Capítulo 4

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— ¡Ya déjenme ir, maldita sea! ¡Déjenme! ¡Que me dejen!

Katsuki estaba atado de manos y pies, encima de su caballo que por algún milagro extraño lo esperaba en la salida del bosque en vez de en el pueblo como le dijo. El caballo casi parecía presentir que él lo necesitaría y si bien era el caso porque no podía caminar por sí mismo debido al cansancio, ¡no era de aquel modo en que pensaba que lo usaría!

Para empezar, Shoto con su cara de me vale todo lo arrojo al lomo del caballo, lo amarro con correas e ignoró todas sus palabras acerca de que estaba mintiendo y que quería irse. Solo le quedada gritar, pero el muy maldito hacia oídos sordos y también los niños que le acompañaban.

Al menos, Eri y Kota parecían estar avergonzados. Debería creer que su ejemplar cultivador perdió la cabeza al llevarse a un loco por la fuerza.

El cenizo se terminó rindiendo con los gritos. Le dolía la garganta y finalmente el poco de energía que le quedaba lo abandonó. Se acomodó lo mejor que pudo sobre el caballo y fue observando las montañas dónde estaban. No sabía porqué el mayor y sus discípulos no usaban sus espadas para transportarse. Podría que se debiera a que él tenía que ir en caballo.

De todos modos, en espada se viajaba mucho más rápido, ¿por qué Todoroki Shoto no pensaba en eso?

Bakugou tenía los ojos semicerrados cuando llegaron a su destino. Las enormes y poderosas montañas de Kino custodiadas por la familia Todoroki. De solo ver las escaleras agradeció estar encima de un caballo. Pero cuando pasaron por el muro de reglas sintió el impulso de escapar y fiel a su temperamento, se bajó de un saltó del caballo y rompió las cuerdas de sus tobillos con fuerza bruta en lo que emprendía la huida.

A sus espaldas escucho el grito de Kota que le pedía detenerse y los pasos de Eri pero no fue ninguno de ellos quien lo atrapó. No, al contrario, la persona que le atrapó fue la que no le prestó atención en todo el viaje y que ahora lo agarro de frente, sostuvo sus muñecas y le miro a los ojos como si se tratara de un insoportable chiquillo desobediente.

El cenizo chasqueo la lengua con disgusto e intento escaparse del estoico hombre con un par de comentarios.

—Por muy guapos que seas, si hay alguien protestando porque no quiere tu compañía, solo deberías aceptarlo y seguir adelante —ladeo la cabeza con gesto inocente y se puso de puntas de pie para casi rozar los labios del otro hombre, esperando que lo encontrará desagradable y lo empujará lejos —El joven maestro es muy hermoso, podría encontrar a alguien mejor que yo en poco tiempo.

Bien, si no se enoja con esto, me arriesgaré a besarlo y que me corra por la montaña con su espada.

Bakugou se quedó viendo fijamente el rostro del contrario. Y odiaba admitirlo pero a Todoroki los años no parecían haberlo afectado, no aparentaba estar casi en sus treinta, al contrario se veía en sus veinte y veinte tantos. Era muy atractivo, con esos ojos fríos e incluso con su cicatriz. Podía sentir la piel de su rostro calentándose solo por mantenerle la mirada pero, ¡mierda, no bajaría la cabeza y echaría a perder su plan solo por vergüenza!

El mayor también lo observaba con cierta atención que le hacía sentirse nervioso pero por la manera en que sostenía sus muñecas, dudaba mucho de que pensará en soltarlo y tuvo razón cuando finalmente le hablo.

—Necesitas descansar —declaró con sencillez, haciendo caso omiso a todo lo que dijo el chico antes —Mañana quiero hablar contigo sobre lo que Eri y Kota encontraron.

Si no fuera por la última oración, Katsuki hubiera diseñado un plan para huir durante la noche de la montaña. Pero bien, el asunto del brazo le causaba curiosidad y quería investigarlo también.

¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora