Matrimonio Arreglado - Haobin

046: En la oscuridad

046: En la oscuridad

Las luces del vestidor estaban apagadas, todo el estadio de deporte lo estaba.

Era las diez de la noche, ¿Quién estaría presente en el lugar?

Quizá Hanbin.
Y su bonito esposo también.

Ambos compartiendo un beso salvaje dentro de los vestidores; Sung con las manos puestas en el trasero de su esposo quien gemía gustoso y Hao aferrándose a sus hombros para no caer. — Alfa.. — Dijo al semidesnudo azabache quien lo acorraló contra la pared.

— Hao, eres.. tan sexy. — Bin mordió su labio inferior y dejo un casto beso. Después bajo con lamidas y besos hasta sus pezones, esos marrones que fueron estimulados a su antojo; ya sea con su lengua o con sus manos, tocaba a Hao a su propia decisión. — Me vas a volver loco un día, mí amor. — Bajó los pantalones del castaño de un solo tirón.

Mostrándose ahora el bóxer mojado del menor, con el miembro ligeramente erecto.

— Biniee.. — Hao llevó su cabeza para atrás al sentir como el azabache tocaba su pene para masturbarlo. — Oh.. Bini..Binie.. — Estaba punto de caerse por la estimulación en su área. Hanbin aceleró su movimiento, y poco después, lo metió a su boca para hacerle un oral rápido. — ¡Alfa! — Mordió su labio inferior para no hacer mucho ruido, sabían que estaban a solas pero temia a que alguien por obra del destino este cerca de ahí.

Sung movió su cabeza rápido para darle una pronta eyaculación al menor, haciéndolo tan bien que al tomar el trasero en sus manos; este mismo se corrió dejándose caer al suelo por la recién satisfacción que sintió.

— Ah.. — Hao cayó sentado al suelo mientras Hanbin tragaba todo el semen que había expulsado su esposo. — Siempre lo haces tan bien.. — El menor lo elogió, y no pudo decir más, porque Hanbin lo cargó en sus brazos para llevarlo a unos sofás cercanos.

— Conozco cada parte de ti, mí amor. — Soltó Bin colocándose en medio de las piernas de Hao. — Se lo que te gusta y en dónde eres más sensible. — Alzó las piernas del castaño, llevándolo a que rodeen su cintura. — ¿Y te gusta que te toque aquí, verdad? — Su mano izquierda la colocó en su pezón mientras que la derecha llevaba su entrepierna a la entrada del omega.

Ingresó con mucha excitación, sintiendo lo apretado que su esposo era, al sentir como Hao apretaba sus paredes, el también apretó con sus manos los pezones marrones de su esposo con fuerza.

— ¡Ngh, Binie! — Hao se encurvo en cuanto una embestida golpeó su entrada, Hanbin río acercándose y beso su cuello y parte de sus mejillas. Bajó un poco y ahí mismo también lamió con dulzura la marca que había dejado hace unos días atrás. 

— Hao, me encantas.. — Hanbin empezó a moverse gruñendo por lo estrecho que se sentía. Aquello le brindaba tanto placer que no dudó en moverse con más rapidez, escuchando a Hao gemir como -un poco- desquiciado pidiendo más. — Te vez tan precioso así.. mí vida.. — Observó Sung como Hao tenia los ojos lagrimeantes por la excitación, cuerpo sudado y boca entreabierta soltando gemidos.

Lo tomó de la cintura dejando de morder su cuello, y al tenerlo ya en sus manos, golpeó con mayor fuerza su próstata.

— ¡Ah, Hanbin! — Zhang se mordió su labio inferior. —  Me gusta.. sigue así.. ah.. — Llevo su cabeza para atrás, sintiendo los movimientos de cadera de su esposo encima de el. Tan rápido y fuerte que se iba a correr pronto. — Bi.. — Hanbin lo tomó de la nuca y lo beso toscamente sintiendo su clímax aproximarse.

El movimiento de sus labios y caderas no cesaron, coordinando maravillosamente bien, ambos se corrieron juntos manchandose mutuamente. Hanbin dentro de Hao, y Hao manchando su vientre y el abdomen del mayor.

— Ah.. — Hao soltó extasiado dejándose caer al sofá, se separaron del beso y Hanbin también salió de el.

— Espero que mañana puedas actuar con normalidad. — Sung río cubriendo el cuerpo del menor. — Porque está noche recién está empezando, Hao.

— ¡Hanbin! — Exclamó Zhang, tapando su parte íntima. Cuando Hanbin entraba en celo, su trasero sufría las consecuencias de un adicto sexual.

Aunque se cubrió con las manos, para el alfa aquello no fue impedimento para volver a adentrarse dentro de el. Ahora a espaldas de Zhang, Hanbin ingresaba dentro nuevamente, apretando con sus manos la cintura pequeña del castaño y besando con dulzura sus labios.

— Ngh.. — Hao soltó cuando Sung empezó a moverse otra vez. Pudo soportarlo, pero ahora lo hacía con tanta fuerza que tuvo que aferrarse al cuero del sofá para no caer al suelo por el impulso que Hanbin tomaba para embestir.

— Mgh.. mí amor.. — Sung le mordió su hombro, está en su celo, siente la necesidad de morder todo lo que lo rodea, especialmente a su lindo omega en brazos.— Quiero embarazarte otra vez. — Confesó golpeando con brutalidad el trasero del castaño que soltaba lágrimas por el placer acumulado.

El ambiente estaba tan caliente que Hao podía compararlo con un horno. — Házlo.. ah.. Binie.. — Como pudo soltó Hao. Poco después, el alfa se corrió otra vez dentro de él. Su trasero estaba tan húmedo que ya Hao no podía soportar más.

Necesitaban ir a casa con urgencia, de otra manera el lugar donde se encuentran se iba a volver un lugar lleno de feromonas que iba a marear a la gente.

— Hao.. — Hanbin se volvió a acercar en un ronroneo. Le tocó su parte íntima, y Hao también logró correrse.

— Vamos a casa, Binie. — Zhang le dijo al alfa, usando su característico don.

— No creo poder soportar tanto.. — Hanbin lo atrajo hacia él. — Quiero follarte toda la noche aquí.

— No, alfa. — Uso un tono más fuerte. — Dejaremos sucio el lugar. Por ahora vas a tomar tus supresores. — Regaño al alfa que bajó su mirada con un puchero.

Sung era tan tierno cuando se lo proponía, Hao ahora se sentía devastado de haberle dicho algo así.

— Te daré una sorpresa en casa.

— ¿En serio? — Hanbin levantó su cabeza emocionado.

— ¿Recuerdas los regalos que nuestros padres nos trajeron?

Hanbin asintió recordando esas lencerías que sus padres habían regalado hace un año y medio en su luna de miel en Hawaii.

Jamás pensó que llegaría el momento de usarlo.

— Pero está vez no los vayas a romper. — Hao también le recordó el día en qué el alfa había roto su lencería, el primer día en qué tuvieron sexo, el día en qué Zhang entro en celo.

— No lo haré.

— ¿Lo prometes? — Hanbin asintió.

Pero más no cumplió la promesa, pues esa noche y las siguientes rompió muchas de ellas.