Capítulo 20: Errores

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He de admitir que las palabras del Rey Lancelot me tranquilizaron, sin embargo, mi mente aún no procesaba del todo lo que había sucedido. Me ardía el alma y me ahogaba en preguntas. Seguía rodeando las lápidas con mis brazos, pero poco a poco, débilmente, bajé los brazos hasta el césped.

Me canse de no sentir su presencia. Ellas ya no estaban ahí para mí, ellas ya no eran mi familia, no me extrañaban ni amaban ni mucho menos me pensaban como yo en ellas. Con un último vistazo vi sus nombres tallados y me pregunté cómo nunca me di cuenta de mi diferencia con ellas.

El Rey Lancelot seguía acariciando la tumba de mi... de Elvira... mientras los dos observábamos como el sol se escondía entre las nubes oscuras, temeroso, trayendo tragedias. El viento espantó mis lágrimas, y finalmente, con la última fuerza que me quedaba, me levanté, viendo de reojo como el Rey de Ambrice apartaba la mirada para limpiarse una lágrima.
Entonces, comprendí que él amaba a Elvira, probablemente más de lo que Allard llegó a amarla. Se siente tan raro pensar en ellos ahora que sé todo...

—¿Por qué no se quedó con Elvira? —le pregunté, con las cejas arqueadas.

—Su corazón pertenecía a alguien más, y el mío pronto lo hizo también.

—Hubiera preferido que se quedara contigo a con Allard...

—No sabe lo que dice, Faith. Primero conozca la historia, luego, atrévase a criticarla.

Ni siquiera volteó a verme cuando se marchó lentamente hacia el palacio, con la cabeza baja. Había tanta razón en sus palabras. Ahora sé que también yo he actuado de manera muy inmadura, enojándome con todos, pero ni siquiera sé el contexto que me llevo a ese enojo.

Dando un profundo suspiro, preparándome para volver dentro, me sorprendí al ver a Haektpa posicionándose a mi lado, observando las olas pasivas chocando contra el gran barco de Truyalty. No me atreví a volver a verla, pero ella se volvió hacia mí, buscando mi mirada, sonriéndome con compasión, probablemente leyendo mis pensamientos.

Trataba de no pensarlo, pero me daba miedo verla, me ocasionaba pánico su presencia. Mi corazón no se tranquilizaba sabiendo que estaba justo a mi lado. No sabía qué hacer, hacia donde voltear o que pensar; me quería ir de ahí. Sé que necesitaba hablar con ella, pero estoy segura que no hay nada de mí que no deba de saber ya.

—Eres una mujercita muy hermosa, Faith. Sabía que serías linda al crecer, pero no tanto como lo observó ahora.

Con dificultad la miré con lágrimas exhaustas en mis ojos. No podía creer que Electra, quiero decir, Haektpa, fuera mi madre todo este tiempo. Era, simplemente, increíble. Aún me sentía triste, deprimida, como si estuviera sumida en un sueño irreal.

—Si recuerdas, hace media hora dije que no contestaría tus preguntas, pero ahora lo haré. Sé que todo esto debe ser demasiado abrumador y doloroso, pero todos estamos y estaremos para ti, para ayudarte y cuidarte. Eres más importante de lo que crees, Faith.

—¿Por qué me dejaste en Porage...? ¿no querías cuidarme?

—No, para nada. No era porque no quisiera cuidarte, era por temor a cuidarte mal... Nunca fui una persona maternal, al menos no como lo era Elvira; si hubieras visto la forma en la que te cuidaba y veía, con tanto amor... Sabía que conmigo no tendrías futuro, no ibas a ser feliz ni mucho menos tú misma, y al dar todo por ti, para que pudieras vivir feliz, estando conmigo te estaría privando de eso, es por eso que con todo el dolor de mi corazón te deje al cuidado de Elvira y Allard, porque sabía que con ellos podrías tener la vida que siempre planee que tuvieras. No te abandone, Faith, te deje para que vivieras en paz tus primeros años, porque aunque no quería pensarlo, estaba al tanto que en cualquier momento las consecuencias de mis actos llegarían a ti.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora