30. ROMA

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Continuación de shot 28-29.

Ahora sí, prepárense con una botana,  espero no aburrirles, y sobretodo que les guste, porque se me entumieron los dedos, bye:).

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Habían pasado alrededor de tres meses, en los cuales, la tristeza había acaparado cada rincón del palacio.
Lucio, intentaba reanimar a su compañera, pero, cada caricia, beso e inclusive palabra, parecían no surgir efecto.

— Sé que estás despierta — murmuró, acariciando el hombro de la joven, antes de depositar un suave beso — Por favor, habla conmigo.

De nuevo, el silencio reinó en la habitación. Mirarla completamente desecha le partía el alma. Y, a pesar de no obligarla a cumplir sus deberes de esposa, Lucio sabía que habían retrocedido dos pasos en su matrimonio.

Este dejó un suave beso en su mejilla, antes de levantarse para cumplir con sus deberes, no sin antes, mirarla por última vez.

El desayuno fue un silencio rotundo, algunos criados se encontraban con él pero ninguno parecía hablar, y, aunque en repetidas ocasiones deseo ignorar aquella regla impuesta por los senadores, los criados cumplieron sin objeción.

En la soledad de la fría habitación, donde comúnmente se reunía para dialogar, Lucio miraba algunos objetos del antiguo imperio.
Sin embargo, no podía evitar sentirse extrañado y decepcionado, la mujer que amaba parecía ya no amarlo y, aquello que parecía unirlos, por fin los separó.

El sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos, encontrándose a un criado acompañado de el Senador Kaeso.

Lucio solo pudo suspirar, levemente agitado.

— Necesitamos una respuesta — mencionó, sin embargo, a Lucio le interesó más las cartas que el criado le había entregado, en especial, al reconocer la letra en una de estas.

Cuando escuchó el murmullo del Senador, el joven levantó la mano para silenciarlo.

Pronto estaré de regreso, el consejo ha solicitado mi presencia y podremos discutir los inconvenientes.

Marcus Acacius.

Aquello heló su sangre por completo, en especial, al considerar que aquella carta fue escrita dos semanas antes.

Lucio miró al Senador, con cierto nerviosismo, no sin antes imaginar el rostro de su esposa.
Sintiendo la falta de aire mientras su pulso comenzaba a acelerarse.

¿Qué tan bueno sería la llegada de aquel hombre, su esposa se mantendría aún con él?.

Un leve dolor se instaló en su cabeza.

— Acepto — respondió finalmente — estoy dispuesto a ser su gobernante — expresó con determinación.  Puesto que, necesitaba asegurar todo lo que era suyo.

El Senador simplemente sonrió antes de afirmar los cambios positivos que tendría Roma, y, sin más, se retiró.

El joven salió de la habitación, rumbo a donde su esposa se encontraba.

— ¿Lucio? — preguntó con cierto interés.
El hombre retrocedió un par de pasos antes de mirarla.

Una sonrisa se instaló en su rostro al notarla un tanto distinta y con un vestido blanco a la medida. La joven lucía de mejor aspecto pero sus ojos parecían no haber recuperado aquel brillo.

𝕽𝖊𝖕𝖚𝖙𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓 (Pedro Pascal) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora