Al descubierto

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A la mañana siguiente, el menor se dispuso a marchar hacia la casa de los bandidos tal y como prometió ayer, se vistió con pantalones cortos de color rojo, una camisa blanca y aquel pañuelo naranja que se había acostumbrado a llevar, su pierna seguía doliendo así que se dirigió a afuera cojeando y apoyándose de todo lo que estuviera a su alcance, grande fue su sorpresa cuando al abrir la puerta se encontró al pecoso sentado a un lado de la entrada.
–¿Ace?, ¿qué haces aquí?
–Esperándote desde hace como una hora, ¿qué se supone que significa "temprano" para ti?–aquello le saco una risita al menor–Como sea, estás lastimado, solo vine a ayudarte, sigues herido y no creí que pudieras llegar solo.
–¿Entonces me vas a cargar?
–¿Qué?, claro que no, solo apóyate en mí.
–Pero Sabo me subió a su espalda.
–Yo no soy Sabo, así que te aguantas.
–Por favor, la herida sigue abierta y me duele mantenerme en pie.
–¿Te has cambiado los vendajes?–preguntó, notando la abundante sangre que estaba en ellos, el pequeño negó.
–No encontré nuevos y no quería preocupar a Makino pidiéndole unos–el de 10 suspiró y se arrodilló de espaldas.
–Solo será una parte del camino, ¿me escuchaste?

El menor sonrió y se subió al Portgas, este comenzó a apurarse para llegar a la cabaña, saltando ágilmente por ramas, rocas e incluso por animales.
–Oye–llamó el de naranja.
–¿Qué sucede?
–¿Como conoces a mi abuelo?–la pregunta lo tomó por desprevenido.
–No creo que quieras saber.
–Dímelo, quiero saber porqué el "Héroe de la Marina", conocería a alguien como tú.
–Bueno...ya te dije que no me llamo Anchor, ¿no?–el mayor asintió, a lo que el pirata dudo unos segundos en continuar–Garp es mi abuelo, mi verdadero nombre es Luffy–reveló en un tono tan bajo que al contrario le costó escuchar.

Ace al asimilar lo que dijo, sus extremidades se debilitaron, trató de estabilizarse, pero terminó tropezando desde lo alto de unas ramas y cayó de forma seca junto con el de siete. No tardó en levantarse y tomarlo del cuello, golpeando su espalda contra el tronco de un árbol y acercársele de manera amenazante.
–¡¿Cómo mierda se te ocurre jugar con eso?!, ¡Luffy está muerto!–le reprochó con un enojo más allá de su irritabilidad habitual, haciendo fuerza con su mano impidiéndole respirar, pero al darse cuenta, lo soltó, causando que se deslizara por la madera hasta terminar arrodillado en el suelo.
–No es un juego, de verdad soy yo–hablo, apenas recuperando el aire.
–¡Claro que no!
–¿Por qué te importa tanto?, ¡ni siquiera me conociste!
–¡Pero yo quería hacerlo!–gritó exaltado y al percatarse del rostro confundido del contrario, suspiró y terminó sentándose a un lado de él en el suelo–Mi abuelo pasó gran parte de mi vida contándome de Luffy, yo verdaderamente ansiaba conocerlo, pues decía que solo estaba perdido, jamás dio muchos detalles, pero cuando se me pasó la idiotez infantil, entendí que estaba muerto, tú no puedes ser él.

El pirata se hallaba más que sorprendido, estaba consciente que no compartían ningún tipo de lazo sanguíneo, pero no podía evitar sentirse cercano al pecoso, como si él fuera parte de la familia que él tanto anhelo en su antigua isla.
–Ace, yo...¿puedo quedarme contigo?
–¿A qué te refieres?
–Mi padre planea dejarme aquí mientras toda la tripulación se va al Nuevo Mundo–le explicó, volteando a mirar en otra dirección, era la primera vez que hablaba de esto con alguien afuera de sus Nakamas.
–¿Qué?, ¿no dijiste que eran tu familia?–habló más que desconcertado.
–Lo son, pero desde la última batalla que tuvimos tomaron la decisión de encontrarme un nuevo hogar, en algunas semanas o en pocos meses, me iré a vivir con Makino, la mesera de Villa Foosha, yo...soy demasiado débil como para seguir viajando con ellos.

El menor abrazó sus rodillas y miró a un lado, buscando evitar la mirada del Portgas, pues sus ojos lagrimeaban y no quería verse como un llorón.
–¿Por qué mierda querrías quedarte conmigo?, yo te odio, no quiero tenerte cerca.
–Pero eres fuerte, quiero ser como tú.
–¡Deja de decir esas cosas!–le reprochó, cansado de esa actitud positiva hacia él–Apurémonos en llegar donde Dadan, mi abuelo debe de estar preocupado–el contrario asintió y volvieron a encaminarse, con el menor siendo cargado por el de naranja, quien trataba de olvidarse de toda la conversación anterior.

–¡Deja de decir esas cosas!–le reprochó, cansado de esa actitud positiva hacia él–Apurémonos en llegar donde Dadan, mi abuelo debe de estar preocupado–el contrario asintió y volvieron a encaminarse, con el menor siendo cargado por el de naranja, q...

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Al llegar, inmediatamente el de 10 soltó al pequeño y entró a la casa sin siquiera voltear atrás, cuando esté lo siguió, lo primero que vio fue a su abuelo y al Portgas subiendo las escaleras, habían algunos bandidos a un lado, desayunando.
–Buenos días–saludó y se fue a sentar a la par del Marine.
–¿Has comido?–ante la negativa del contrario, el vicealmirante se apresuró a servirle un gran plato de carne.
–¿Por cuánto más estarás aquí?
–Si no sucede ningún imprevisto, por una semana, pero si quieres puedo quedarme por más tiempo–el azabache guardó silencio, los demás adultos presentes, al percatarse de la escena, poco a poco se fueron yendo para dejar a ese par, conversar tranquilos–Tú...¿en dónde estuviste todos estos años?
–Con Shanks–mintió y el mayor enseguida se percató.
–¿Él alguna vez te lastimo?
–¿Qué?, por supuesto que no, él me protege más que a su propia vida.
–¿Entonces por qué tu cuerpo está tan lleno de cicatrices?–la pregunta lo tomó por desprevenido y su expresión cambió por completo, dejando su semblante indiferente para reemplazarlo por uno visiblemente preocupado, como si lo hubieran descubierto.
–Yo...me accidentó mucho, soy bastante torpe, mi pierna lo demuestra–explicó, señalando la reciente herida.
–Quiero que me digas la verdad, Luff–el contrario lo interrumpió antes de terminar.
–Llámame Anchor, ese es mi nombre, y no planeo decirte nada, no soy tu responsabilidad lo que me haya pasado no es tu culpa.
–Sigues siendo mi responsabilidad, yo no te abandone, jamás lo haría, eres mi familia.

Aquellas palabras se incrustaron en el pecho del menor como si de dagas se tratasen, no quiso responder y solo guardo silencio, hasta que vio a Ace bajando la escalera y dirigirse hacia la salida.
–¿A donde vas?–cuestionó, pero el pecoso solo se largó sin mirarlo, a lo que el pequeño se levantó–Iré con él, nos vemos–al decir esto, ignoro el fuerte y punzante dolor de su pierna para ir tras el de 10, el Marine no pudo decir mucho pues el contrario se apresuró en irse.

Anchor persiguió al mayor por un largo rato, pero por mucho que le gritara, este no hacía ningún intento por detener su paso, hasta que no soportó el cansancio y terminó por perderlo, así que después de sentarse durante unos minutos, comenzó a caminar sin rumbo aparente.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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