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Después de los exámenes de enero, la rutina en casa volvió a la normalidad. Sin embargo, la tensión y el estrés de las pruebas se habían acumulado, y tanto mis padres como Hugo notaron que necesitaba un descanso. Hugo, en particular, estaba muy emocionado por el inicio de su entrenamiento de fútbol en la academia, y yo estaba feliz de ser quien lo llevaría esta vez. Esto me daría la oportunidad de relajarme y disfrutar de un rato al aire libre.

Era una fría mañana de sábado cuando Hugo y yo nos dirigimos al campo de entrenamiento. El sol de invierno iluminaba la escarcha que cubría el césped, creando un paisaje resplandeciente y fresco. Hugo estaba ansioso y no dejaba de hablar sobre sus amigos y su entrenador.

"¡Sara, hoy quiero mostrarte lo bien que pateo el balón! He estado practicando mucho," dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras saltaba fuera del coche.

"Estoy segura de que lo harás genial, Hugo," respondí, cerrando el coche y siguiéndolo hacia los vestuarios.

Mientras Hugo se cambiaba, me acomodé en las gradas, observando cómo llegaban otros padres y niños. Era un ambiente animado y alegre, y me alegraba ver a Hugo tan entusiasmado. De repente, un grupo de jugadores del primer equipo del Athletic de Bilbao apareció en el campo adyacente. Mi corazón dio un vuelco al ver a Nico entre ellos.

Nico me vio y, a pesar de estar en medio de una conversación con sus compañeros, me dedicó una sonrisa y un leve asentimiento. Sentí mis mejillas sonrojarse y le devolví la sonrisa tímidamente. Me preguntaba si él se sentiría igual de nervioso y emocionado al verme.

Los niños comenzaron su entrenamiento, y me concentré en observar a Hugo, que parecía estar en su elemento. Sin embargo, mis ojos seguían volviendo a Nico, quien entrenaba con una intensidad y habilidad que era fascinante de ver. En un momento dado, Hugo corrió hacia mí con la misma energía contagiosa de siempre.

"Sara, ¿puedo pedirle un autógrafo a Nico?" preguntó, sus ojos llenos de esperanza y emoción.

"Claro, Hugo," respondí, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía desbocado. "Vamos juntos."

Nos acercamos a la línea lateral donde los jugadores del primer equipo estaban tomando un breve descanso. Nico se percató de nuestra presencia y se separó de sus compañeros, caminando hacia nosotros con una sonrisa amistosa.

"Hola, Sara," dijo, sus ojos brillando con calidez. Luego se agachó para estar a la altura de Hugo. "Y tú debes ser Hugo. ¿Quieres un autógrafo?"

Hugo asintió entusiasta, y Nico firmó su camiseta, haciendo que mi hermano pequeño pareciera el niño más feliz del mundo.

"Gracias, Nico," dijo Hugo con admiración en su voz.

"No hay de qué, Hugo," respondió Nico, dándole una palmadita en el hombro. Luego se volvió hacia mí. "¿Cómo has estado, Sara?"

"Bien, gracias," respondí, tratando de no sonar demasiado nerviosa. "Hugo está muy emocionado de verte aquí."

"Es un buen chico," dijo Nico, sonriendo. "¿Te gustaría quedarte a ver el entrenamiento? Podemos hablar después."

Asentí, incapaz de formar palabras coherentes. Nico regresó con sus compañeros, y me senté de nuevo en las gradas, observando el entrenamiento con una mezcla de orgullo y expectación. Hugo estaba radiante, interactuando con los otros niños y claramente inspirado por la presencia de los jugadores del primer equipo.

El entrenamiento continuó y, después de un par de horas, terminó. Los jugadores comenzaron a dispersarse y algunos de ellos se acercaron a los niños para firmar autógrafos y tomarse fotos. Nico vino directamente hacia mí, con una expresión que mezclaba seriedad y calidez.

DESTINO//NICO WILLIAMS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora