Capítulo 8: El Líder

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No podría decir cuánto tiempo llevábamos caminando por el bosque, pues solo recuerdo haber visto al sol meterse una vez, debido a que conforme avanzamos los árboles cubrían totalmente el cielo y todo nuestro alrededor.

La luz en aquel espléndido lugar era demasiado escasa para ver por donde andábamos. Sin embargo, he de admitir que al nunca haber pisado el bosque, lo encontraba todo suntuosamente mágico, desde una pequeña mariposa común y corriente hasta los gigantescos árboles poblados de hojas, lianas y florecitas. Además, atisbaba que por ahí se veía una que otra luciérnaga o flor que nos ayudaba a combatir la oscuridad por la luz que irradiaban.

Pasamos por ciertos puentes de madera o simplemente troncos exageradamente gruesos para continuar con nuestro camino. Por entre los árboles veía cosas que no estaba totalmente segura de que estuvieran realmente, como un tótem gigante, o una estatua de algún Dios, tal vez, sepultada bajo colinas y árboles, piedras que se movían y animales con aspectos exóticos y aterradores observándonos desde las ramas de los árboles; también creí haber visto un árbol flotando sobre un estanque, pero Oliver estaba demasiado concentrado en el camino que parecía ignorar todo lo que llamaba mi atención.

De seguro nos habíamos alejado demasiado de los márgenes del bosque, estaba segurísima que estábamos en terrenos donde nadie más había estado. Lamentablemente, Oliver y yo no pudimos recuperar nuestras pertenencias, menos su espada, pues al salir de la zona donde Los Perdidos se encontraban, la vimos encajada en la cima de un árbol sujetando un tipo de bandera.

En todo el camino, Oliver no paraba de quejarse de Mirina, y sin previo aviso, se detuvo ante una pendiente que por alguna razón nos dio mala espina.

—¿Deberíamos rodearla? —le pregunté, observando alrededor con los labios apretados.

—Tu padre..., el Rey —se corrigió, al parecer sin escuchar mi pregunta—, ¿nunca te contó la historia de la formación de la Nueva Alianza?

—No... ¿Por qué?

—¿La princesa de Wisgent no te explico que era exactamente la Alianza?

—No, pero...

—Es que recuerdo haber escuchado algo... —se rasco el entrecejo, como si tratara de recordar—, tal vez algo que Zeth leyó. Pero trataba sobre como la luz guiaba a uno en la oscuridad cuando lo necesitaba...

—Mirina dijo que se le ofrece ayuda a quien se la merece, no a quien la pide o necesita.

—¿Cómo no mereceríamos que la luz nos guiara a través del bosque? —me preguntó, pero no estaba segura si debía responder. Tal vez por alguna razón alguno de nosotros dos no merecía la ayuda.

—La merecemos. Somos buenos —le dije convenciéndome a mí misma—. Hay que seguir caminando.

Caminamos probablemente por otra hora, pasamos al lado de un río y decidimos seguirlo, porque Oliver dijo que cerca del agua debe haber vida o poblaciones. Ese río nos llevó a un lago, en el cual creí haber visto seres blancos y relucientes con complexión de mujer, excepto por la gran cola de la parte inferior de su cuerpo, que se lanzaron al agua sin dar tiempo al tiempo en cuanto me vieron, como si se hubieran asustado solo con percibir mi presencia; al parecer, Oliver no los vio.
Más adelante, al final del río, había una cascada que caía desde lo alto de una pendiente que no alcanzaba a divisarse por los árboles.

—Espera —me detuvo desde atrás, perplejo—, ¿ves aquella luz que proviene de aquel hueco? Eso parece un balcón... y creo que...

Me extrañe al dejar de escucharlo hablar, por lo que me volteé y lo vi sobre los brazos de un hombre... de un elfo. Levantó hacia mi una flor fosforescente, que emanó un vapor casi invisible, y me desvanecí sobre la hierba, casi en el agua.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora