Capítulo Dieciséis.

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NICOLA.

— ¡Salgan de ahí, pervertidos! — La voz de Claudia resonó, ahogada por los cristales del coche.

Luke y yo intercambiamos una mirada rápida, nuestras risas aún vibrando en el aire.

— ¿Quieres pasar? — le pregunté a Luke, haciendo el amague de abrir la puerta.

— No quiero ser mal tercio, es noche de amigas — respondió, con su tono juguetón habitual. — Así que mañana paso por ti para ir al trabajo. Te amo.

Nos inclinamos y volvimos a fundirnos en un beso profundo una vez más, disfrutando del calor y la familiaridad de sus labios. Dos golpes más en la ventanilla nos hicieron sonreír.

— Ve, sino va a romper los cristales — me susurró, y ambos reímos.

— No te preocupes, si Antonia sube esos vídeos podríamos ganar como actores porno, es el mejor sexo que verán en una oficina — añadí, mis mejillas coloreándose al instante.

Luke soltó una carcajada y, antes de que pudiera salir del coche, sentí una estrepitosa nalgada que me hizo saltar.

Me giré, fingiendo estar molesta, y le saqué el dedo medio. — ¡Idiota! — le dije, aunque no pude evitar sonreír.

— Es que no pude evitarlo, sabes que me vuelves loco.— respondió él, con esa sonrisa encantadora que siempre me desarmaba. El calor subió a mis mejillas, y una parte de mí deseaba quedarse, seguir explorando esa chispa entre nosotros. Pero Claudia me estaba esperando, y sabía que no podía dejarla plantada.

Salí del coche riendo y me reuní con Claudia, que nos miraba con una mezcla de diversión e impaciencia.

— ¿Qué tal lo pasaste? De maravilla ¿no? Ninfomana— me preguntó, levantando una ceja. — Si salgo a recibirte unos minutos más tarde te hubiera encontrado teniendo sexo en el coche de tu jefe que hace unas semanas no te gustaba pero que ahora ha cambiado totalmente a mi amiga. Mírate la sonrisota de estúpida.

Y era cierto; mi sonrisa iba de oreja a oreja.

— Luke siendo Luke — respondí, tratando de sonar casual mientras el calor aún persistía en mis mejillas. Abrí la puerta y antes de entrar me giré lanzándole un beso al aire para que ya el arrancara el coche.

— Ese hombre tiene un don para sacarte de quicio y hacerte sonreír al mismo tiempo.

— Ya lo creo — asentí, sabiendo que tenía razón.

Entramos y nos acomodamos en el sofá. La energía entre Claudia y yo era ligera y fácil, como siempre. Sin embargo, una parte de mi mente seguía pensando en eso que Luke me contó, mi corazón entendía la rabia de Antonia, inhebitablemente, pero ¿aceptaría que pasara el escándalo que quiere desatar sin represarías? Por supuesto que no.

{...}

— No puedo creer que esa tipa haga algo así — comentó Claudia mientras servía el vino. — Cuando quieras le caemos a palo. - reí, porque Claudia sería muy capaz de eso.

— Sí, es una locura. Pero Luke y yo, creo que ambos estamos de acuerdo en no demostrarle que nos asusta aunque a mí por lo menos si me asusta que a mis padre le llegue un vídeo de mi cogiendo en una oficina a través de redes. Hay algo en ella que no me termina de cuadrar, es una extraña sensación.

Claudia sonrió, levantando su copa. — Esa tipa es un intento de ser humano, no va a llegar muy lejos su rabieta - sobo mi mano. — Brindemos por eso. Por enfrentar todo lo que venga y salir más fuertes. Sé que todo irá bien, Nic. Es obvio que necesitabas a Luke; en todo el tiempo que llevo conociéndote, nunca te había visto tan radiante. Es evidente que él le hacía falta a tu vida.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora