Vida patética

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–Oye, Shanks–llamó el azabache.
–¿Qué sucede?–le respondió, dejando el libro que acababan de terminar de leer a un lado, el pequeño estaba sentado en sus piernas y apoyaba su cabeza en el pecho del mayor.
–¿Tú me quieres como tú hijo?
–Por supuesto que sí, te amo más que a mi propia vida, ¿como no te voy a querer?–afirmó sin dudar, causando que el menor lo mirara.
–¿Aunque este lleno de cicatrices y no me parezca en nada a ti?
–Anchor, no me importa como te veas, te comportes o me trates, eres mi hijo.
–¿Lo podré ser siempre?–el contrario asintió, haciéndolo sonreír.
–Falta poco para que sea la hora de ir con los bandidos, será mejor que nos preparemos.

Al decir eso, el niño inmediatamente se levantó y fue a buscar su ropa, aún emocionado por ser su primer combate real. Eligió un conjunto bastante parecido al de Shanks, pues casi siempre se vestía tan parecido como se pudiera al capitán.
Al estar listos, el de sombrero llamó a toda la tripulación al comedor para que organizaran todo lo del asalto, el lugar eran unas grandes bodegas las cuales contenían aquel tesoro que los piratas buscaban, estaban custodiadas por grandes tropas de bandidos así que la mayor parte de la pelea sería afuera, estaban bastante cerca del lugar así que desde el Red Force hasta aquella cede era tan solo de 15 minutos caminando. Luego de dejar todo claro, partieron, el niño en el camino no dejaba de mirar el arma que le dieron con una notable emoción en sus ojos, era una espalda con verdadero filo y no las de madera que le solían dar, estaba sosteniendo la mano del de sombrero mientras caminaba.
–Oye, Anchor–habló el vice-capitán, sacándolo de sus pensamientos.
–¿Sí?
–Si te llegan a herir, ¿qué haces?
–Grito y voy con el que este más cercano de ustedes.
–¿Si te rodean?–indagó ahora el francotirador.
–Me abro espacio.
–¿Si te cansas?–le preguntó el médico.
–Les aviso y me sacan de allí.
–¿Y si tienes hambre?–le dijo ahora el cocinero, sacándole una risita al menor.
–Oigan, me lo han explicado mil veces, estaré bien, soy fuerte.
–¿Seguro de que estarás bien?–cuestionó el pelirrojo, quien de todos era el que estaba más nervioso por la seguridad del pequeño.
–Sí, no te preocupes, papá–después de decir eso, calló las preguntas de toda la tripulación, pues eran pocas las veces en las que lo llamaba así y menos en público.

Pronto llegaron al punto donde ocurriría todo, un grupo de bandidos al percatarse de su presencia, corrieron hacia ellos, pero Benn y Lucky no tardaron más de pocos segundos en acabarlos. Toda la tripulación siguió adelante hacia las bodegas, las cuales estaban protegidas por un centenar de hombres.
El azabache no pudo evitar emocionarse cuando el calor de la pelea subió, la mayoría fue a por Shanks por la gran recompensa de su cabeza y de paso su reputación, pero de todas formas, el pelirrojo no parecía concentrarse en otra cosa además de su hijo, el cual parecía estarle yendo bastante bien, era claro que no se le hacía tan fácil como al resto, aún así, lograba luchar contra varios a la ves.
Su pequeño y delgado cuerpo contrastaba notablemente con el de todos a su alrededor, criminales fornidos, con una figura imponente, pero aquello no hizo más que beneficiarlo, se movía de forma ágil por todo el campo de batalla y no se le dificultaba en lo absoluto esquivar los ataques de quienes creían era un blanco fácil.
El de sombrero trató de estar totalmente atento al niño, pero se le hizo casi imposible con tantos idiotas queriendo cobrar su recompensa, no es que fueran gran cosa, pero no quería excederse, además que la cantidad también se le era un problema, la gran acumulación de personas le hacía muy difícil ver al menor, su Haki tampoco era muy útil, pues tantas presencias en tanto movimiento le hacía doler la cabeza tratar de buscar a su pequeña ancla, pero aún así trató, solo fueron un par de minutos hasta que logró distinguirlo, se había alejado bastante de la tripulación y ahora parecía estar luchando con un tipo que no parecía poder seguirle el ritmo al infante, aquello lo tranquilizó y siguió concentrado en acabar rápido con todos para ir a celebrar al Red Force.
Anchor no podía estar más contento que ahora, había esperado esto desde que se unió a la tripulación de su padre, hasta ahora ninguno de los idiotas a los que se había enfrentado le causó gran problema, aunque admitía odiar la sensación de cortar piel y carne, aveces incluso hueso cuando atacaba alguna extremidad, pero amaba el sentimiento de verlos caer al suelo derrotados. Pasaron poco más de 10 minutos y ya era claro quién sería el bando ganador de la batalla, el menor acababa de derrotar a otro más, se tomó un par de segundos para descansar y observar todo lo que estaba pasando, recién notaba lo mucho que se había alejado, en la zona en la que estaba ya no quedaban más bandidos y los pocos que seguían de pie, iban contra los más fuertes de la tripulación, se quedó parado observando todo con una sonrisa, aunque pasaran los años, jamás se iba a aburrir de verlos pelear, seguía siendo tan emocionante como el primer día.
De repente, su mirada se fijó en el líder de la banda, este había sido herido de gravedad por Shanks, lo vio caer hacia atrás y arrastrarse hasta una de las armas de sus hombres caídos, pero este al tomarla, en ves de apuntar al pelirrojo o a alguno de sus oficiales, clavó sus ojos en el azabache, levantó la pistola y no dudó ni dos segundos en jalar del gatillo, al niño ni siquiera le dio tiempo de gritar antes de caer al suelo, dirigió su mano a la herida y sintió su palma ser bañada en sangre, la bala había dado en una parte de su abdomen, apenas entendía lo que pasaba, todo había sucedido tan rápido, su fuerza se disipaba de forma fugaz, no podía gritar, levantarse o tan siquiera moverse, lo único que logro hacer, fue voltear su cabeza hacia la tripulación pirata, los cuales estaban concentrados acabando con los que quedaban. Una lágrima recorrió su mejilla para después terminar en el suelo, era un tonto, como siempre, no fue más que un estorbo, no pudo evitar preguntarse si todo acabaría así, su vida había sido patética al igual que su muerte.

El de sombrero de paja comenzaba a molestarse, eran más bandidos de los que esperaban y a pesar de no ser muy fuertes, eran resistentes, pronto toda la batalla terminó, habían ganado y miró a su tripulación con una sonrisa, felicitando a cada uno, pero dejó de celebrar al sentir la ausencia de la presencia de su azabache, miró a su al rededor buscando por todas partes algún indicio de él. Para el capitán, todo se detuvo cuando lejos de él estaba el pañuelo amarillo del pequeño tirado en el piso y salpicado con sangre, inmediatamente, corrió hacia el lugar, lo había visto alejarse hacia allá, pero ahora no lo veía por ninguna parte, trató de ocupar Haki De Observación, pero nuevamente, no lograba sentirlo. Toda la banda de piratas se asustó al darse cuenta del por qué del pánico del capitán, comenzando a buscar por todas partes al niño, gritando sus nombre y deambulando por el lugar.
El de sombrero de paja palideció al percatarse del pequeño cuerpo tirado en la tierra, corrió hacia él y se arrodilló, era su hijo, había una gran cantidad de sangre en su abdomen, levantó su camisa para encontrarse con una sobresaliente herida, era profunda y no dejaba de salir sangre, causando que el menor estuviera rodeado en un charco de esta, presionó su abdomen para detener un poco la hemorragia y grito por ayuda a su tripulación, quien al escucharlo, fueron enseguida a donde él, perturbándose por la horrorosa escena. Anchor al sentir la presencia de alguien, abrió un poco los ojos y una leve sonrisa apareció al ver al pelirrojo.
–Shanks...–murmuró, ganándose su atención, mientras trataba de parecer tranquilo para no alterarlo.
–Anchor, t-tranquilo, todo estará bien, tú estarás bien–hablo, en tanto lo cargaba para llevarlo al Red Force, pero el pequeño soltó un enorme grito de dolor–P-Perdóname, lo siento, s-sé que duele, pero te juro que pasará, solo r-resiste hasta llegar al barco, por favor...

Pirata por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora