Epílogo.

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—Di ah.

Hazu, puedo comer solo.

Hazuki estaba sosteniendo un trozito de manzana para dárselo a Masaru, que tenía su brazo dominante inamovible. Quería darle de comer a su padre pero este se encontraba avergonzado y la castaña se reía de eso, al final le dejo el plato sobre el regazo para que pudiera comer con su otra mano.

—No eres divertido —se quejo la menor —Yo intentaba ser una linda y adorable hija que se preocupa por su querido padre.

—Hay cosas con las que ni siquiera yo estoy cómodo, Hazuki —se rió el castaño —Por cierto, ¿no es hora de que vayas a ver a Yuta-kun?

—Oh, tienes razón —miró por la ventana la de ojos café, notando que ya casi era el atardecer y se paró de su asiento —Ese tonto no comerá tampoco a no ser que le obligué. Vuelvo en un rato, papá.

Masaru se despidió de su hija con una sonrisa y Hazuki abandonó su habitación, aunque no se tuvo que ir muy lejos para llegar hasta su lugar de destino. Era una habitación a pocos metros de la de su padre, tocó la puerta con cuidado y escucho una voz femenina por primera vez que le permitía entrar.

Con algo de esperanza, ella abrió la puerta esperando ver que Yaoyorazou Momo se había despertado. En cambio, lo que vió fue a Jiro Kyoka, la madre adoptiva de Yuta y la esposa de Hanta Sero, sentada en una silla a un lado de su dormido hijo. Los dos estaban cerca de la cama donde aún se encontraba Momo durmiendo.

La castaña cerró la puerta despacio y se acercó hasta la mujer. Solo la había visto de lejos pero debía admitir que tenía un aura un tanto intimidante pese a su aspecto frágil y sencillo.

—Buenas tardes, Jiro-sama —la saludo formalmente.

—Eres Hazuki, ¿no? La hermana menor de Bakugou.

Hazuki sintió que era agradable la manera en que Kyoka se refirió a ella. Porque al decirle eso no tuvo ninguna mala intención e incluso le sonrió al hacerlo. Eso le dió a entender que la azabache guardaba afecto por su hermano o que su impresión de él era muy buena.

—Yu me ha hablado de ti. Y sé que estás haciendo que este niño no se salte las comidas, lo cual agradezco —le hizo un pequeño movimiento de cabeza en señal de agradecimiento —Puedes llamarme Kyoka. Aún si soy la esposa de Hanta mí estatus no es muy diferente al de un discípulo de TemKam.

—Pero sigue siendo su esposa y es la discípula más fuerte que TemKam ha tenido por lo que escuché —respondió la castaña —Sería irrespetuoso llamarla sin usar honoríficos.

—Buena respuesta para alguien tan joven. Tu hermano no era tan formal para hablar, aunque tampoco se equivocaba nunca en lo que decía a la gente —sonrió la mayor —Puedes llamarme Kyoka-san entonces.

—Sí, gracias, Kyoka-san.

Jiro sonrió ante la niña y luego se puso de pie, pasó una mano por el cabello de Yuta que estaba durmiendo sobre la cama, en una posición que no debía ser cómoda para su cuello y espalda.

—Ha insistido con donarle más sangre y por eso ahora está algo cansado —explicó en lo que se daba la vuelta ante la menor —Pediré que les traigan la cena aquí, si te parece bien.

—Se lo agradezco —hizo una leve reverencia la castaña —Si ve a los discípulos de KinoRoki, ¿puede avisarles donde estamos?

—Les pasaré el mensaje.

Kyoka se retiró de la habitación entonces, dejándole a Hazuki su lugar en el cuál se sentó. Yuta parecía continuar durmiendo sin problemas y ella se tomó un tiempo para mirarlo.

¡Bienvenido de vuelta, Gran Maestro! [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora