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(Perspectiva de Nico)

Las semanas posteriores a la separación de Sara fueron un auténtico torbellino de emociones. Sentía un vacío enorme en mi vida y, aunque el fútbol seguía siendo mi pasión, nada lograba llenar el hueco que había dejado ella. Intenté enfocarme en los entrenamientos y en los partidos, pero mi mente siempre volvía a Sara, a los momentos que compartimos y a los errores que cometí.

Estaba en medio de uno de estos entrenamientos cuando Iñaki, mi hermano mayor y confidente, se acercó. Siempre había sido mi pilar y en estos momentos no era la excepción.

"Nico, necesitas sacarte esa cara de funeral," me dijo con una mezcla de preocupación y humor. "El equipo te necesita al cien por cien, y estar así no ayuda."

Suspiré, sabiendo que tenía razón. "Lo intento, Iñaki, pero es difícil. Todo me recuerda a ella."

Iñaki me miró fijamente, sus ojos llenos de comprensión. "Escucha, sé que esto es complicado. Pero tienes que hablar con ella. Hacerle saber lo que sientes. A veces, un gesto grande puede marcar la diferencia."

"¿Un gesto grande?" repetí, sin saber exactamente a qué se refería.

"Sí, Nico," continuó. "Algo que le demuestre que realmente estás dispuesto a cambiar, a intentarlo de nuevo. Ella necesita ver que te importa de verdad."

La conversación con Iñaki se quedó grabada en mi mente. No podía dejar de pensar en lo que había dicho. ¿Qué podía hacer para mostrarle a Sara cuánto significaba para mí? ¿Cómo podía recuperar su amor y su confianza?

Esa noche, después del entrenamiento, me quedé despierto hasta tarde, pensando en un plan. Sabía que necesitaba hacer algo especial, algo que hablara directamente a su corazón. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de la camiseta.

Hablé con Iñaki al día siguiente y le expliqué mi plan. Él sonrió, dándome una palmada en la espalda. "Eso, hermano. Eso es exactamente lo que necesitas hacer. Va a funcionar, ya lo verás."

El día de la final de la Copa del Rey llegó y, aunque estaba nervioso por el partido, una parte de mí estaba aún más ansiosa por lo que planeaba hacer. Nos dirigimos al estadio con el equipo, y mientras nos preparábamos en el vestuario, me aseguré de que la camiseta estuviera lista. La doblé cuidadosamente y la escondí debajo de mi camiseta del Athletic.

El estadio estaba lleno de energía. Los fans animaban con fuerza, y el ambiente era eléctrico. Traté de concentrarme en el juego, pero mi mente seguía volviendo a Sara. No sabía si ella estaría en las gradas, pero tenía la esperanza de que Iñaki la hubiera convencido de venir.

El primer tiempo fue intenso. Ambos equipos jugaban con todo, y aunque hubo algunas oportunidades, ninguno logró anotar. Durante el descanso, me senté en el vestuario, tratando de calmar mis nervios. Los chicos me animaron, sabiendo lo importante que era este partido para nosotros.

"Vamos, Nico," dijo uno de mis compañeros. "Este es nuestro momento. Sabemos que puedes hacerlo."

Asentí, agradecido por su apoyo. Salimos al campo para el segundo tiempo, y la tensión en el aire era palpable. Cada pase, cada movimiento contaba. Sabía que teníamos que darlo todo.

Fue en el minuto 75 cuando vi mi oportunidad. Recibí un pase perfecto desde el medio campo y, con una habilidad que solo se logra con años de práctica y dedicación, driblé a dos defensores y disparé hacia la portería. El balón entró en la red y el estadio estalló en vítores.

Mientras corría hacia la esquina del campo, me levanté la camiseta del Athletic, revelando la que llevaba debajo. En letras grandes y claras, se leía: "Sara, ¿lo volvemos a intentar?"

DESTINO//NICO WILLIAMS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora