Capítulo Seis.

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LUKE...

Me enferma profundamente que quiera hacer como si nada pasó entre nosotros. Cada vez que me trata con esa condescendencia, como si yo fuera un niño indefenso y ella una anciana sabia, siento cómo mi paciencia se desgasta como la arena entre mis dedos. ¿Acaso piensa que puede borrar todos esos años con unas palabras vacías?

No puedo soportar que me trate como si fuera mi escudera, mi protectora, el adolescente que necesita ser cuidado. ¿Es que acaso no ve que también he crecido, que he pasado por mis propios desafíos y que tengo mi propia vida? No soy un mocoso faldero al que puede dirigir con una mirada y una palabra.

Lo que más me duele es que, a pesar de todo, sigue siendo Nicola. La misma Nicola a la que admiraba, con quien compartía secretos y sueños, y que ahora parece querer enterrar todo eso bajo una montaña de condescendencia y distanciamiento. Es como si la persona que conocí se estuviera desvaneciendo frente a mis ojos, reemplazada por esta versión que me resulta ajena y desconcertante.

No sé cómo manejar esta mezcla de emociones que me consume cada vez que la veo actuar así. Por un lado, hay una rabia profunda por sentir que nuestra historia se está borrando, por otro, un dolor por ver que la conexión que pensé que nunca se rompería ahora está tan frágil como el cristal.

— ¿Y qué piensas hacer con esta segunda oportunidad? —preguntó, finalmente Nicola con esa voz aterciopelada que tanto me engrifa los pelos.

Sonreí de nuevo y sus ojos brillaron, un leve rubor caló en sus mejillas. ¡Que afortunado soy! me obligué a mantener la mirada, aunque mi corazón latía con fuerza por apretarle las mejillas entre las palmas de mis manos .

— Supongo que eso depende de nosotros —dije, su mirada fija en la mía.
— Quiero hacer las cosas bien esta vez —continúe, dando un paso más cerca de ella—. Quiero que construyamos algo real, algo que dure.

Mi respiración se aceleró mientras procesaba mis propias palabras. Todo parecía sincero, desde la intensidad de sus ojos hasta la firmeza en mi voz. A pesar de todo el dolor y las dudas, una parte de mí quería creer que todo sería tan fácil como ahora, quería darnos esa segunda oportunidad.

— ¿Y si fallamos? —murmuró, casi sin darme cuenta.

Extendí la mano y acaricié suavemente su mejilla. Su tacto era cálido, su piel sedosa y reconfortante. Cómo la recordaba.

— Entonces lo intentaremos de nuevo —respondí—. Porque tú y yo, juntos, podemos superar cualquier cosa.

— Pero no podemos pasarnos la vida intentándolo - susurró, ahora tenía ambas manos en sus mejillas y un deseo por sus labios nubló mis pensamientos.

— Si no te hubieras ido no tendríamos que intentarlo ahora. Si no te hubieras ido no existiría nadie más.— dije en cierto tono de reclamo. De la nada su teléfono sonó, vibró entre los bolsillos de su falda y ella se apartó de mí con rapidez. Alcance a leer la pantalla y un hombre era el que le marcaba, respire conteniendo la incomodidad que yo se que me rebasaría, no sabía quién era o cuál era el parentesco pero sólo de saber que existía otro hombre en su vida mis sentidos dejaban de ser racionales.

— Hola Marcus - Me miró y volvió a apartar la mirada. — Si, ya voy para allá - ¿para allá es dónde? Mi cerebro lanzó misiva sobre sus palabras. Miró el reloj en su muñeca y yo como reflejo también lo hice. — Descuida, allá te platico. — ¿allá dóooonde? Colgó.

Sentí un nudo en la garganta mientras las lágrimas amenazaban con escapar. Sin decir una palabra más, me incliné hacia ella y la abracé con fuerza, dejando que las emociones fluyeran libremente. En ese momento, supe que estaba dispuesta a intentarlo, a luchar por nosotros, sin importar la existencia de una Antonia o de un Marcus.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora