Capítulo Veintiséis.

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Les dejé una canción para reproducir, peeeero! Les dejare de dónde exactamente la canción toma vida.

Buena lectura 🤎

LUKE

Qué vacío es sentir mi cuerpo salir del suyo. La sensación de pérdida me invade, como si una parte de mí se hubiera quedado atrapada en ella.
—¿Vamos? —preguntó, rompiendo el momento. Sus palabras me devolvieron a la realidad mientras se arreglaba la ropa y su cabellera desordenada. Mis ojos se aprisionaron en sus movimientos, en cada gesto, en cada expresión que mostraba, en su aspaviento.

Se giró para arreglar el estado de sus labios a través del espejo retrovisor y gimió al darse cuenta del desastre en el que estaba su apariencia. — Somos un desastre - dijo con una sonrisa de medio lado, dándole ese toque juguetón a la sensualidad de su voz, yo solo apreciaba.

— Tienes una forma particular de ser un desastre muy atractivo —dije, atrayéndola hacia mí para besarla apasionadamente. Mis labios encontraron los suyos con urgencia, como si ese beso pudiera prolongar la conexión que acabábamos de compartir. Sentí su cuerpo relajarse contra el mío, sus manos enredándose en mi cabello, y por un momento, mi capacidad de respirar se detuvo.

Nos separamos lentamente, y la miré a los ojos, esos ojos que siempre lograban ver más allá de mi fachada. — Vamos, no quiero que tárdenos mucho aquí —dije, intentando sonar despreocupado, aunque la verdad era que no quería que este momento terminara.

Ella sonrió, una sonrisa que iluminaba toda la camioneta. — Eres increíble, Luke —murmuró, sus dedos rozando suavemente mi mejilla antes de apartarse.

Salimos de la camioneta y caminamos hacia el ascensor, el mismo ascensor donde una vez atrás la hice mía, donde me prometí volver a hacerlo. La tensión entre nosotros era palpable, y el recuerdo de aquel momento me envolvía. Llegamos bajo las miradas de sorpresa y la emoción de uno que otro empleado. El aire fresco contrastaba con el calor que aún sentía en mi piel, mientras mis pensamientos seguían anclados en ella, en la sensación de su cuerpo contra el mío, en la forma en que me hacía sentir completo.

— ¡¡Nicola!! — Dalila, que estaba de espaldas al ascensor hablando con Pamela, casi gritó al girarse y verla. — ¡Dios mío, no sabes qué falta nos haces! — La estrechó en un abrazo, y Nicola solo sonreía, su calidez irradiando hacia todos a su alrededor.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó Dalila, la preocupación genuina en su voz.

— Muchísimo mejor. ¿Y ustedes? — respondió Nicola, mirando a Pamela, que tenía una sonrisa de oreja a oreja.

— Muy bien — respondieron al unísono. — Entonces, ¿te tenemos de vuelta, jefa? — Nicola se echó a reír al escuchar el sobrenombre que le puso Dalila. Pero antes de que ella pudiera responder, intervine, queriendo aclarar la situación.

— Lamento explotarles la burbuja de felicidad, pero no. Nicola todavía debe guardar reposo, Dalila... — Mi voz fue firme, aunque con un toque de suavidad, consciente de la decepción que mis palabras causarían, más en Nic que en cualquiera de las demás.

— Ouh... — se apenó Dalila, su entusiasmo desinflándose. — Es una pena...

— De hecho —intervino Nicola, con una chispa de determinación en sus ojos—, sí voy a volver. Tengo un contrato para firmar hoy con Styling. — Giré los ojos ante la mención del contrato, preocupado por su salud pero sin más que hacer ante su determinación.

— ¿Ya llegaron? — preguntó Nicola, su voz recuperando la firmeza de la profesional que siempre había sido. Y he de admitir que ese carácter firme y profesional siempre ha sido la base de la debilidad y fijación que siempre he tenido hacia ella. Esa forma de dejar saber "a mi nadie me manda" "puedo y voy a hacer lo que quiera" "me paso por el sudor de mis tetas al que crea que me manda" es lo que le da ese toque a su magnetismo. Y la sonrisa ladina en el rostro de las otras dos mujeres me confirmaba que no solo yo lo notaba.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora