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El día del partido contra Alemania amaneció nublado, como si el cielo presintiera la intensidad que se avecinaba. La emoción y el nerviosismo se mezclaban en el aire, y el ambiente en Berlín estaba cargado de anticipación. España se jugaba el pase a las semifinales de la Eurocopa, y todos sabíamos que sería un partido extremadamente difícil.

Nico estaba más concentrado que nunca. Había pasado la mañana en silencio, preparándose mentalmente para el desafío que se avecinaba. Hugo, por otro lado, estaba lleno de entusiasmo y energía, contagiándonos a todos con su emoción.

—¡Hoy es el día, Sara! ¡Vamos a ganar! —dijo Hugo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

—Sí, Hugo. Hoy es un día importante. España tiene que darlo todo en el campo —le respondí, acariciando su cabello.

Llegamos al estadio, donde la multitud ya estaba congregada, creando un mar de rojo y amarillo. Los cánticos y los tambores resonaban en el aire, y la energía era palpable. Tomamos nuestros asientos, rodeados de otros aficionados que compartían nuestra esperanza y nerviosismo.

El silbato inicial sonó y el partido comenzó con una intensidad abrumadora. Ambos equipos mostraron una habilidad y estrategia impresionantes. Alemania jugaba con fuerza y determinación, pero España no se quedaba atrás. Nico se movía con gracia y precisión, demostrando por qué estaba en el equipo nacional.

El primer gol llegó en el minuto 30, cuando Dani Olmo recibió un pase perfecto y, con una habilidad impresionante, mandó el balón al fondo de la red. El estadio estalló en gritos de alegría y Hugo y yo saltamos de nuestros asientos, gritando de felicidad.

—¡Gol! ¡Vamos, España! —gritó Hugo, con los ojos llenos de emoción.

—¡Sí! ¡Estamos ganando! —respondí, abrazándolo con fuerza.

Pero Alemania no se dio por vencida. Poco antes del final del primer tiempo, lograron empatar con un gol impresionante, dejando a todos los aficionados españoles en el borde de sus asientos. La tensión era palpable, y cada segundo que pasaba aumentaba la intensidad del partido.

El segundo tiempo fue una batalla campal, con ambos equipos luchando ferozmente por el control del balón. Cuando el tiempo reglamentario terminó en empate, supe que nos esperaba una prórroga agotadora.

La prórroga fue una prueba de resistencia y determinación. Ambos equipos estaban visiblemente cansados, pero la voluntad de ganar mantenía a los jugadores en pie. En el minuto 110, Mikel Merino logró marcar el gol que cambiaría el destino del partido. El estadio estalló en una mezcla de gritos, lágrimas y abrazos. España había logrado ponerse en ventaja.

—¡Gol! ¡Lo logramos! —gritó Hugo, con lágrimas de alegría en los ojos.

—¡Sí! ¡España está en las semifinales! —respondí, sintiendo una ola de alivio y felicidad.

Cuando el árbitro finalmente señaló el final del partido, el estadio se llenó de gritos de victoria y celebraciones. Nos dirigimos a la zona designada para familiares y amigos de los jugadores, listos para felicitar a Nico y al equipo por su increíble esfuerzo.

Mientras esperábamos a Nico, noté una figura familiar entre la multitud. Era Lucía Correa, la ex de Nico. Lucía era una conocida influencer, y su presencia me sorprendió y me inquietó al mismo tiempo. No había esperado verla aquí, y menos en un momento tan crucial.

Lucía se acercó a nosotros, con su habitual aire de confianza y glamour.

—Hola, Sara. Qué sorpresa verte aquí —dijo, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Hola, Lucía. No esperaba verte —respondí, tratando de mantener la calma.

—Bueno, ya sabes cómo es esto. No podía perderme un partido tan importante —dijo, con un tono que sugería más de lo que decía.

La tensión entre nosotras era palpable, y sentí cómo mi alegría inicial se veía empañada por su presencia. No quería que su aparición arruinara este momento especial, pero no podía evitar sentirme incómoda.

Nico llegó poco después, su rostro se iluminó al vernos. Se acercó y nos abrazó, pero su expresión cambió cuando vio a Lucía.

—Lucía, no esperaba verte aquí —dijo, con un tono neutro.

—Hola, Nico. Solo vine a apoyar al equipo. Sabes cómo es —respondió ella, con una sonrisa.

La conversación fue breve y tensa. No quería que Lucía arruinara este momento, así que decidí mantener la calma y no dejarme afectar. Sin embargo, la incomodidad era evidente, y Nico lo notó.

—Sara, ¿todo bien? —me preguntó en voz baja, cuando finalmente estuvimos solos.

—Sí, solo que no esperaba encontrarme con Lucía aquí —respondí, tratando de sonreír.

—Lo sé. Lamento que haya sido así. No dejaré que nada nos arruine este momento —dijo, tomando mi mano.

La noche continuó con celebraciones, pero la presencia de Lucía había dejado una sombra sobre nosotros. A medida que las horas pasaban, traté de dejar atrás el encuentro y disfrutar del triunfo de España.

Más tarde, regresamos al hotel, donde Hugo se quedó dormido casi de inmediato, agotado por la emoción del día. Nico y yo nos dirigimos a nuestra habitación, donde finalmente pudimos hablar en privado.

—Sara, lamento lo de Lucía. No tenía idea de que estaría aquí —dijo Nico, con una expresión de preocupación.

—Lo sé, Nico. No es tu culpa. Solo que no esperaba verla, y fue un poco chocante —respondí, tratando de calmarme.

—Entiendo. Pero quiero que sepas que lo que importa eres tú. Este triunfo es nuestro, y nada ni nadie lo cambiará —dijo, abrazándome con fuerza.

—Gracias, Nico. Sé que lo dices en serio. Solo necesito un poco de tiempo para procesar todo esto —dije, apoyando mi cabeza en su pecho.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía del otro. Poco a poco, la tensión comenzó a desvanecerse, reemplazada por la calidez de nuestro amor.

—Sara, vamos a superarlo juntos. Nada ni nadie puede romper lo que tenemos —dijo Nico, mirándome a los ojos.

—Lo sé, Nico. Te amo —respondí, besándolo suavemente.

La noche continuó, y mientras nos abrazábamos, sentí que la sombra de Lucía se desvanecía lentamente. Sabía que nuestro amor era fuerte y que podíamos superar cualquier obstáculo. Juntos, éramos invencibles.

El partido contra Alemania había sido una prueba de resistencia y determinación, no solo en el campo, sino también en nuestras vidas. Y al final, habíamos salido victoriosos, más fuertes y más unidos que nunca.

A la mañana siguiente, desperté con una sensación de renovación y esperanza. La sombra de Lucía había quedado atrás, y el futuro se veía brillante y prometedor. España estaba en las semifinales, y Nico y yo estábamos listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.

—Buenos días, campeón —dije, besando a Nico suavemente.

—Buenos días, mi amor. Hoy es un nuevo día, y estamos listos para lo que venga —respondió, con una sonrisa.

Nos preparamos para el desayuno, donde Hugo nos esperaba con su habitual entusiasmo.

—¡Buenos días! ¿Listos para un nuevo día de aventuras? —dijo, con una sonrisa radiante.

—Sí, Hugo. Hoy es un nuevo día, y estamos listos para todo —respondí, sonriendo.

El día continuó con la misma energía positiva y renovada. Sabíamos que nos esperaba otro partido difícil en las semifinales, pero estábamos listos para enfrentarlo juntos, con la misma determinación y amor que nos había llevado hasta aquí.

La Eurocopa era más que una competición de fútbol. Era una prueba de nuestra fuerza, nuestro amor y nuestra capacidad para superar cualquier obstáculo. Y sabíamos que, mientras estuviéramos juntos, podíamos enfrentar cualquier desafío y salir victoriosos.

Con la Eurocopa aún en juego, y nuestro amor más fuerte que nunca, estábamos listos para lo que el futuro nos deparara. Porque juntos, éramos invencibles.

Nuevo personaje, Lucia, ya sabéis darle ⭐, vos estimee.

DESTINO//NICO WILLIAMS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora