45. ¿CÓMO TERMINÓ?

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Podía sentir el nerviosismo correr por mi cuerpo. Relamiendo mis labios, repetidas veces, para calmar aquella angustia.
La puerta se abrió, revelando a Pedro, con una sonrisa y un par de bolsas.

— ¡Al fin en casa! — expresó con alivio, sin dudar en dejar las compras a un lado para, de inmediato abrazarme.

La calidez de su cuerpo y aquella fragancia era sin duda un deleite, escuchar su corazón latir con tranquilidad, producía una sensación interminable de paz.

— ¿Está todo bien? — preguntó, seguramente porque había pasado tiempo y aún me aferraba a su cuerpo.
Tan pronto este acarició mi espalda, mis latidos se agitaron y aquel sentir se apoderó de mi cuerpo.

— Estoy embarazada... — susurré, deseando que mis palabras fueran lo suficientemente silenciosas como para no escuchar.

— ¿Qué? — preguntó, obligándome a mirarlo. Su rostro lucía anonadado, una extraña mezcla entre asombro y ¿tristeza?.
No podía evitar sentir mi corazón al notar aquella microfacción, tal vez solo era paranoia mía que me hacía una mala jugada ante tan volatil momento — Lo siento, amor  — mencionó, luego de guardar silencio un par de segundos — Esto es... — Podía notar la ligera palidez en su rostro, segura de que la noticia le había tomado por sorpresa pero, sin poder descifrar si era bueno o malo — No lo esperaba — afirmó, logrando sentándose en la silla más cercana — ¿Qué piensas hacer? — preguntó.

Aquella fue la primera vez en la que mi respiración se pausó. ¿Qué haría con la vida que yacía en mi vientre?.

— Aún no lo sé. Hace un par de horas lo supe.

— ¿Cuánto tiempo tienes? — preguntó mientras se levantaba y acercaba, con intención de tocar mi vientre.

— Supongo un par de semanas, tal vez tres— el amor se desbordó de mi interior al sentir sus grandes manos en mi vientre aún plano. No pude deleitarme al mirar su rostro, aún luciendo confundido con la noticia, y, mirando el pequeño brillo en sus ojos.

— Necesito saber qué harás — sus manos se situaron en mi rostro, acariciando con lentitud — Tengo miedo de no poder darles la atención que se merecen — susurró, besando mis labios — En estos meses estaré fuera y no podré cuidarte.

Aquello pareció encender algo en mi mente, que, durante la madrugada, propiciaría caos.

Podía escuchar el movimiento del reloj, luego de la cena, la situación parecía ocupar lugar en segundo plano, por lo que terminamos haciendo lo habitual hasta caer en la cama, escuchando sus suaves respiraciones, propias del la ensoñación.

¿Qué pasaría con el bebé en mi vientre? A duras penas podía recordar alimentarme y beber agua tres veces al día. Pedro por su parte, tenía una alta demanda de deberes. Ambos éramos conscientes de que este embarazo no estaba en nuestros planes. Y sabía que en algún momento teníamos que hablarlo, pero aquello nunca llegó y un bebé en camino, era una bomba de tiempo.
¿Podría abortarlo? Aquello rondaba por mi mente tantas veces, sintiéndome culpable por siquiera pensarlo.
¿Qué debía hacer?.

Sería mentira decir que había dormido cinco horas pero estaba lo suficientemente despierta como para escuchar la alarma y a Pedro levantarse, no sin antes, fingir dormir, mientras este dejaba un cálido beso en mi mejilla.

Habría pasado alrededor de media hora, Pedro ya se encontraba en la cocina mientras yo disimulaba despertar.

— ¿Cómo amaneciste? — preguntó, antes de dejar un cálido beso en mis labios.

— Quiero tener al bebé... — este se mantuvo rígido ante mi abrupta revelación, sin embargo, solo sonrió y asintió.

— Tendremos al bebé — aquello fue una pizca de esperanza antes de abrazarlo, como si mi vida dependiera de ello. Sintiéndome completa, tenía al hombre de mi vida y estábamos a punto de formar una familia, y eso era todo lo que necesitaba.

𝕽𝖊𝖕𝖚𝖙𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓 (Pedro Pascal) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora