionada por lo que el futuro nos depararía, sabiendo que, juntos, podíamos enfrentar cualquier cosa.

Este viaje a Ibiza no solo había sido una celebración del final de la temporada, sino también un nuevo comienzo para nosotros. Volvíamos a Bilbao con el corazón lleno de amor y la certeza de que estábamos destinados a estar juntos. Y eso, pensé, era lo más importante de todo.

Que partidazo hizo mi Nico ayer, campeones de Europa, que orgullo, ya sabéis darle ⭐, vos estimee.

DESTINO//NICO WILLIAMS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora