Capítulo 5: Celebración

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Desde que le conté a Brina sobre lo que sucedió con Oliver la madrugada de unos días anteriores, se comenzó a comportar distante y fría con el chico.

Un ejemplo es que siempre que se aparecía cuando estábamos juntos, Brina me arrastraba fuera y lejos de él, como si temiera que me dañara. Pero yo no me rendiré en reprocharle a Brina que Oliver resultó ser un joven bastante bueno y que me agradaba pasar el rato con él cada que se me daba la oportunidad, pero ella solo me lanzaba una mirada resentida. Incluso me convenció de que continuara con mis investigaciones sobre la Alianza con tal de que dejara de estar con él.

—¿Aún nada de Destiny Lennon? —me preguntó Savannah, pues le había contado del suceso junto con Zeth -que ahora se la pasaba más en la biblioteca-, Brina y Oliver.

Estábamos en un jardín, sentadas en el pasto frente a unos arbustos florales que nos impedían un poco ver el mar, sin embargo, la brisa salada y fresca le llegaba a cualquiera. El sol irradiaba con fuerza, se reflejaba en ciertos puntos del pueblo, reflejándose en el cuarzo del exterior del castillo...

—¿Faith? Oh, no... —me exalte al ver que Savannah me hablaba, sinceramente no había escuchado lo que dijo— ¡Estás enamorada!

De seguro Brina le había contado a Savannah lo que pasaba respecto a Oliver. Era muy pesado que sacaran sus propias conclusiones cuando saben exactamente que sería imposible que me enamorara.

—No lo estoy. Y respecto a Destiny, hemos hablado, sí, pero aún no ha respondido mi pregunta.

—Ojalá la responda pronto, porque seguro que Zeth se quedará sin cerebro por tanto tiempo que pasa leyendo. Deberías irte, de seguro Brina te busca como maniaca pensando que estás charlando con Oliver...

—Graciosa —me reí sarcásticamente.

Últimamente mis padres y los Reyes de Wisgent, Ambrice y Truyalty se la pasaban desaparecidos, incluso en ciertas ocasiones a las horas de comer. Cuando le preguntaba a Grau sobre eso, siempre me ponía la excusa de que tenían asuntos importantes que resolver de sus reinos. Además, los días anteriores no había podido dormir, no por el hecho de que tendré que escoger un esposo en unos cuantos días más, sino porque no paraba de ver repentinas señales y escuchar susurros inentendibles.

No eran señales comunes, seguramente me volvía loca con tanto cansancio. Sin duda, algunas no eran imaginación mía, pues también las veía en sueños y mi madre solía decirme que alguien le había dicho que los sueños son realidades que parte de nuestra alma anhela, pero no necesariamente realidades en el ahora, sino realidades en el más allá.

El día de mi cumpleaños no paraba de ver luz en donde no existía, además que en cualquier cosa, desde una servilleta hasta el suelo, diferenciaba un símbolo... como una espada de fuego rodeada en un tipo de corona...

—¿En qué tanto piensas? —me preguntó Brina detrás de mí, mientras probaba peinados que podrían quedar conmigo— ¿Faith?

—En todo lo que sucede. No puedo dejar de sentir que algo falta, a pesar de sentir que ya tengo todo... No creo que lo comprendas, no se me dan bien las palabras, menos para explicarte algo tan complicado como un sentimiento misterioso.

—Bueno, mañana no tendrás tanto en que pensar, solo en verte bonita, bailar con elegancia y conocer a todos los príncipes.

—Sí, no puedo esperar...


A la mañana siguiente, no dormí en absoluto, pero el sol traspasando las cortinas me hizo saber de alguna manera que sin duda era el día. Al levantarme, observé un vestido puesto en un soporte frente a mi cama con una nota diciendo que cuando terminara de vestirme, avisara a las mucamas que están esperando afuera para maquillarme y peinarme.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora