Capítulo Siete.

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LUKE...

Mis ojos no se cerraron en toda la noche. No podía, no quería querer a la mujer a mi lado, pero la horrible sensación de culpa no me dejaba admitir que la había utilizado todo este tiempo. Y que le seguiría utilizando. Cada vez que miraba a Antonia, veía el reflejo de mis propias inseguridades y miedos, un recordatorio constante de mi incapacidad para ser honesto, tanto con ella como conmigo mismo.

Sentía que estaba atrapado en una red de mentiras y medias verdades, una prisión que yo mismo había construido. Antonia no merecía esto, no merecía estar con alguien que no podía entregarle su corazón por completo. Pero, ¿cómo podía liberarla sin destrozar todo lo que habíamos construido, sin romper su corazón en mil pedazos?

Miré al techo, buscando respuestas que no llegaban. La imagen de Nicola seguía apareciendo en mi mente, como un fantasma del pasado que se negaba a desaparecer. No podía negar que aún sentía algo por ella, y ojalá fuera algo, yo lo sentía absolutamente todo, profundo y perturbador que complicaba mi completa existencia.

Me giré para mirar a Antonia mientras dormía, su rostro sereno e inocente. Sentí una punzada de dolor en el pecho, una mezcla de arrepentimiento y desesperación. Sabía que debía enfrentar la verdad, tanto por ella como por mí. Pero el miedo a lo desconocido, a las consecuencias de mis acciones, me paralizaba.

El amanecer comenzó a filtrarse por las cortinas, bañando la habitación con una luz suave y dorada. Con cada rayo de sol, sentía que el peso de la noche se hacía más ligero, pero la culpa seguía ahí, constante y punzante.

Debía encontrar la valentía para enfrentar mis sentimientos y ser honesto con Antonia. No podía seguir viviendo en esta mentira, no podía seguir lastimándola. Pero sabía que hacerlo requeriría más coraje del que había tenido en años. Del que tengo.

Cerré los ojos, intentando buscar una pequeña chispa de esperanza y fuerza en mi interior. Sabía que debía tomar una decisión pronto, por el bien de ambos. Porque al final, la verdad, por dolorosa que fuera, era el único camino hacia la libertad y la redención.

Eso espero.

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La ciudad estaba calmada, el bullicio iba ligeramente en aumento a medida que los londinenses emprendían un nuevo día. Desde mi casa, era fascinante ver cómo el Tower Bridge no tenía un solo segundo de descanso. Los coches y los peatones cruzaban sin cesar, formando un flujo constante de actividad que me recordaba lo viva y vibrante que era Londres, incluso en las primeras horas de la mañana.

Me encontraba absorto en estos pensamientos cuando un recuerdo del pasado surgió con fuerza, trayendo consigo una mezcla de nostalgia y añoranza.

Flashback

— Me encantaría ver una musola, son tan largas, me parecen algo estéticas para vivir en un río con aguas tan turbias —dijo Nicola, lanzando piedrecitas al río. Su melena se movía con la brisa y yo no dejaba de acariciársela. Ella era muy parlanchina, pero no de las que hablan cosas por hablar. Siempre contaba datos interesantes, o cada vez que le preguntaban algo daba respuestas claras y abundantes, pero que nunca pasaban a lo excesivo. Nunca entendía cómo lo hacía.

— Este río fue declarado biológicamente muerto en 1959 y hace apenas uno o dos años redescubrieron fauna. La musola es una de esas. Así como es de linda, es extremadamente venenosa.

— ¿Por qué? —pregunté, ensimismado en sus palabras y en ella.

— En realidad, la musola no es venenosa en sí. Sus aletas lo son, son algo así como su sistema de defensa —explicó, sus ojos encontrándose con los míos en un gesto natural. Era inevitable quedarnos fijos el uno en el otro, sin ninguna otra expresión.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora