Capítulo Doce.

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Lose Control- Teddy Swims
Esta canción inspiró mucho este Cap y me encantó escucharla en bucle mientras lo escribía.

LUKE

La besé, 
la besé como hace siglos no lo hacía.

La toqué, 
la toqué con la necesidad de unas manos gruesas.

Susurré su nombre en la penumbra, 
como un rezo, como un mantra.

Deslicé mis dedos por su piel, 
dibujando caminos de deseo, 
trazando constelaciones de pasión.

La abracé, 
la abracé con la fuerza de mil tormentas, 
con la delicadeza de un suspiro al amanecer.

La respiré, 
inhalando su esencia, 
llenando mis pulmones con su ser, 
como si fuera aire, 
como si fuera vida.

La escuché, 
en el silencio del lugar, 
en el latido de su corazón, 
en el murmullo de sus gemidos.

La amé, 
la amé con la intensidad de un fuego eterno, 

Y volví a beber de ella,
De sus labios la devoción.

Empujé con mis manos todo lo que había en ese escritorio y la tumbé a lo largo de él, ella miró con susto los papeles y objetos que cayeron al suelo en un caos olvidado. La tome desde su cadera y la hale hasta quedar pegada a mi pelvis, al bulto en mi pantalón. Su ropa estaba desaliñada, su piel brillaba con la luz que entraba por las ventanas, su camisa estaba abierta hasta la altura del ombligo y mi presencia temblaba con la imagen de sus pechos presos en ese sostén de encaje negro. Sus labios, carnosos y perfectamente delineados por el rojo carmesí se abrían en busca de aire. Sus ojos me miraban con una expresión sombría, el azul en sus pupilas se había vuelto dos tonos más oscuros, una mirada impresionantemente sensual que me atrapaba y me envolvía en un hechizo del que no quería escapar. Esa posición, tan vulnerable y a la vez tan poderosa, la hacía parecer una diosa a la que le rezaría si me lo pidiera.

No quería pensar más, solo quería admirar lo que tanto le había rogado a Dios, tenerla así era cumplir otro sueño, un deseo profundo que había alimentado durante tanto tiempo. Me incliné sobre ella, levantando su falda con manos temblorosas de anticipación, embelesado en la pieza conjunta con el sostén, un panty negro que dejaba ver la piel en su pelvis, la malla añadía una atención escandalosa a esa parte de su anatomía. Besé sus piernas, empezando por sus tobillos, dejando que mis labios se deslizaran lentamente hacia arriba. Cada beso era una promesa, una confesión silenciosa de lo mucho que la deseaba.

Sus piernas se levantaron y se posaron sobre mis hombros, y mis besos continuaron su ascenso, explorando cada centímetro de su piel con una fascinación casi reverente. Mi cabeza se hundió entre sus muslos, inhalando su aroma, un perfume embriagante y delirante que nublaba mi mente y encendía mi cuerpo. Sentí sus temblores, sus suspiros, y supe que estaba tocando algo más profundo que solo su cuerpo. Estaba tocando su esencia, su ser.

Deslice la pieza por sus piernas y la saqué sin retirar sus tacos de base roja.

La lleve a mi nariz e inspiré su olor, mis ojos involuntariamente se cerraron, mi cuerpo tembló, apreté mi otra mano en el bulto doloroso preso en mis pantalones. No había palabras para describir nada, era sólo aquella sensación de volver a casa, más feliz y completo que antes.

La guarde en el bolsillo de mis pantalones.

Tome sus piernas desde la parte trasera de sus rodillas y las abrí de par en par a mi disposición.

Admirando con entusiasmo la imagen.

— Dios... - dijo ella en un hilo de palabras, sin perder de vista mis acciones.

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora