Secretos bajo cubierta

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–No, bueno, en realidad no tengo idea, el viejo nunca me ha dicho mucho de él, pero Dadan una vez me contó lo que sucedió.
–¿Y qué pasó?, ¿cómo murió?

Tanto el menor junto con el rubio estaban atentos a las palabras de Ace, pues el segundo a pesar de ya conocer tanto a su amigo como al abuelo de este por ya bastante tiempo, el tema del supuesto nieto "perdido", no era algo de lo cual ninguno de los dos hablaban mucho.
–Fue en una lluvia, él tenía pocos meses de nacido y el anciano se estaba encargado de cuidarlo pues el bebé no estaría seguro con su verdadero padre.
–¿Por qué?–preguntó el de azul.
–Según tengo entendido, el hijo de mi abuelo es un criminal muy buscado, uno de los problemas más grandes del gobierno.
–¿Un pirata?–cuestionó esta vez el menor.
–Peor, un revolucionario–contestó el pecoso, impresionando a los dos contrarios, ninguno de ellos tenían muy claro qué era lo que hacía aquella banda, solo estaban conscientes de que eran fuertes y muy peligrosos.
–¿Y qué pasó con el niño?
–Mientras el abuelo lo mecía, fueron atacados por unos piratas, tuvo que salir a pelear y corrió con la mala suerte que uno de sus subordinados más leales, no pudo acompañarlo aquella vez por asuntos de la Marina, así que le asignaron a otro cadete que mostraba talento y gran fuerza, ah...no recuerdo como se llamaba, comenzaba con "A"...A...Ak...–el azabache se tomó unos segundos para pensar y sonrió al recordar el nombre–Akainu, esa noche fue el reemplazo de Aokiji, uno de los aprendices del viejo, quien cometió el estupido error de encargarle a su nieto, cuando acabó la batalla, fueron inmediatamente a ver al bebé, pero el imbecil decía que uno de los piratas cuando invadieron cubierta, se lo habían arrebatado de las manos y que no sabía qué hicieron con él, pronto, pararon en una isla para reponer suministros, el viejo buscó por mar y tierra algún indicio del niño, revisó cada rincón del barco pirata y de su propia flota, nada, jamás lo encontró, lo buscó por años, hasta que los altos mandos de la Marina le prohibieron seguir gastando más tiempo y recursos en ello, así que sólo lo declararon muerto, pero el abuelo sigue pensando de que está vivo y solo perdido en alguna parte del mundo, su nombre era...

Antes de que el azabache continuara hablando, se escucharon los pasos apurados de alguien bajando las escaleras para llegar a donde ellos y antes de que cualquiera de los tres se dieran cuenta, Anchor fue jalado por un brazo, alejándolo de los otros dos y cuando volteó a ver, no le sorprendió darse cuenta de que era Shanks.
–Hijo, ¿quienes son ellos?–preguntó, manteniéndose delante suyo, mirando a los que creía que eran intrusos, quienes habían tomado sus tuberías, preparados para enfrentarse al capitán, aunque este no los veía como una verdadera amenaza, al menos, no para él.
–Son unos chicos que conocí, no los quise dejar afuera en la lluvia y los invité a pasar la noche, perdón por no avisarte, no quería despertarte–se disculpó, a lo que el contrario solo suavizó la mirada y esbozó una pequeña sonrisa, revolviendo un poco el cabello del menor.
–Bien, entonces son sus amigos.

El pecoso estuvo a punto de reprochar, dando un paso hacia adelante, pero el de azul lo detuvo, levantando su brazo para no dejarlo avanzar.
–Sí, lo somos–le respondió el rubio–Nos conocimos hace un tiempo.
–¿Sus padres saben que están aquí?
–No tenemos padres, solo una cuidadora y a ella le importa un carajo en donde estemos–contestó Ace, de forma seca.
–Shanks, ve a dormir, se irán mañana a primera hora, te lo prometo–aseguró, tirando un poco de su ropa, queriendo que se fuera.
–¿Hoy dormirás aquí?–indago el de sombrero de paja, a lo que su hijo asintió–¿Seguro?, se que no te agrada pasar la noche solo.
–No estaré solo.

Ante eso, el capitán algo dudoso se retiró, sin antes darle las buenas noches a su hijo, no le gustaba en lo absoluto dejarlo con dos extraños, pero sabía lo mucho que le dificultaba hacer amigos y no quería interferir en quienes harían su despedida más confortable, además, estar ahí no era la única forma de estar pendiente de él, no le importaba ocupar Haki De Observación toda la noche, pues de todas formas no descansaría bien sin que esté su ancla a su lado.
–Por cierto, Ace, ¿tu abuelo es Marine?–preguntó el pequeño, ignorando el incidente y volviéndose a acomodar, siendo seguido por los contrarios.
–Sí, un Vice-Almirante, insiste en entrenarnos para que nos volvamos unos "soldados de la justicia"–explicó Sabo, con un claro tono de burla en su voz, causando la risa de los tres.

Estuvieron charlando por varias horas, hasta que el cansancio les ganó y cayeron dormidos, aunque no por mucho rato pues los dos mayores se despertaron con el sonido de las pisadas de cubierta, podían dormir con ruidos, pero no podían evitar estar alertas, siendo que estaban rodeados de extraños, exceptuando el pequeño niño a un lado de ellos, quien se acurrucaba en las mantas, seguía descansando plácidamente a pesar del ruidoso ambiente de afuera y los pequeños rayos de luz que se filtraban por la madera, pues ya había amanecido.
–¿Crees que deberíamos despertarlo?–indagó el rubio, hablando bajo para no incrementar todo el sonido que había en el cuarto, sin querer perturbar el sueño del pirata.
–Lo que creo es que deberíamos largarnos–respondió, ocupando el mismo volumen que su amigo, de todas formas su discusión no duró mucho, pues el azabache se removió entre las sábanas para terminar despertándose y mirándolos.
–Buenos días–los saludó con una sonrisa, pero estos no respondieron y solo tomaron sus cosas para luego comenzar a marcharse–¿Ya se van?–preguntó algo decepcionado.
–Sí, tenemos que ir a cazar y no tenemos más tiempo que perder contigo–le contestó el de naranjo.
–Está bien, pero por lo menos déjenme acompañarlos hasta el final de la villa.
–Haz lo que quieras–indicó el de sombrero en copa.

Fue así que los tres caminaron por los senderos del pueblo, la mañana tenía una suave brisa y el cielo estaba completamente despejado, al contrario de la fuerte lluvia que hubo por la noche.
El menor trataba de hacerles conversación, pero los contrarios no respondían y si lo hacían, era de forma seca y cortante, pero al pirata no le importaba y continuaba hablando, hasta que de manera repentina, se calló, los dos mayores voltearon a verlo para descubrir el por qué de su silencio y lo encontraron viendo hacia al lado, miraron y vieron a un grupo de bandidos, aunque no entendían qué clase de conexión tuvieran con el pequeño para que ahora luciera tan...enojado.

Pirata por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora