Acuerdo silencioso

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El azabache estaba acostado en su cama durmiendo, tenía las mantas desordenadas y su almohada estaba en el suelo, se encontraba más que cómodo, hasta que la puerta se abrió bruscamente, golpeando contra la pared, haciéndolo reaccionar bastante rápido mirando hacia la dirección del ruido, encontrándose con toda la tripulación.
–¡SORPRESA!–gritaron todos al mismo tiempo con una sonrisa.
–¿Que?–fue lo único que pudo decir ante el asombro.

Lucky sostenía un gran pastel, Yasopp al momento de entrar lanzó confeti y Building agitaba banderines con una ancla en ellos, mientras que el resto tenía obsequios.
–¡Hoy ya cumples dos años con nosotros!–celebró Bonk.
–No puedo creerlo, lo había olvidado–comentó con una sonrisa mientras se levantaba.
–Vamos al comedor, te trajimos regalos–le indicó Benn.

Anchor jamás supo cual era su verdadera fecha de nacimiento, desde que tenía memoria su edad dependía de cuánto tiempo llevaba en aquella isla, pero los piratas decidieron celebrarlo en el día en que se convirtió en su Nakama, hoy cumplía 6 años. Recibió varias cosas; ropa, recuerdos de islas anteriores, fotos de sus primeras aventuras y luego un gran banquete, celebraron por todo el día.
El pequeño a diferencia de su actitud al llegar, se volvió mucho más dócil y ahora actuaba casi igual que Shanks, lo había tomado de ejemplo, ya no se enojaba con tanta facilidad y casi siempre tenía una tenue sonrisa en su rostro, incluso copiaba su forma de vestir, pero parecía feliz haciéndolo, así que ninguno de la tripulación pudo cuestionarle nada.
Pasaron todo el día festejando, divirtiéndose y por supuesto, comiendo, pues con el tiempo, el apetito del azabache era imparable. Desde ayer que tiraron ancla en una isla inhabitada, con mucha fauna y grandes playas, ahora, el azabache estaba sentado en la arena algo lejos del barco, se había escapado mientras nadie lo miraba, o al menos eso creía, pues a los minutos de estar allí, sintió a alguien sentarse a su lado, era el capitán.
–¿Qué sucede?, ¿no estas feliz con la fiesta?–cuestionó el de sombrero.
–Claro que lo estoy, solo que quise alejarme un poco para pensar.
–¿Pensar?, ¿desde cuando lo haces?–bromeó, sacándole una risita al contrario.
–Idiota, me refiero a pensar en todo esto, mi vida cambio tan rápido.
–Pero para bien, ¿no?
–No lo se, sigo pensando que no debería estar aquí.

El pelirrojo frunció el ceño, por mucho que intentara, Anchor no parecía poder olvidar todo lo qué pasó en su isla, de todas formas no esperaba que lo hiciera, pero quería que lo intentara.
–Somos tu hogar, te mereces estar aquí tanto como cualquier de nosotros.
–Lo sé, pero siento que no lo merezco.
–Pues lo haces, la tripulación no sería lo mismo sin ti–el contrario bajo la cabeza, dudoso de seguir discutiendo–Anchor, mírame–ordenó, a lo que el pequeño acató de inmediato.
–¿Que sucede?
–¿Tú crees ser totalmente libre?–cuestionó, desconcertándolo.
–Bueno...sí, es obvio, no soy un esclavo o sirviente de alguien, así que supongo que sí.
–Pues no te creo.
–¿A que quieres llegar?
–Sigues atado a los moldes de tu pasado.
–No es cierto, olvide mi isla y solo me quedan algunas cicatrices, pero ya casi ni pienso en ello.
–Pero recuerdas a tu abuelo, ¿no es cierto?, sientes que no perteneces aquí pues sabes que tuviste la opción de irte con él.

El niño quedó en total silencio, volvió a desviar su mirada, ¿verdaderamente era eso?, ¿se arrepentía de su decisión, no, eso era imposible, después de todo, él era feliz con los pelirrojos, lo sacaron de aquella tristeza y rabia en la que estaba sumido, le dieron un hogar, comida y cariño, estaba en deuda con ellos, no podía simplemente querer haberse ido con un extraño del cual solo compartía sangre.
–No, claro que no, jamás he tan siquiera pensado en ser un Marine–respondió, aún inseguro de su declaración.
–Pero tampoco has decidido ser pirata.
–Si lo hice, por algo estoy aquí, gracias a ustedes soy libre.
–Y debes de darte cuenta de eso, tu cabeza no tiene precio, puedes ir a cualquier parte del mundo, si tú quisieras te podrías quedar en alguna de las tantas islas a la cual hemos visitad–el contrario lo interrumpió antes de que pudiera terminar de hablar.
–Yo quiero ser pirata–Shanks lo miro, pues era la primera ves que el menor lo afirmaba con determinación–Quiero navegar y seguir teniendo aventuras con ustedes, aunque en las batallas tenga que esconderme o huir de quienes nos atacan, me encanta la adrenalina de verlos pelear, deseo tanto ser como ustedes, como tú.
–¿Y estas de seguro que no es por que no has conocido nada más?
–He conocido muchas cosas, he visto cada isla, ciudad o pueblo de casi todo este mar, observando a las personas con "su vida normal", pero no quiero vivir así, ya no quiero una familia normal cuando tengo a mis Nakamas, odio quedarme en un mismo lugar, adoro explorar y conocer, soy feliz con ustedes, ¿es eso lo que querías escuchar?–el de sombrero sonrió–Ahora, ¿por que me preguntas todo esto?
–Hay una isla cerca de aquí, ahí se hayan un grupo pequeño de bandidos que por suerte lograron conseguir un gran botín, planeábamos ir en unos días para robárselo.
–Sigo sin entender que tiene que ver conmigo.
–Anchor, quiero que pelees con nosotros.

Luego de que el mayor dijera eso, el rostro del contrario se iluminó por completo, adornándolo con una amplia sonrisa, hace ya un año que lo habían dejado luchar con algunos idiotas que los intentaban atacar para cobrar recompensa, pero jamás había estado en un combate real, pues según Shanks, él podía ser muy fuerte, pero era torpe por naturaleza.
–¿Lo dices en serio?–cuestiono con una gran ilusión.
–Claro que sí, pero tendrá condiciones.
–Por supuesto, las que quieras–acepto sin dudarlo.
–Lo primero, te mantendrás cerca de nosotros, ni se te ocurra irte a otro lugar que no sea a mi lado, lo segundo, si la pelea se te empieza a dificultar o estás cansado, avísanos inmediatamente y tercero, has todo lo posible para no resultar herido, ¿entendido?–el azabache asintió numerosas veces, encantado con la idea.
–¿Podré hacerlo con mis puños?
–Por supuesto que no, te daremos una espada, una de verdad y con filo, así que más te vale ser cuidadoso–la sonrisa del contrario solo se agrando más.
–Gracias, Shanks, eres el mejor padre del mundo.

El capitán lo volteó a ver impresionado, hace ya mucho tiempo que habían hablado sobre eso y el pequeño jamás había aceptado de forma oficial ser su hijo, usualmente evitando el tema, pero se había comportado como tal y muy de ves en cuando lo llamaba "papá", aquello siempre lo alegraba.
–Oye, comienza a hacer algo de frío, volvamos al barco–sugirió el pelirrojo, a lo qué el niño se levanto.
–Quien llega último es un huevo podrido–declaró, para luego empezar a correr, siendo seguido por el mayor, quien soltó varias carcajadas ante el repentino juego.

Pirata por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora