Capítulo 28: Catarsis

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‹‹No te odio, siento lástima por ti››

Después de que le hube informado a la Alianza sobre los Libros del Destino y cual era verdadero, además de Deifontes, todos empezaron a discutir sobre que todo lo que habían hecho había sido en vano, todas las muertes y sacrificios. Parecieron ignorar la existencia del Dios prisionero, pues inmediatamente comenzaron a discutir para que alguien leyera el libro verdadero, pero por obvias razones, esa era una mala idea.

Haektpa estaba recargada en su trono, sujetando el bastón con fuerza y rascándose el entrecejo estresada. Los príncipes charlaban entre sí y parecían los únicos de buen humor. Yo estaba recargada en el umbral de los portones que destruí, pensando en Oliver y en qué hacer con la espada que me proporcionó Eros.

—Yo puedo leerlo —comentó Flint Lennon—, solo me quedaré ciego, ¿no es cierto?

—¡Estás demente! No lo harás, te lo prohíbo —sentenció su esposa, alarmada.

—Si lo leemos —les advirtió Soizic Eckhart de forma severa—, tal vez lo que veamos ya no pasará de la misma manera.

Era una discusión sin fin. Haektpa a última hora pensó en intervenir, les comentó a todos que no podíamos hacer nada respecto a los libros, pero por ahora debíamos prepararnos para un posible enfrentamiento con Eros, por lo que después ordenó que reunieran a todos los guerreros posibles.
Todos los reyes y príncipes se marcharon excepto los Hamilton, pues dijeron que ellos ya tenían a sus tropas afuera ayudando a los heridos. Solo vi a uno de los dos príncipes, a Jack, el asesino. Lo fulminé con la mirada, sintiendo tremendo odio hacia él, y después me dirigí hacia Haektpa.

—Sé que la Alianza puede ser un poco estresante —me dijo sonriéndome ligeramente.

—Lo son... ¿Dónde están mis amigos?

—Deben de estar con los refugiados, seguros con su familia...

—Pero... —no pude evitar ocultar mi voz temblorosa— Oliver... él estaba conmigo cuando...

—Él está vivo...

—¡¿Cómo?! —solté, harta de mentiras y secretos— ¡¿Dónde está?! ¡Tengo que estar con él!

—¿Qué fue lo que te dijo Eros? —cambio de tema, como si no le importara en absoluto lo que yo pensaba y sentía.

—Nada que no sepas ya —le contesté fríamente, fulminándola con coraje—. Antes de que fuera con él me dijiste que me darías todo mi poder, creo que ahora mismo sería un buen momento para hacerlo.

—Yo creo que ahora mismo no es un buen momento... —me dijo con una aparente muestra de desconfianza.

—¿Por qué? —exclamé, con ganas de gritarle— Es MI poder, yo debería decidir si tenerlo o no.

Mi cabeza me empezó a doler de una manera horrible y el bastón nuevamente comenzó a temblar de la forma en que lo había hecho hace unos días aquí mismo. Cerré los ojos con fuerza, temiendo a que me pasara algo malo, pero cuando los abrí mi vista estaba borrosa y me sentía distante a todo.
Escuchaba a Haektpa decirme que me tranquilizara o el bastón explotaría, pero no podía pensar claramente, solo con el hecho de escuchar su voz me picaba la piel de rabia, me ardía todo por dentro. Solo quería acabar con todo de una vez.

Me alejé de ella retrocediendo, mareada, y miré lo que sostenían mis manos. Observando con detenimiento la espada y sus gemas rojas, y de repente, sintiéndome hipnotizada, me serene y miré fijamente a Haektpa a los ojos. Eros me había dicho que necesitaría la espada en unos días, ahora entiendo para que. Sentí como le dio un escalofrío y eso me hizo sentir bien.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora