Capítulo 15: Picos Blancos

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Descendí las escaleras velozmente con mi espada empuñada. Zeth iba detrás de mí, cargando con su arco y llevándole a Savannah la catana que se robó de Mastechnos. Oliver ni siquiera fue por su espada, pues cuando lo vi estaba charlando tranquilamente con mi padre mientras Lancelot Horvath ordenaba a los guardias salir. Por la puerta de entrada vi como todos se colocaban en posición de combate en medio del puente de piedra, con la vista fija en la densa niebla sombría y helada que rodeaba el reino.

La Reina Lucrezia y su hijo habían hecho una maleta cada uno, pues los iban a mandar a Wisgent, pero cuando menos lo esperamos todo empezó a temblar nuevamente, solo que ahora con más intensidad. Brina lloraba y mi madre trataba de no hacerlo. Mi padre me indicaba unas instrucciones, pero no lograba entenderlo, pues escuchaba un sonido muy estremecedor y de reojo alcanzaba a ver el libro sobre la mesa redonda en la sala que estaba anteriormente, que me llamaba como lo hacía hace años.

Lo que me devolvió a la realidad fueron los alaridos de hombres y parte del techo cayendo a las escaleras. Entonces volteé a ver mi padre con terror, quien intercambiaba miradas con mi madre y Lancelot.

-Hija, necesito que nos hagas un increíble favor. Tienes que ir por el Anillo del Núcleo de Ambrice, ten esto -me tendió una caja anticuada y la tome con una mano temblorosa-, es una Inx, tienes que colocar el anillo aquí.

-El anillo está en la montaña más alta de Picos Blancos -Lancelot Horvath me explicó rápidamente-, detrás del castillo encontrarás un camino rocoso, síguelo y te guiará hasta una cueva, dentro está el anillo. No hagan ruidos fuertes, porque hay una bestia que duerme y mientras no la molesten no les hará daño.

-¿Nos hará?

-Tus amigos y tu hermana irán contigo.

-No pueden ir conmigo, menos Brina, apenas puede estar de pie por tanto tiempo, se enfermará más.

-No les sucederá nada malo, confía en mí, hija. Cuando tengan el anillo, al fondo de la cueva hay un pasadizo que los llevará fuera de la zona de Sivasos, vayan a Truyalty porque Eleadíe no será una zona segura con él aquí.

-¿Quién es él? -pregunté aterrada.

-¡Vayan! ¡Ahora!

-Nos veremos al final del camino -nos dijo nuestra madre a mi hermana y a mí.

Casi en contra de mi voluntad, Oliver me tomó de la mano y me jalo hasta la parte de atrás del castillo. Zeth iba a la delantera y Savannah ayudaba a Brina a apoyarse por atrás. Salimos por una puerta de madera que casi se camuflaba con la pared y nos adentramos al aire invernal, y como Lancelot dijo, literalmente lo único que había era un camino de piedra, donde debajo asechaba un precipicio sin fin.

Se escuchaban los gritos de guerra a lo lejos y se veía el castillo vibrar, temiendo por su fin, como el reino de Honwarf. Sin embargo, lo que me hizo avanzar más rápido fue el óvalo en el cielo, que apenas alcance a distinguir entre la niebla y la nieve cuando volteé hacia atrás, acercándose cada vez más al castillo al cual doblaba en tamaño. Les grite a mis amigos y asustados igual que yo, se echaron a correr. Antes de que se lo pidiera, como si me leyera la mente, Oliver subió a Brina a su espalda y se la llevó cargando lo más rápido que pudo.

Me aseguré que todos estuvieran frente a mí, pues me daba temor que alguno se cayera por el estrecho y curveado camino inclinado. Conforme nos acercábamos más a la cima de la montaña más alta de Picos Blancos, pudimos observar como el óvalo negro lanzaba rayos de lo que parecía fuego o lava en dirección al reino de Ambrice, derritiendo toda la escarcha que lo cubría.
¿Será eso lo que ataco mi hogar también? Solo esperaba que mis padres y los Horvath hubieran podido escapar.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora