She's Mine & Only Mine

Capítulo Tres.

Hace 12 años.

LUKE...

- Luke quizás debas buscar otra chica que te enseñe estas cosas, yo te veo como un hermano y esto podría mandar todo a la mierda - dijo visiblemente incomoda.

— No, a ti es a la única que le tengo confianza, te juro que no te exigiré absolutamente nada, solo no quiero cumplir 18 años y seguir siendo virgen.

- Yo tengo 23 años estúpido, por tu culpa podría ir a la cárcel.

— Vamos Nicola, es solo sexo. Tenemos muchos años de amistad ¿qué podría cambiar?

- Dejarías de verme y respetarme como tu hermana mayor. Los hermanos no hacen esas cosas.

— Tú no eres mi hermana - dije con la vista oscurecida ella me miró a los ojos y luego bajó a mis pantalones.

- ¿Por qué traes una erección? - preguntó con la ceja enarcada. Porque moría por arrancarle la falda que tenia puesta y cogérmela de todas la maneras posibles, la entrada a la adultez me respiraba en la nuca y hace 5 años a la única mujer que deseaba cogerme era la rubia chiquita pero mayor que yo que me trataba como su hermano menor, y esta era mi oportunidad y mi justificación perfecta, no tenía experiencia, ella ya si, pero había visto un montón de vídeos solo para saber hacerla disfrutar. - Responde - dijo.

— Vi porno antes de encontrarnos-

- Eres un imbécil, pervertido - respiró profundo y apretó el volante. - Está bien Luke lo haremos, pero solo por esta ocasión, nunca más, mañana actuaremos como que nada pasó y sobre todo no le contarás a absolutamente nadie que tu primera experiencia fue conmigo - dijo y arrancó su coche.

Cuando llegamos la guíe adentro, ya yo tenia todo planeado, la cabaña era de mi padre y me la había cedido como mi lugar para desconectar, quería dejar la memoria de algo tan especial para mí en un lugar como este, ella miraba el alrededor encantada, ensimismada en el gran ventanal que daba al río Támesis, yo ensimismado en ella y sin aguantarme más me le pegue e hice que me sintiera, escuchar el jadeo de aceptación me prendió aún más, mi timidez se había ido al diablo, la hice inclinarse apoyándose en el ventanal y me froté en su trasero, con fuerza, cumpliendo mi sueño. Y cuando comencé a subir su falda ella me detuvo y se giró.

- Necesito alcohol ¿hay aquí?

Fui por el whiskey que es lo único que a mi me gusta y lo único que a ella no, y se lo tomó de un solo trago, me entregó el vaso y lo puse en una mesa cercana, volví a acercármele e intente besarle, pero giró el rostro así que mientras estrujaba sus senos besaba también su cuello, su cabeza terminó tumbándose dándome acceso y yo disfruté de la suavidad de su piel, por primera vez en mi vida me sentía en la gloria, y aunque no la sentía retribuirme, ni las caricias de su parte, tener su permiso para hacerlo me era suficiente.

— Descuida, yo haré todo- dije y ella suspiró. Sus brazos se tumbaron a los lados y mientras yo seguía recorriendo desde su cuello a su escote la sentía respirar agitada, aunque todavía la sentía rígida, la acaricié y bese con más devoción, hasta que sus músculos se relajaron y los sonidos de su boca fueron más notorios. Sus manos se colaron en mi cabello y de la nada su ropa empezó a desaparecer, mis manos fueron a su espalda, al broche de su brassier y el clip me hizo sonreír, me alejé escasos centímetros y le miré con una sonrisa ladina para pasar a deslizar la tela por sus brazos, por primera vez la vi más pequeña que yo y por primera vez vi los pechos más hermosos que jamás había visto, el escote me daba indicios pero nada es igual que tenerlos así frente a mi, sus brazos se envolvieron entre ellos queriendo ocultarlos y yo no lo iba a permitir, llevaba 5 años soñándolos. La tome de la cintura y la pegué a mi, bajando mis manos a su trasero, respirándole en la nariz exigiéndole el permiso para probar sus labios, firmes, perfectamente delineados, y apetecibles. Sus ojos se cerraron y esa fue mi señal, me pegue a ellos absorbiéndolos, disfrutándolos, navegando en su boca, apretando sus glúteos, escuchando sus gemidos, endureciendo cada vez más. — Voy a cogerte frente a este ventanal, como la puta de un millonario - ella rio — recuéstate en el sofá- y me sentí otro, completamente, me sentía con mucho poder sobre ella, me sentía un hombre, viril y afortunado. Ella se sentó de piernas abiertas mirándome a los ojos y yo me terminé de quitar toda la ropa, sus ojos fueron Justo a aquel lugar, rio satisfecha. Y yo por fin fui a su encuentro, comencé a besarla, con desenfreno, a tocarla a chuparle la piel y olerla en cada centímetro. La recosté en el sofá, yo por encima de ella, sin aplastarla e inicie a frotarme por sobre sus bragas, sin perder sus labios de los míos.