Capítulo Diez.

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NICOLA

Dos, cuatro, seis copas, la botella estaba a menos de la mitad y la situación tensa e intensamente incómoda ya se había dispersado, tal como había propuesto. El calor del fuego de la chimenea y la suavidad del vino crearon una atmósfera extrañamente íntima, una burbuja donde las palabras flotaban libres.

— No puedo creer que te hayas supuestamente enamorado de mí —dije, dando un trago a mi copa. La incredulidad en mi voz se mezclaba con una pizca de curiosidad y desconfianza. — Aunque debo confesar que anteriormente me sentí deslumbrada por ti. Estás jodidamente guapo, la verdad.

Marcus sonrió, una expresión entre aliviada y esperanzada. — ¿Anteriormente, ya no? — preguntó suavemente, mientras pasaba un mechón de mi cabello detrás de la oreja. Yo estaba sentada de frente a la chimenea, y él, de frente a mi perfil, se acercó lo suficiente como para que su toque se sintiera como un susurro en mi piel. Mis pelos se erizaron levemente con el sutil roce de sus dedos. Tomé un gran sorbo de vino, intentando calmar la súbita oleada de sensaciones.

— Ya es diferente, creo que ya soy más madura — respondí, mi mente desviándose inevitablemente hacia Luke, a quien no podía dejar de pensar ni siquiera en este momento.

Marcus inclinó la cabeza, estudiándome con una mezcla de admiración y algo más profundo. — Eres muy hermosa. ¿Ya te lo han dicho?

— Supongo que sí — respondí, tratando de mantener la compostura.

Marcus no apartó la mirada, sus ojos oscuros brillando a la luz del fuego. — Desde que te conocí, he amado esa energía que irradias, esa naturaleza, tu olor — susurró, acercándose más. Su nariz se deslizó suavemente por mi cuello, y mi rostro se giró con sorpresa, encontrando el suyo tan cerca que podía sentir su aliento cálido contra mi piel.

El mundo exterior desapareció en ese momento. Sentí una mezcla de emociones intensas: sorpresa, deseo, y una pizca de miedo. Mis labios se separaron ligeramente, pero no pude encontrar las palabras adecuadas. Marcus se acercó aún más, sus ojos buscaban los míos con una intensidad que casi me hizo temblar.

Es de conocimiento general la mala y peligrosa idea que resulta juntar al hombre con los sentimientos y el alcohol.  Pero más peligroso es reunir al hombre, a los sentimientos, al alcohol y al depósito de sus afectos y bajos deseos.

— No sabes cuánto he deseado estar así contigo, Nicola — dijo, su voz apenas un susurro. — Cada día, cada noche, mi mente volvía a ti. A tus ojos, a tu risa, a cada pequeña cosa que te hace única.

Las palabras resonaron en mi interior, haciendo eco de algo profundo y latente. Sin embargo, algo dentro de mí todavía resistía, una pequeña voz que me recordaba la complejidad de la situación, la presencia de Luke y esa extraña sensación de culpabilidad.

— Marco, esto es... — intenté hablar, pero sus labios se acercaron peligrosamente a los míos, cortando mis palabras.

Cuando el valor se deja escapar no de forma natural y consciente, la consciencia se encarga de mantener ese recuerdo presente, como algo bochornoso. Pero ¿qué importa cuando es todo lo que haz deseado por años, que importan unos días de pena y sufrimiento?

— Solo un momento, Nic — susurró. — Déjame mostrarte lo que siento, aunque sea solo por esta noche.

Porque es todo lo he querido todo este tiempo que se me ha asemejado a la eternidad, deja que alcohol me ayude.

Sus labios finalmente encontraron los míos, en un beso suave pero lleno de pasión contenida. Sentí cómo su mano se deslizaba por mi espalda, atrayéndome más cerca. El mundo se disolvió en ese contacto, y por un instante, no hubo dudas ni preocupaciones, solo la pura emoción de estar en sus brazos.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora