Capítulo 13: Incógnitas

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No podía creer que estuviéramos fuera de Mastechnos intactos, con todo lo que buscábamos. Al parecer Wade tenía razón en que fuera por lo que anhelaba y sobre que mi instinto no iba a fallar. Sin embargo, lo que no logró entender es el contexto de todo esto, ¿por qué nosotros estamos en esto? ¿Qué tiene que ver lo que yo quiero descubrir con ese enemigo misterioso? ¿Cómo sabré cuando esté lista para ir al Palacio Imperial? ¿Wade me habrá obsequiado a Belle y por qué? ¿Qué es lo que traman los Reinos de la Alianza? ¿Dónde estarán mis padres? ¿Por qué Deifontes no quiere saber de la Alianza ni de los Siete?

Después de caminar por unas dos horas, terminamos exhaustos y decidimos acampar en una cueva que encontramos entre las montañas de Sivasos, casi llegando a Picos Blancos, como informó Zeth con el mapa.

El fresco de la noche nos había alcanzado, por lo que Savannah y Oliver encendieron una fogata, Brina removía la tierra y hojas del suelo con sus zapatos y Zeth revisaba las bolsas para revisar que no nos faltara algo.
Mientras yo, consciente de ser inútil, estaba tirada en el suelo, tratando de distraerme con las estrellas y dejar de pensar en las cosas extrañas que me pasaban, pero justo comencé a ver formas extrañas así que opté en levantarme e ir a revisar las bolsas con Zeth; Brina se nos unió.

—¿De dónde sacaron el mapa? —les pregunté.

—Oh, todo fue gracias a Zeth y sus privilegios de aprendiz —dijo Brina orgullosa—, además que mencionó a su abuelo y a su madre Evangeline, al parecer eran bastante conocidos por algunos guardias.

—Los guardias solían ir a comprar a la tienda de antigüedades de mi abuelo —mencionó él, indiferente—. Para contestar su pregunta: cuando usted y Savannah se marcharon, lo primero que se me vino a la mente fue mentir sobre que era aprendiz de algún cartógrafo, pero solamente fui sincero y por suerte funciono. Su hermana y yo nos adentramos en una pequeña biblioteca, a la cual nos guiaron, y tomamos casi todos los mapas que vimos por ahí una vez estuvimos solos, y...

—Y después, perdón por interrumpirte, pero esto lo quiero decir yo —se excusó Brina, avergonzada—. Yo entre a una sala por accidente, una sala que me imagine que tendría que tener candado, pero estaba abierta. Pensé que era alguna salida o pasadizo secreto, pero vi algo dentro que me aterro. No sabría describirlo para que te lo imagines, pero era como una caja con cajitas alrededor flotando, y se veía una energía que al parecer provocaba que las cajas flotaran. Zeth se acercó cuando lo llame, presionamos un botón rojo que estaba sobre un pilar de piedra y la caja más grande bajo lentamente y la energía se dejó de ver. La caja se abrió desde una esquina y dentro estaba un anillo...

—Un Anillo del Núcleo, creemos —concluyó Zeth.

—¿Qué? ¿Deifontes tiene un Anillo del Núcleo?

—¿De qué hablan? —se nos unieron Oliver y Savannah, sentándose a mi lado.

—Dicen que cuando estaban buscando los mapas encontraron un Anillo del Núcleo —les informé.

—Mmmm... ¿seguros que no era un simple anillo raro?

—Créame Savannah, he leído y estudiado sobre ese tema casi toda mi vida y estoy seguro que lo que Brina y yo observamos era un Anillo del Núcleo.

—¿Y si regresamos...?

—¡Claro que no Fifi! ¡No regresaré allá ni muerta!

Mi hermana tenía razón, era obvio que no podíamos regresar. Decidimos dejar el tema ahí, aunque era claro que nadie había dejado de pensarlo. Todos nos sentamos alrededor de la fogata y les conté sobre los poderes curativos de Belle, a lo cual Savannah fue la primera en probarlos con sus rasguños provocados en su lucha en la arena y Brina lo creyó hasta que vio desaparecer las heridas de Savannah.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora