La secta MonoShin I

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Una carta de Monoma llegó a la secta KinoRoki cierto día, pidiendo la ayuda del Dragón Blanco de KinoRoki y del Gran Maestro del Cultivo Demoníaco en explícitas palabras para tratar un asunto de carácter urgente en su región.

Y junta con esa carta, estaba adjunta la de Shinsou que aclaraba que no era ni la mitad de dramático el asunto y que a su esposo le daba vergüenza reconocer que solo quería ver a Bakugou por unos días. También agregaba que Testu, Kendo y su pequeño hijo Ritsu tenían deseos de verlo.

El cenizo se rió por un rato de la carta pero respondió cortésmente que iría a ayudar y junto con Todoroki. De seguro el rubio solo lo invitó porque sabía que no le agradaba estar separado de él.

Debido a que el asunto de urgencia de la secta MonoShin era un buen lugar práctico de aprendizaje el de ojos rojos pidió que se le permitiera ir con unos discípulos. El líder de MonoShin lo permitió sin problemas.

—Es la primera vez que pasamos por este territorio, superior Bakugou —comentó Hikaru que miraba a los alrededores lleno de curiosidad e interés — ¿Faltará mucho para llegar a la secta MonoShin?

—Unos pocos kilómetros —respondió el cenizo —Eri, Kota, ¿cómo están con sus caballos?

El territorio de MonoShin que se encontraba entre YouGou y HaShima tenía ciertas barreras espirituales y de energía resentida que hacían difícil el llegar con las espadas espirituales. Así que el trayecto más seguro era a caballo yendo por los senderos normales.

Pero a diferencia de Hikaru que iba feliz de la vida con su querido caballo, Kota y Eri habían tenido varias dificultades y se estuvieron por caer en dos o tres ocasiones. Shoto no pudo evitar reírse de su hija cuando la vio rogándole al caballo que le hiciera caso.

— ¡B-Bien, Katsuki-san! —aseguró la albina aunque el cabello se le iba de lado.

En cambio, Kota no contesto. Si lo hacía perdería el ritmo que llevaba con su cabello y realmente se caería de cara a la tierra del suelo.

El cenizo les indico nuevamente cómo llevar las riendas del caballo para no caerse y qué indicaciones darle para que se moviera como ellos quisieran. Los jóvenes hicieron todo lo posible por comprenderlo pero les estaba resultando extremadamente complicado.

Al menos ya estamos por llegar.

Katsuki miró hacia el frente notando que ya estaban llegando a uno de los pueblos de MonoShin. Al estar encima de Glotón junto con Shoto varias personas le miraron extraño al llegar. No solo porque era raro ver a dos hombres juntos sobre un caballo, sino también porque sus vestimentas eran muy distintivas.

Claramente empezaron a sacar conclusiones. Pero bien, ese no era su asunto. Era el momento de bajar de su caballo y como el bicolor lo hizo primero, lo ayudo a él agarrando su cintura y bajando su cuerpo hasta que tocó tierra. Una vez en tierra firme, escucharon a sus espaldas un leve grito y vieron que Kota también tocó tierra firme, pero con su espalda y trasero.

El caballo parecía burlarse de su expresión de enfado.

—Los de KinoRoki no solo no saben estar en un bote. Tampoco pueden estar sobre un maldito caballo —se burlo el cenizo en lo que iba hasta el menor y lo ayudaba a pararse —Lindo aterrizaje, Kota.

—No se burle, superior Bakugou —se quejo el joven sintiendo que se le habían salido todos los huesos de la columna vertebral.

El cenizo sonrió levemente y le indico que fuera con Eri. Ella se había bajado bien del cabello pero le dolían las piernas y el trasero por el incómodo viaje. El azabache le pidió que le curará con su energía espiritual por un momento y ella accedió a hacerlo. Mientras tanto, Hikaru tomo a todos los caballos por sus riendas y como si fuera todo un experto los puso juntos en una línea para que ninguno se escapará. Los caballos parecían adorar al joven, seguían sus indicaciones tranquilamente y no se escapaban como con los otros dos miembros de KinoRoki.

¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora