Capítulo Veinte.

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NICOLA

La puerta se abrió, no me percaté quién era porque estaba concentrada transcribiendo unas cuentas e impuestos de unos documentos a la computadora.

— ¿sabes que es lo más interesante?- levanté la cabeza, reconociendo la voz intrépida de Antonia. Mi cuerpo se puso rígido sin planearlo. — Te pregunté- sé apoyo de la silla en mi frente. Seguí sin responderle, solo mirándole. — Bueno ya que al parecer se te han comido los ratones la lengua, yo misma responderé. - la interrumpí.

— mira - alce una mano en un gesto de detener su parloteo. Ella me miró expectante. — Me encantaría tener el tiempo que tienes tú para charlar, cuchichear y crear drama, sin duda lo usaría para hacer algo mejor de mi vida, pero lamentablemente no lo tengo, como tú comprenderás yo no me cuelgo del poder de nadie, yo si trabajo - la invalide con la mirada y seguí haciendo lo que quería ya terminar para ir a casa a dormir.

Luke había salido, creo que a reunirse con su antiguo socio/mejor amigo, para esclarecer lo de la transacción, mientras tanto yo terminaba de cuadrar unas cifras y luego correría a mi casa a empacar todo lo que debía llevarnos en la mudanza. Aunque la verdad me veía más en la cama durmiendo de patas abiertas y oscuridad total, por el cansancio que me cargaba.

Eran las 4 de la tarde.

— Siempre tan madura! Bueno digo, no siempre, hace unos años te cogías a un chiquillo de 17 años - levante la cabeza ante su afirmación. No me asustaba asumo que es un tema que salió de conversación entre Luke y ella, y ella habrá llegado a deducciones. — Nop, Luke no me lo contó, se jacta de ser un caballero - dijo con desdén. —Digamos que yo tengo mis fuentes - Tomo asiento en la silla frente a mi. Yo seguí en lo mío. — creo que Luke, desarrolló alguna especie de síndrome de Estocolmo o algo así y por eso cree que está enamorado de ti. - jugaba con los lapiceros de mi escritorio.

— ¡aja! - musité.

— ¿Ese crimen habrá perecido? - sin querer seleccione una página transcrita completamente y le di a borrar, maldije en voz alta e intente cliquear en la tecla de reversa, entonces el cuerpo de Antonia empezó a emanar un olor para mi gusto espantoso, rechinaba en mi nariz y mi estómago se revolvía. Me levanté corriendo al baño, pero aunque tuve arcadas no vomite nada. — ¿será como hace doce años, Nic? O volverás a deshacerte de ello? - apareció en el umbral de la puerta mirándome con burla, yo la miré con el ceño fruncido.

Luego de echarme agua en la cara, tomé una toalla para secármela y por fin preguntar — ¿de que hablas? -

— De nada - sonrió. — ¿Se mudaron a la nueva casa ya? ¿Quién llega primero a casa, tú o él? Te recomiendo que llegues tú primero el día de hoy.

— Lárgate - espeté aún empalagada por su perfume. Ella se rio y se dio media vuelta.

—Los quiero, Nic —beso dos dedos y simuló soplar el beso al aire. ¡Dios! Cuánto empezaba a detestarla.

Cuando la puerta se cerró, regresé al baño y bajé la tapa del inodoro para sentarme en él. Afincando los codos sobre mis piernas plegadas, dejé caer mi cabeza en mis manos. Me sentía realmente mal, como si mi cuerpo ardiera por dentro. Todo mi cuerpo temblaba, tenía escalofríos y el perfume de Antonia se había quedado impregnado en mis fosas nasales, provocando que mi estómago se contrajera intentando sacar lo que no tenía. Me levanté, volví a bañar mi cara y, con una fuerte bocanada de aire, regresé a mi escritorio. Marqué la línea de Pamela.

—¿Podrías conseguirme hielo, Pam? —La línea sonó y Pamela respondió.

—Por supuesto, señorita. Pero, ¿solo va a querer hielo?

She's Mine & Only Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora