Capítulo Dos.

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NICOLA...

Luke, el chico raro de la secundaria que se había apegado a mi, el chico adinerado de familia descendiente de la nobleza inglesa que rechazaba a las chicas flamantes y atractivas "chicas de revista" como solía llamarles, solo para escaparse a escalar arboles conmigo. Me parecía tierno y maleable, pero esa ternura parecía empañada por algo, nunca acepte saber que era; tristeza, melancolía o quizás algo más de cuidado, me obligó a tomarle cariño, me sentía como una hermana mayor, yo era 6 años más grande que él, y aunque en su familia él era el hermanos mayor, me gustaba hacerlo sentir protegido.

Aunque siempre resultó manipulable, nunca tuve el valor para abusar de la evidente fijación que sentía por mí. Tampoco tuve el coraje de preguntarle directamente qué sentía en realidad. En ese sentido, fui una muy mala amiga. Me daba miedo, porque veía en sus expresiones lo que era capaz de hacer por mí, lo que quería gritarme, pero me resultaba mucho más cómodo ignorarlo.

Ahora solo quería tenerlo lejos de mí y de mi caos. Parecía tener una vida llena de lujos y comodidades, con todas esas responsabilidades propias de personas como él. Ya no parecía el chico sensible y en busca de cariño que conocí en la adolescencia; ahora parecía más bien un "fuck boy". Tengo que reconocer que cuando lo vi aquella tarde, cuando nuestras miradas se reencontraron, pensé que estaba malditamente sexy en ese traje de sastre perfectamente moldeado a su figura.

Pero, a pesar de su apariencia sofisticada y segura, sigue siendo el mismo Luke sensible y con problemas de apego. Mientras que yo, siempre he sido tosca, totalmente lo opuesto a él. En nuestra adolescencia, esa diferencia nos unía de alguna manera. Yo era su refugio en medio del caos emocional, y él, aunque no lo admitiera, era mi ancla en momentos de incertidumbre.

Sin embargo, la vida nos llevó por caminos diferentes. Luke encontró una manera de protegerse detrás de una fachada de éxito y control, mientras que yo seguí navegando en mi propio desorden, tratando de encontrar un equilibrio que a menudo me eludía. Cuando lo vi aquella tarde, no pude evitar sentir una mezcla de nostalgia y confusión. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? ¿Cómo se había transformado tanto sin que yo lo notara?

Nuestros caminos se cruzaron brevemente, y en ese instante, todo el pasado se agolpó en mi mente. Sus ojos, aunque rodeados de un aire de sofisticación, todavía guardaban esa chispa de vulnerabilidad que siempre me había conmovido. Quizás, detrás de esa fachada de "fuck boy", aún quedaba algo del chico que conocí.

Pero, incluso si eso era cierto, no sabía cómo acercarme a él. Mis propias inseguridades y miedos me retenían. Prefería mantenerlo a distancia, fuera de mi desordenado mundo. Quizás era egoísta, pero era la única forma que conocía para protegerme a mí misma y, tal vez, a él también. Nuestra despedida no fue la mejor, ni siquiera fue una despedida.

Mientras me le alejaba, me preguntaba si alguna vez tendríamos la oportunidad de reconectar, de superar las barreras que el tiempo y mis decisiones habían levantado. O si, como tantas otras cosas en la vida, él se convertiría en otro "qué podría haber sido" en mi interminable lista de arrepentimientos.

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Era principios de la noche y decidí encontrarme con amigas en el pub cerca de casa, el ambiente era embriagador, divertido y digno de bailar, pero yo solo quería tomar, no hasta embriagarme pero si hasta por lo menos conseguir relajar mi sistema nervioso, mi vida era un caos, pero no era la peor y yo la tenia dominada aunque a el mínimo empujóncito se me derrumbaría.

'Ya estoy aquí ¿A qué horas llegan ustedes?'
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