Capítulo 17

287 63 40
                                    

[¡Tenemos capítulo doble!]

— ¡Katsuki!

La voz de Shoto fue lo primero que escucho, a la vez que sentía un horrible dolor de cabeza y podía ver que sobre sus ojos flotaba una pequeña esfera plateada con un listón rojo. Sino fuera porque seguía abrumado por los recuerdos de Himiko Toga, la habría agarro de inmediato, pero no lo hizo. En cambio, respiro hondo e intentó sentarse, sintiendo como el dolor de cabeza empeoraba y se mareaba más.

—Katsuki, no te muevas mucho —le paso un brazo por los hombros y le frotó la espalda —Eri, pásame el agua.

— ¿Cuando llegaste...? —murmuró débilmente el cenizo.

—Primero toma el agua.

Katsuki frunció el ceño pero, inesperadamente, termino siendo obediente con el mayor. Se apoyo en él, bebió una taza de agua fría que le ofreció y acepto que colocará encima de su ropa la capa exterior blanca que era suya. No fue hasta que el dolor de cabeza se desvaneció que noto la campana que seguía flotando cerca suyo y que vio a Eri sentada delante suyo, con la cabeza levemente baja como si estuviera avergonzada por algo. Y a Kota que miraba a la pared del lado izquierdo como si fuera lo más interesante del mundo.

Entonces, el cenizo recapacitó de la posición muy cercana que tenía con el mayor, el cuál lo había sentado en su regazo, con una mano puesta en su cintura y la otra en su espalda. Su rostro se puso rojo y le dió leves empujoncitos para que le diera espacio nuevamente. Una vez lo hizo, miro hacia la campana, la cual estaba vieja y desgastada. La agarro con cuidado entre sus manos y se sintió mejor al hacerlo.

—Una Campana Dorada —murmuró nostálgico — ¿Acaso ella te la presto?

Al referirse a ella lo hacía a su hermana menor, Hazuki. Solos los miembros de YouGou portaban Campanas Doradas, las cuales ayudaban a la estabilidad de sus núcleos y de sus cuerpos. El cenizo no creía del todo que la castaña hubiera ofrecido su artefacto al bicolor como si nada.

—No, es...tuya, en realidad —murmuró el más alto —La encontré hace unos años y no te la puede devolver.

— ¿Y la has guardado por tanto tiempo? —preguntó asombrado el cenizo mirando la vieja campana, notando las abolladuras y el desgastado color del listón rojo — ¿Te ha ayudado en algo?

—Lo ha hecho —afirmó el bicolor.

Bakugou sonrió levemente al imaginar eso, a su pequeña campana siendo de ayuda para el grandioso Dragón Blanco de KinoRoki en sus cacerías nocturnas. Le hacía sentirse satisfecho sin motivo y lo llevo a agarrar la mano de Todoroki, para darle otra vez la campana.

—Entonces puedes conservarla por un tiempo más.

Cuando sus manos se rozaron el más bajo pudo notar la enorme diferencia entre ellos, las manos del bicolor eran un poco ásperas, con dedos largos y mucho más grandes que las suyas. En cambio, las de él eran pequeñas, dedos cortos y suaves, con pequeñas heridas en los dorsos como si fueran pequeños arañazos. Pero cuando se tocaron fue como si estuvieran hechas para sostenerse la una a la otra y esa sensación le llevo a sentir un hormigueo tan fuerte, que tuvo que alejar su mano de la del mayor y enfocarse en otra cosa.

Kota y Eri fueron su salvación de ese momento incómodo dónde su corazón latía sin razón.

— ¿Dónde mierda están los demás? —quiso saber, evitando la mirada del mayor, aunque la podía sentir en su cuello.

—En el salón. Cuando Shoto-san llegó había entrado en un estado muy alterado y eligieron irse para no causar problemas —contestó diligente Eri —Nosotros nos quedamos por si acaso.

¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora