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El azabache estaba en la enfermería mientras Hongo curaba la herida de bala en su pantorrilla y Shanks estaba sentado en una silla a un lado de la camilla.
–Lo siento–murmuró el pequeño apenas el médico se retiró, dejándolos solos.
–Te pusiste en peligro y desobedeciste una orden.
–Era tal vez la última vez que podría verlo en persona, además luego de que me viera, dejó de atacar, ¿no es así?
–¿Y qué pasa si no lo hacía?, ¿si te hubieran dado?, eres pequeño, débil, una sola bala en tu torso y adiós–su tono de voz era severo y el pequeño mentiría si dijera que no se sintió intimidado.
–Pero no lo hizo, no soy tan débil como tú crees.
–Ahora sabe que estás conmigo, vendrá a buscarte.
–¡¿Y eso a ti que carajos te importa?!
–¡No quiero perderte ahora, Anchor!–luego de eso, el pelirrojo suspiró y tranquilizó su mirada–Eres mi Nakama, no puedo permitir que te suceda algo, te ves tan pequeño, solo quiero protegerte.
–Tu no eres mi padre...–susurró, aún sin saber si verdaderamente quería seguir peleando.
–Puedo serlo–indicó aún dudoso de decírselo al contrario.
–Eso es imposible, tu no eres nada mío.
–La familia no se define por la sangre–le aclaró, llamando la atención del menor.
–Claro que sí, ¿acaso tu padre era un extraño o qué?
–Mi padre me abandonó, igual que el tuyo, Anchor–aquello lo sorprendió completamente–O tal ves este muerto, no lo sé, nunca lo supe, pero jamás me importo.
–¿Por qué?
–Porque mi verdadero padre nunca fue él, pues quien me crió fue un pirata y solo a él puedo llamarle "papá".
–¿Un pirata?
–Sí, me enseñó todo lo que sé, pero a diferencia de ti, él me adoptó cuando bebe, desde que tengo conciencia soy su hijo.
–Y si quieres un hijo, ¿por que no te buscas un bebé en vez de a mi?
–¿Por que hablas de ti así?, desde que te conozco has actuado como si fueras un caso perdido.
–Es porque lo soy, ¿no lo ves?, perdí mi inocencia hace mucho, ya no soy un niño, se lo cruel que puede ser el mundo y eso solo me hace una maldita carga porque a pesar de saberlo no soy lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo–exclamó, alzando un poco su voz en las últimas líneas–Yo...lamento desobedecerte, pero fue una de las pocas veces en las que sentí valor de confrontar lo que tanto me ha carcomido.

El de sombrero se sentó a su lado, pasó uno de sus brazos por los hombros del pequeño y este se apoyó en su pecho.
–Anchor, perdóname, no debí de haberte negado ir conmigo, pero no me gusta que estés entremedio de batallas.
–¿No estás enojado?–el mayor negó, tranquilizando al contrario.
–No podría enojarme con mi ancla–aseguró, tomándolo en brazos con una sonrisa–¿Que te parece si le pedimos a Building lápiz y papel para dibujar un rato?
–¿Dibujar?
–Claro, era lo que me hacían hacer de pequeño para no causar desastres–el azabache soltó una risita.
–¿Te metías en problemas muy seguido?
–Por supuesto que sí, todos los días, por eso quiero que sigas mis reglas, porque yo era igual que tú, valiente, curioso y con muy buen estilo, pero gracias a desobedecer a mi papá, salí lastimado muchas veces.
–¿Buen estilo?–inquirió, algo confundido.
–Camisa blanca, pañuelos y un pantalón hasta encima de los tobillos, ¿no se te hace familiar?–el menor se le coloraron un poco las mejillas por la vergüenza.
–¿Te gusta?
–Me encanta, te ves muy bien–indicó, sacándole una gran sonrisa.

El pelirrojo cumplió con su palabra, pues cuando ya estaban en alta mar, pasaron un buen rato dibujando y charlando, Shanks no era el mejor artista y para ser sincero era bastante malo, pero se habían sacado buenas risas entre los dos gracias a su...

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El pelirrojo cumplió con su palabra, pues cuando ya estaban en alta mar, pasaron un buen rato dibujando y charlando, Shanks no era el mejor artista y para ser sincero era bastante malo, pero se habían sacado buenas risas entre los dos gracias a sus obras. Tenían varios papeles en la mesa y Lucky les había traído un pequeño postre. Luego de unos minutos más, el azabache comenzó a preguntarle al mayor cómo se escribían ciertas letras y el pelirrojo no dudó en enseñarle, algo extrañado pues solo le pregunto por 4 en vez del abecedario completo, no tenía muy claro qué era lo que el menor quería escribir.
El pequeño, de repente se levantó con una gran sonrisa y fue corriendo a mostrarles al resto su dibujo terminando de la tripulación, el de sombrero lo miraba de lejos con una sonrisa, pues parecía que Anchor verdaderamente se había esforzado en recrear a cada miembro.
–Lo iré a colgar a la cocina–hablaba Lucky animado.
–Estas loco, estará en mi estudio–le discutió el navegante.

Shanks estuvo a punto de levantarse y unirse a la discusión, pero uno de las tantas hojas desparramadas por la mesa llamó su atención, la tomó y vio que era un boceto del menor, en él estaban los dos tomados de la mano, aquello le animó bastante, ánimo el cual flaqueó al darse cuenta de lo que estaba escrito en la esquina de la hoja, "Luffy", cuatro letras, exactamente las que le había preguntado, el nombre estaba chueco y había pequeñas fallas, pero era entendible.
Un recuerdo llegó a su mente, el día que el pequeño regresó llorando al barco, le había dicho que recordaba su verdadero nombre, y aunque por mucho que pregunto, jamás le dijo cuál era, el de sombrero no pudo evitar preguntarse si acaso acaso aquel trozo de papel contenía lo que el pequeño tanto se esforzó por ocultarle. Volvió a mirarlo, el ahora Lu seguía hablando animadamente con todos, dejó la hoja debajo de todos los papeles en los que estaba y se acercó a ellos con una sonrisa, tomó al más pequeño y lo subió a uno de sus hombros, este solo se mostró feliz por el acto. El pirata no mencionaría nada de lo que acababa de descubrir, después de todo, el azabache para él, seguía siendo Anchor. Más tarde lo vio tachar el dibujo, borrando cualquier rastro de la existencia de su nombre.

 Más tarde lo vio tachar el dibujo, borrando cualquier rastro de la existencia de su nombre

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Pasaron un par de meses desde eso, para sorpresa de la mayoría, Monkey D. Garp, el Héroe De La Marina, no declaró nada de lo que había sucedido, no había nada en los periódicos y la recompensa de todos los tripulantes seguía igual, al parecer quería mantener todo esto fuera del radar del Gobierno, o al menos, eso era lo que creía el capitán.
–¡Shanks!, ¡quiero pelear contigo, no con Hongo!–se quejaba el azabache, dejando caer la espada de madera que le habían dado, en la arena de la playa en la que ahora, la mayoría de la tripulación descansaba.
–Anchor, te dijimos que te íbamos a enseñar a no morir, no a ser partícipe de un combate real, con Hongo te bastará–afirmó el de sombrero, mientras se relajaba en una hamaca que colgó.
–Pero él es más débil que tú.
–Tonto, estoy al lado tuyo–reprochó el rubio, golpeando suavemente la cabeza del niño.
–Pero quiero ser fuerte–le indicó al pelirrojo, ignorando casi por completo al médico, quien solo suspiró.
–Y lo serás, pero cuando tengas edad para poder lavar los platos sin necesidad de un banquito.
–Idiota–murmuró, yendo a sentarse apoyando su espalda en una de las palmeras de la cual colgaba la hamaca del capitán. Este se sacó su sombrero y lo colocó sobre la cabeza del pequeño, desconcertándolo un poco.
–No te vayas a insolar–señaló sin molestarse en mirarlo, pero el contrario de todas formas sonrió.

Pirata por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora