CAP 62

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— sabes Cerecita deberíamos hacerle otro hermanito a los niños— dice mientras caricia mi espalda

Los dos estábamos acostados en la cama, y los niños estaban en sus habitaciones.

—¿Estas loco? No podemos con dos y ya quieres otro— bufé por las palabras dichas

— no lo digo tan literal, solo hacerlo sin dejarlo adentro— dice empezando a meter sus manos entre mis pantalones de pijama

—¿No crees que es lo mejor?— dice para luego introducir dos de sus dedos en mi parte íntima.

—¡Ah! ¡Da...Dani!— gimo en respuesta ya que el había empezado a mover sus dedos dentro de mi

— si, enana, gime todo lo que quieras— y justo en ese momento un llanto se hizo presente— ¡Mierda!— le di un pequeño golpe en su brazo y antes que se quejara...

— ve atender a tus hijos, y sin peros que yo me la pasó atendiéndolos todo el día— digo acomodandome

Después de escuchar el llanto, Daniel suspiró y se levantó rápidamente de la cama.

—Está bien, está bien, ya voy— murmuró mientras se dirigía al cuarto de los niños.

Cuando llegó, encontró a Zoe llorando en su cuna. La tomó en brazos y la acunó suavemente, tratando de calmarla. Mientras tanto, yo  acomodaba en la cama, tratando de volver a relajarme.

—Tranquila, pequeñita. Solo tienes hambre, ¿verdad?— susurró Daniel, llevándola de vuelta a la habitación. Yo me sente y me preparó para amamantarla.

—Matteo se va a despertar también— adverti justo cuando se escuchó un pequeño quejido desde la otra habitación.

Daniel sonrió, resignado. —Bueno, parece que es noche de turno doble.

Mientra yo comenzaba a amamantar a Zoe, Daniel fue al cuarto de Matteo, que ya estaba inquieto en su cuna. Al levantarlo, Matteo se aferró a su cuello, todavía medio dormido pero claramente buscando consuelo.

—Shh, ya estoy aquí, campeón— susurró Daniel mientras lo acunaba. Matteo se acomodó contra su pecho, calmándose poco a poco.

De regreso en la habitación, yo estaba en la mecedora con Zoe en brazos, quien finalmente había dejado de llorar. Al ver entrar a Daniel con Matteo, ella sonrió con ternura.

—Parece que esta noche nos tocó una visita familiar completa— comente en tono de broma.

Daniel se sentó en el borde de la cama, balanceando ligeramente a Matteo, que comenzaba a volver a dormirse. —Lo bueno es que siempre podemos retomar lo nuestro después— dijo con un guiño, aunque en el fondo ambos sabían que el cansancio de cuidar a los pequeños a veces los superaba.

—Claro, si es que no caemos rendidos antes— respondí, dejando escapar una pequeña risa.

Nuestra noche básicamente se trataba de esto, ya no teníamos intimidad, pero era debido a que toda nuestra atención era hacia los niños.





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