Patientia

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Había pasado un tiempo desde que regresó de Dunster; dos meses o tres, y quizá hacer un par de horas extras en el trabajo no le iba mal después de todo cuando, milagrosamente, se distraía de los recuerdos, cuando ganaba dinero y veía el rostro de Alex y Landon al ser simplemente ellos. Y tal parecía que su jefe había encontrado la manera de poder sacar provecho de aquello, y, ella, no se opuso a cualquier objeción. 

Terminó de atender a los últimos clientes presentes y se quitó el delantal lista para volver a casa.

Nada volvería a ser igual, era evidente, pero no tenía un poder divino para cambiarlo y la resignación a esas alturas no se vio como un mal aliado. Irina, había estado más cerca que de costumbre aludiendo el papel de madre sobreprotectora, y solo accedió "soltarla" por permitir la presencia del caballero salvador, como ella lo había llamado.

—Señor, ¿necesita algo más antes de irme?, ya he terminado y regresaré a casa. —dijo en lo que depositó el delantal en su lugar y tomó sus cosas del cuarto de servicio lista para irse.

—¿En serio? ¿Es demasiado pronto, no te parece? ¿Quién está a cargo del mise and place? Landon está enfermo y Miller descansa hoy, los otros no tienen idea del estándar y sabes que no confío en más nadie.

—Lo sé, y lo entiendo, señor. —dijo intentando buscar una solución mirando a todos lados —Si desea, con gusto mañana me presentaré temprano y me encargaré personalmente de todo.

—Es lo mínimo que espero, Lennon, después de tu temporada vacacional. —dijo y suspiró, la mirada perspicaz de su jefe era todo un reto, y aunque sus palabras le provocaron estragos, ella solo asintió —Siempre sabes que decir, ¿no es así? La chica más eficaz de todas avisa que volverá a su casa aun con trabajo pendiente... —ironizó —La educación siempre ha sido tu fuerte, debo admitir que eso es bastante bueno, y más aquí cuando no todos los días alguien merece una bienvenida tan agradable. Como sea, te veré mañana, porque sí volverás, ¿verdad?

Lennon quedó analizando las palabras, y antes de siquiera saber qué decir sus labios se movieron con anticipación —Disculpe pero, ¿no debería acaso? Volver a mi casa a descansar después de estar atendiendo su Pub casi que las noches enteras por... por casi ¿dos meses?

El hombre cuadró los hombros.

—La pregunta sobra Lennon Clent; no es como que me dejes muy convencido con el último permiso. Tuve que mover todo lo que se supone que ya estaba hecho solo porque decidiste tomarte un par de semanas más. En pocas palabras, menos tiempo y más gastos para mí. Siquiera puedo permitirme un comentario como este, soy tu jefe, ¿no?

—Entonces sugiere que renuncie o duerma en su negocio.

—No, no te lo sugerí, por supuesto. Pero si quieres que lo comience a considerar, créeme, no es un problema. —satirizó hasta terminar por bufar —Por favor, es una conversación tan absurda pero aquí estamos. Escucha, no te lo tomes tan enserio, piensa que solo es un comentario, una broma si así quieres, —dice el hombre restando importancia y Lennon levantó el mentón un poco más si eso se podía asintiendo de forma despectiva —y no, tampoco es una amenaza así que, ya, vuelve a casa. Hablaremos después sobre tus horarios, eres lo suficientemente buena como para no darte otra oportunidad.

Había burla en sus palabras, sin duda, y simplemente no lo iba a dejar pasar. Retrocedió hasta la puerta trasera empujándola con el espaldar, no sin antes dejar ella el último comentario.

—Pensé que con la edad el carácter de mierda y los chistes estúpidos iban mejorando... ya veo que no; y supongo que la vejez a veces no te hace sabio. —luego, vio a los ojos de su jefe —Disculpe, es solo un comentario, señor. Buenas noches. —se volvió en los pies quedando en el andén, inclinando la cabeza e inhaló recibiendo la brisa y soltando una excesiva cantidad de aire.

Cartas a un extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora