CAP 57

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Dolor, era el peor dolor que pude sentir en la vida. Mariana había llamado a Daniel en el camino y cuando llegue al hospital el ya estaba ahí, esperando por mi.

- ¡Joder!- grite del dolor

- Cerecita cálmate- dice tratando de calmarme

- ¡Claro como no es a ti al que le duele!- exclamé con rabia- ¿Donde esta el doctor?

- está haciendo una cirugía señorita- dice la enfermera desde su lugar

- Dios esto duele peor de lo que pensé- lágrimas ya se asomaban en mis ojos

- ¿Enfermera y no se puede buscar otro doctor? Mi novia está dando a luz antes de lo estimado- dice Daniel con preocupación

La enfermera frunció el ceño con preocupación y asintió.

-Voy a buscar al doctor de guardia. Espérenme un momento- dijo antes de salir apresuradamente de la sala.

En eso vino otra contracción y apreté la mano de Daniel.

-Cerecita, respira profundo. Ya casi, cariño, ya casi- murmuró cerca de mi oído, tratando de calmarme.

Las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro. El dolor era cada vez más intenso.

Finalmente, la puerta se abrió de golpe y entró un doctor con expresión seria, seguido por dos enfermeras.

-Bien, vamos a ver qué está ocurriendo- dijo el doctor mientras se colocaba los guantes rápidamente. -Señorita, voy a hacer un chequeo rápido.

Miré a Daniel, sintiendo la mezcla de terror y alivio mientras el médico se acercaba. Él me devolvió la mirada, con la misma preocupación reflejada en sus ojos.

-Todo va a salir bien, estamos juntos en esto- dijo Daniel, apretando mi mano aún más fuerte.

-Todo va a salir bien, estamos juntos en esto- dijo Daniel, apretando mi mano aún más fuerte

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El doctor terminó su evaluación en cuestión de segundos, luego me miró directamente.

-El bebé está en camino y va a ser un parto de emergencia. Prepárense- anunció, mientras las enfermeras comenzaban a movilizarse a su alrededor.

Las palabras del médico hicieron que mi corazón latiera aún más rápido. Daniel me vio y agarro mi mano fuertemente.

- todo saldrá bien bebé- dice dándome un beso en la mejilla

Después de unos cuantos minutos estaba en el quirófano, pujando y agarrada de la mano con Daniel.

El dolor era desgarrador, pero cada vez que sentía que ya no podía más, la voz de Daniel me traía de vuelta.

-Vamos, cerecita, tú puedes. Eres la mujer más fuerte que conozco. Solo un poco más- decía con una mezcla de urgencia y ternura en su tono, apretando mi mano mientras yo seguía pujando con todas mis fuerzas.

El médico me dio una señal.

-Ya casi, ya casi, empuja una vez más, fuerte- dijo con firmeza.

Con cada gota de energía que me quedaba, empujé una vez más y sentí una mezcla de alivio y agotamiento cuando un llanto agudo resonó en el quirófano. El bebé había nacido. Daniel dejó escapar un suspiro aliviado y su mirada brillaba al ver a nuestro hijo.

-Lo hiciste, amor. Lo hiciste- susurró Daniel, besándome en la frente. Pero antes de que pudiera responder, el médico frunció el ceño.

-Espera, hay otro- dijo de repente. -¡Prepárense, viene un segundo bebé!

La noticia me dejó en estado de shock, pero no tenía tiempo para procesarlo. Sentí otra contracción, más fuerte que antes. Daniel abrió los ojos, sorprendido, pero inmediatamente volvió a concentrarse en mí.

-Vamos, cerecita. Otro más, tú puedes hacerlo- me animó, apretando mi mano con más fuerza.

Con un último esfuerzo, empujé nuevamente. El doctor levantó a la pequeña niña, que parecía tan frágil y diminuta.

-Es una niña- anunció el médico con una sonrisa

El silencio fue abrumador. A diferencia del primer bebé, la pequeña no lloraba. El médico la sostuvo con cuidado, su expresión cambiando de alivio a preocupación mientras las enfermeras se movilizaban rápidamente para examinarla.

Mi corazón se detuvo por un momento. Daniel y yo nos miramos, el miedo reflejado en nuestros ojos.

-¿Qué está pasando? ¿Por qué no llora?- pregunté con voz temblorosa, sintiendo una mezcla de angustia y desesperación apoderándose de mí.

El médico se giró hacia nosotros, su expresión serena pero con una clara preocupación.

-La niña está teniendo dificultades para respirar- explicó rápidamente mientras las enfermeras conectaban a la pequeña a una pequeña máscara de oxígeno. -Puede deberse a que los pulmones no están completamente desarrollados. Vamos a ponerla en la incubadora para asegurarnos de que reciba el apoyo que necesita.

Daniel se inclinó hacia mí, apretando mi mano para darme fuerzas.

-Va a estar bien, cerecita. Tienen todo bajo control- dijo, aunque yo podía notar el temblor en su voz.

El médico continuó, hablando con calma pero sin dejar de supervisar a la pequeña.

-El parto se adelantó debido a un problema de presión alta en la madre, que probablemente fue causado por la bebé. El estrés en el útero hizo que fuera necesario que nacieran antes de lo planeado- explicó. -Afortunadamente, la detectamos a tiempo. La niña necesitará estar en la incubadora para ayudarla a estabilizarse y monitorear sus signos vitales.

- ¿doc...doctor puedo cargarlos?- dijo Daniel con dificultad, sabía que al igual que yo también estaba sufriendo por la pequeña

- si, pero rápido- dice el doctor mientras le entregan a la pequeña rápidamente

Daniel estaba realmente feliz por sus bebés, me los acerco y les di un beso, luego se la entrego a la enfermera

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Daniel estaba realmente feliz por sus bebés, me los acerco y les di un beso, luego se la entrego a la enfermera. Mientras se llevaban a la pequeña en la incubadora, una mezcla de emociones me invadió: alivio por haber dado a luz, miedo por la condición de nuestra hija y gratitud porque, a pesar de todo, estábamos en manos expertas. Daniel me miró, su expresión reflejando la misma mezcla de sentimientos.

-Va a salir adelante, lo sé. Es fuerte, igual que su madre- dijo, besándome suavemente en la frente junto a nuestro pequeño príncipe. Y aunque todavía me sentía asustada, me aferré a esas palabras con todas mis fuerzas.


!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora