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Hasta que nos volvamos a encontrar.

Una vez más todo había sido predecible e irrefutable; evidentemente nada había cambiado en ningún momento y concluyó que aquella "burbuja de predilección" no se volvería un bucle sumamente irritante y explosivo. Y por ende, imitar a Oliver y desaparecer no sonaba a una mala idea si incluso buscaba la suficiente calma que necesitaba en los abrumantes días.

Y eso pensó en la comodidad del sofá.

Comenzaba la época que esperaba; sus clases aguardaban hasta el próximo ciclo considerando un par de días para la foto-cacería con la sola intención de distraerse. Con riesgos su jefe se opondría valiendo cualquier pretexto para oponerse, pero, para su agradecida y no tan segura suerte este la había sorprendido diciendo: Toma los días que consideres necesarios.

¿Era acaso una forma disimulada de despedirla?. En el fondo parecía ser una probabilidad, sin embargo, aseguraba en sus adentros que no le era conveniente un recorte de personal antes de terminar invierno. Lennon necesitaba vacaciones y quería vacaciones de verdad así que comenzó hacer un itinerario mental de qué lugares visitaría, pero como clic la figura de su padre llegó y junto a él los recuerdos.

Dudó; más de una vez. Hasta que al fin ese impulso que necesitaba dejó de vacilar.

—Ya que Mahoma no va a la montaña... —tomó el teléfono y comenzó un pitido —...la montaña tiene que... —dos —...tiene que... —cerró los ojos al escuchar la línea abierta.

—Lennon.

—Hola papá... —por un momento, ni la voz de su padre ni ella parecía saber cómo imitar una palabra.

—¿Está todo en orden? —dijo al fin su padre —¿Hay algo que necesites, dime cómo te encuentras? —y como si pudiera imaginar los movimientos de su padre, levantó las comisuras de la boca. Al final, ese era su padre.

—Estoy bien. Y todo lo está, no debes preocuparte demás. —en una fracción de segundos el silencio parecía querer reinar.

—Si es eso así, entonces estoy feliz de que hayas marcado.

Asintió. 

—¿Qué hay de ti, papá?

—Bueno, la cotidianidad no parece verse tan mala para mí. Esto de retirarse, arreglar el jardín y mover la casa ya no me parece tan malo si encuentro siempre qué hacer. Aunque nunca dejo de más el querer una actividad inhabitual, ¿sabes?

—Las vacaciones indefinidas parecen sentarle bien señor Clent. Pero, ¿en serio el jardín?, nunca te gustaron las flores, así que no puedo evitar sentirme sorprendida por saber que ahora te interesa.

—¿Irónico, verdad?, descubrí habilidades que no sabía que tenía, incluso tan viejo como estoy y eso ya es demasiado. Te apuesto a que superaría a Mérida.

—Vamos, no seas duro contigo mismo; solo digo que las flores deben estar tan desconcertadas desde que decidiste interesarte cuando antes dejabas que murieran amargamente. —ambos sonrieron en cada lado de la línea.

—Los extraño. Te extraño, cariño... y a nuestra familia también. —Lennon instintivamente cerró los ojos y suspiró.

—Es imposible no extrañarla, papá.

—El silencio aquí no parece de mi completo agrado últimamente. —dice haciendo un quejido —Y ya sé lo que vas a decirme, pero, siendo honesto no quiero solo escuchar el sonido de la chimenea ni tampoco ir solo en el tren y escuchar hablar a otros de sus familias tan extremadamente perfectas. Decidí no hablar más de este tema pero recordarla últimamente... me hace extrañar ese tiempo.

Cartas a un extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora