𝕽𝖊𝖕𝖚𝖙𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓 (Pedro Pascal) [PAUSADA]

34. Y EL GANADOR ES...

RESUMEN: El día de las premiaciones, Pedro revela una inesperada noticia, que asombra al público pero en especial, a ti.

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Las luces de las cámaras cegaban por completo mi vista mientras la multitud gritaba eufórico.
Pasar desapercibido siempre fue una habilidad bien recibida, amaba socializar pero, aquellos eventos lograban drenar por completo mi energía, o tal vez, solo estaba molesta por la reciente discusión con Pedro.

Lo miré a un par de metros, luciendo sonriente contra las cámaras y aquellos jodidos anteojos, mientras yo esperaba mi turno. Este pareció encontrarme, su sonrisa levemente desapareció, sin embargo, sonrió forzosamente.
Entonces, ¿Aquello era la respuesta a todo aquel embrollo?.

Ni siquiera pude distribuir los flashes atacando mi rostro, por lo que simplemente sonreí, intentando enfocarme en las cámaras y manteniendo una postura firme. Sin embargo, un par de brazos, a mi costado, se hicieron presentes. No hacía falta pensar mucho, aquella fragancia cautivadora, que me hacía alcanzar las nubes.

— ¿Puedo tomarme un par de fotos contigo? — preguntó, cerca de mi oído, permitiéndome inhalar aquellas notas frescas y herbáceas, mientras su mano, brindaba un cálido toque a mi cintura, simplemente asentí, sin protestar.

Este regaló una sonrisa mientras yo acomodaba mi cabello, y los luces, nuevamente nos cegaban. Pedro, en todo momento, procuró aquel calor, pero aún podía sentir la tensión entre ambos.

— Luces muy linda — mencionó por lo bajo, obligándome a mirarlo, simplemente sonreí ante su acto antes de pronunciar:

— Lo mismo digo.

Tan pronto nuestro tiempo finalizó, este se separó de mi lado y caminó de regreso junto a su representante.

Sabía que sería una noche larga.

Los presentadores iniciaron con un par de chistes, sin poca gracia, que la mayoría reía por compromiso, yo, me dedicaba a beber del vino afrutado. Pedro se encontraba en mi misma mesa, sus miradas constantes me hacían sentir en las nubes mientras el roce de nuestras manos provocaban un malestar en mi interior.

Beber con rapidez mi cuarta copa hizo que este me mirara con desaprobación, por lo que, gentilmente, me dio un apretón de manos, por debajo de la mesa,  al notar la rapidez con la que el alcohol corría por mi cuerpo.

— Sí no quieres llegar ebria a casa, deberías controlarte — mencionó levemente molesto, fingiendo una sonrisa. Y, de nuevo, una copa de vino, se encontraba en mi interior.
Este la miró, antes de seguir el rastro del mesero, quien atendió al resto de los invitados.
Dispuesta a tomarlo, Pedro, me detuvo, su toque era tan diferente a otras veces, apretando con fuerza, sin embargo, al notar el dolor en mi rostro, por fin, me liberó.

Simplemente me encogí y tomé aquella copa en manos.

— No tengo nada que perder — respondí, luego de un rato.
Pedro simplemente sonrió molesto, antes de ignorarme mientras yo, me preguntaba cómo habíamos llegado a esa situación.

Sus labios se apoderaron de los míos, la ansiedad y adrenalina recorrían nuestros cuerpos mientras nos encaminabamos rumbo a la recámara.
Tras varios tropiezos y golpes suaves en las paredes.
Este me arrojó contra la cama, desvistiéndose con prisa mientras yo repetía su acto.