La habitación donde los llevo Hawks no estaba lejos de la sala solo tenían que pasar un pasillo largo y girar a la derecha pero el tiempo que les llevo llegar ahí se sintió eterno.
Eri no había soltado la mano de Shoto desde que lo vió, tenía la nariz roja y los ojos hinchados, la mirada perdida y la cabeza gacha. Parecía una niña pequeña que acababa de enfrentar la noticia más horrible de su vida.
El bicolor tenía deseos de matar a Midoriya por haberla puesto en ese estado, ¿qué maldito derecho creía tener para hacerle eso a su bebé? Pero él también tenía la culpa, si le hubiera dicho algo a Eri sobre quién era, entonces no estarían en esta situación.
Ella podría haber estado preparada. Podría haberle escupido a el de pecas en la cara. Pero no tenía caso reprocharse sus errores ahora, debía ser el apoyo de su hija. Cuando entraron a esa habitación, los dos solos, le frotó el dorso de la mano para que le prestará atención. Eri levantó la cabeza, sus ojitos hinchados lastimaron el corazón de Shoto. Le dió un beso en la frente y la abrazo.
Eri soltó un suave sollozo una vez más. Su voz al hablar era la de una niña muy asustada, triste y confundida.
—Papá...—murmuró la albina mirándole a los ojos —Y-Yo...¿por qué me criaste? ¿por qué lo hiciste?
El bicolor tomo aire, se acercó a la albina y la sentó en una silla, después se arrodilló delante de ella en el suelo. La albina le miro con los ojos rojos que estaban por volver a llorar en cualquier momento y él inclino su cabeza, sosteniendo sus pequeñas manos entre las suyas.
Había visto a Eri desde que nació hasta ahora. La vio dar sus primeros pasos, la vio durmiendo incontables veces, la vio enfermarse, la vio llorar y la vio reírse. La llevo a lugares rodeados de nieve que combinaban con su cabello, a sitios donde los árboles eran tan grandes que parecían no tener final y le enseño a usar una espada, a practicar el cultivo espiritual.
Siempre que estaba a su lado, no podía evitar imaginar a alguien más junto con ellos. En su imaginación esa persona les sonría y miraba con cariño. Era el deseo más doloroso dentro de su corazón, aquel que jamás podría hacerse realidad.
¿Por qué la crío? ¿Por qué acepto hacerlo? Solo tenía una única respuesta para ella.
—Me recordabas al amor de mí vida. A mí único primer amor —murmuró con la voz entrecortada —Eras su tesoro más preciado y él...ya no estaba para cuidarte, así que intente hacerlo yo en su lugar. Antes de que me diera cuenta te volviste la razón por la que estaba viviendo. Nunca, ni una sola vez en mi vida, he pensado en ti como nada más que mi hija.
—P-Pero yo s-soy —tartamudeo la menor —L-La Calamidad, ¿no? Un monstruo. Un ser que solo quiere hacer daño.
Shoto soltó un pequeño suspiro y beso las manos de Eri. Como todos los cultivadores, ella tenía marcas del entrenamiento con la espada en sus manos. Con pequeños callos y heridas.
¿Cómo podía pensar de sí misma que era alguien que buscará dañar a otros? No era así para nada. Ella era la primera en ayudar. En pelear por otros. Su hija no era capaz de hacerle daño a nadie.
—Eri, dime, ¿alguna vez has querido hacerle daño a alguien? —le preguntó en voz baja y la niña negó con la cabeza — ¿Crees que tus amigos te verían como un monstruo si un día te la nada te enojas y les gritas? —otra negativa — ¿Me odias por no decirte la verdad?
— ¡N-No! —negó la menor de inmediato —N-No, y-yo solo estoy confundida, pero no te odio. No te odio, p-papá.
El bicolor soltó un suspiro de alivio al escuchar eso y le sonrió a la niña.
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¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]
FanfictionNi muerto tenía paz. Para Bakugou Katsuki, el conocido Gran Maestro del Cultivo Demoníaco, era una enorme ironía lo que estaba viviendo.Lo habían revivido, no sabía cómo...bueno, sí sabía cómo, pero no sabía porqué y lo iba a descubrir. ¿Y quién sa...