—No... N-no, no, ¡dije basta! —se incorporó de pronto con las mismas sensaciones de siempre. Esa noche, después de gemidos y orgasmos, se reafirmaba esa característica sensación que ya le estaba comenzando a parecer distante —Joder, joder... —masculló dándole la espalda al otro cuerpo y llevándose una mano al pecho con la intención de buscar calma.Eliot la tomó de los hombros suavemente.
¿En qué momento había estado sollozando?
—Ven aquí...
Se acomodó en la cabecera atrayéndola hasta él y recargándola a su pecho, dejando un beso en su coronilla y quedándose ahí para repartirle unas cuantas caricias más.
—Han regresado, ¿verdad? —ella asintió levemente, aferrándose a él cuando creía que podía no estar sintiendo su calor —...Es normal tener miedo... —murmuró —A veces yo también lo tengo, aunque siempre me creas muy correcto en todo los aspectos de mi vida... Sí... Yo también lo tengo...
—¿De qué podrías tener miedo, Eliot?
—De muchas cosas, Lennon... De tan solo de pensar si seré capaz de resolver el caso de Oliver... O tal vez de no saber ayudarte a superar tus temores... O simplemente perderte por alguna razón incomprensible. —confesó. Continuamente, tomó su mejilla acercándose a su rostro —...Fue un mal sueño... Mírame; estoy aquí contigo. Y estaré aquí siempre.
Y después,el próximo beso, duró un poco más. Lennon volvió a acomodar su cuerpo desnudo hasta colocarse a horcajadas y pasar los brazos por su cuello.
—Lo estás prometiendo. Y mencionaste que nunca faltas a tus promesas...
El hombre asintió levemente y juntó sus frentes.
—Y sé qué significa prometer algo así.
—Eliot... Sé que hago mal en aferrarme de esta manera a ti. Pero, después de todo lo que ha sucedido eres... Eliot Thompson, eres lo único en lo que podría querer hacerlo. —susurró.
—¿Por qué tienes tanto miedo, preciosa mía...?
"Porque no quiero que un día me digas que te has cansado, y solamente algo nos separe y me quede sin nada de esto que gané por ti."
Eso quiso decir. Sin embargo, solo mordió su labio y deslizó las manos al pecho del hombre. De forma honesta, tampoco parecía tener una respuesta, ni siquiera pensando aquello; así que solo tomó las mejillas del hombre con ambas manos determinando el gris de su mirada. Esa que tanto le cautivaba siempre.
—Dime qué fue eso que soñaste.
—¿Te... te importa si solo me quedo aquí, en tu pecho? —murmuró ante su mirada, y Eliot volvió a envolverla.
Se recostó en él buscando el calor de su cuerpo otra vez junto a la protección que poco a poco parecía sentir lejana; y las palabras, salieron simplemente de sus labios.
—Te amo, Eliot Thompson... Te amo de verdad.
—No. No lo digas así, Lennon. No lo digas solo porque tienes miedo de que algo suceda.
Lennon tragó fuerte; quiso que todo se detuviera ahí, la sensación no terminaba por írsele, y tampoco parecía soportar el volver a tener más pesadillas; pues, solo una la desestabilizaba y arremetía con fuerza, sofocándola en desesperación y lo que parecía ser una incesante agonía.
—Estoy aquí, —"¿conmigo...?" —contigo. Para siempre. Y hasta donde tú me lo permitas.
Sentía muy a fondo de su corazón un fin y vacío por él a pesar de estar cerca y tentar cada parte de sí.
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Cartas a un extraño
Roman d'amour¿Te gustaría escucharme? Es que, quiero compartir contigo una historia, una de esas de las que "no se tienen memoria", una donde extrañamente entiendes lo que digo solo porque a veces, y solo a veces, es inevitable que todo se dirija de atrás hacia...