Capitulo 27

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Katsuki quería que se lo tragara la tierra. Los niños le miraban con curiosidad por su atuendo y la peluca, la niña le estaba agarrando de las manos tan fuerte que le daban una idea de que no podría escaparse sin darle alguna explicación.

Monoma, Kendo y Ritsu también estaban ahí. El rubio parecía a punto de estallar en carcajadas y la femenina le veía con algo de pena. El cenizo soltó un largo suspiro, completamente rendido y miro hacia Eri. En su corazón le dolió verla a punto de llorar por sus deslumbrantes ojos rojos. Mierda, nunca pensó que a ella le dolería tanto su partida.

—Lo lamento —murmuró apoyando su frente con la de la niña —Eri, perdón por irme sin despedirme, tenía mis razones.

— ¿Qué razones son? —quiso saber la albina bajando la cabeza y con los hombros temblando porque lo que realmente quería hacer era abrazar al mayor y llorar en su hombro como si fuera una niña abandonada.

—No es algo que pueda decirte —contestó el mayor —Lo lamento, en serio.

Eri sollozo y Katsuki se congelo. Kota y Hikaru le vieron con leve enojo, buscando que hiciera algo para consolar a la albina, ¡pero a él no se le ocurrió nada!

Hasta que Neito le dió un empujón en la espalda y su cuerpo se pegó más al de ella, entonces supo qué hacer. La albina le soltó las manos, se apoyo en su pecho y siguió llorando en lo que él la abrazaba, rodeando con uno de sus brazos su espalda y con el otro su cabecita.

—Uno pensaría que para la edad que tienes sabrías cómo consolar a los niños, primo —se burlo el rubio para después darle una mirada a los demás — ¿Son discípulos de KinoRoki, no?

—Sí, señor. Me llamo Kota Izumi —hizo una reverencia respetuosa el azabache —Agradecemos su ayuda.

—Yo soy Hikaru Itazura —se presentó el otro niño con una enorme sonrisa —Gracias por su ayuda.

—Que educados que son. Soy el líder de la secta Monoma, mi nombre es Neito —se presentó el líder para después señalar hacia la femenina y el niño de cabello plateado —Supongo que a ella la conocen, es Kendo Itsuka.

— ¡Kendo-sensei! —grito entusiasmado Hikaru — ¡Tanto tiempo sin verla!

Katsuki vio con el ceño fruncido como los niños iban hacia Itsuka para saludarla y mostrarle sus respetos. El rubio que se quedó a su lado, le dió una explicación breve pero detallada.

—Itsuka va cada tantos años a KinoRoki a dar clases. Son solo dos meses pero es muy querida por los estudiantes —le explicó el rubio —Es de esperarse que los jóvenes le conozcan.

—Comprendo —asintió el de ojos rojos para luego prestarle atención a la menor, la cual parecía estar mejor pero se negaba a soltarlo —Eri, tengo que irme. Tienes que dejar que me vaya, ¿si? Además, parece que tienes asuntos pendientes con la secta HaShima.

—...Nos llamaron para un entrenamiento —admitió la albina de ojos rojos —Midoriya-san nos estaba guiando hacia su territorio y de paso nos daba tutelas. No fueron muchas, por suerte.

Al ver como el pobre hombre acusado de ser cultivador demoníaco seguía en el suelo, el mayor podía hacerse más o menos una idea del tipo de tutela que Izuku quería infundir en los juniors de KinoRoki. Quería que aprenderían el modo de castigar el uso del cultivo demoníaco, la manera en lastimar a quienes lo practicaban y cómo justificar sus acciones.

Y estaba tan determinado en lograrlo que no dudo en golpear la albina.

— ¿Qué hizo ese hombre que lo delató como cultivador demoníaco? —preguntó el mayor colocando sus manos en los hombros de la niña para terminar el abrazo sin ser muy brusco con ella.

¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora