Capítulo 18: Truyalty

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Me levanté de un brinco al pensar en mis amigos y corrí velozmente hacia la playa, mientras lloraba desesperada baje por unos escalones de concreto, al lado de unos escombros de lo que parecía una cueva y corrí hasta la orilla del mar, aunque me detuve y retrocedí cuando el barco con los leones de oro en el mascarón atraco cerca de la orilla. Estaba impaciente por ver a Oliver, Zeth y Savannah, necesitaba saber que estaban bien.

Mis ojos los buscaban desesperadamente, me sentía muy ansiosa. Deseaba con todo mi corazón ver sus rostros entre la poca multitud que bajo del barco. Vi todas las cabezas pelirrojas de la familia real Hamilton y mi corazón se aceleró cuando distinguí una de más. Corrí hacia ella, ignorando a todos, y cuando la tuve de frente un impulso me hizo abrazarla con todas mis fuerzas, al igual que ella, y las dos comenzamos a llorar.
Vi a Zeth sonriéndonos y lo arrastré para que se uniera a nuestro abrazo; Oliver solo me sonrió desde el costado, acariciándome el cabello de la forma más pura en la que alguien podría hacerlo.

No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos abrazándonos y saludándonos a la orilla del mar, bajo las diminutas luces de las linternas flotantes como consuelo, pero cuando Zeth se separó rápidamente de nosotras, me di cuenta que Electra se dirigía hacia donde estábamos. Difícilmente Savannah y yo nos separamos, limpiándonos las lágrimas. Electra nos repasó a todos con la mirada con una ligera sonrisa y nos dijo:

—Bienvenidos al palacio, vayamos dentro, está anocheciendo.

Sin decir algo, los cuatro seguimos a Electra, al parecer los Reyes ya habían entrado. Observaba que la Diosa me veía de vez en cuando de reojo,ñ y eso me intimido bastante, por lo que tome a Savannah de la mano, como Brina solía hacer conmigo cuando tenía miedo, y caminamos hacia lo que parecía ser la sala del trono. Las puertas eran gigantescas y probablemente lo único oscuro en el palacio, además que tenían miles de jeroglíficos inentendibles, y dentro, desde las paredes hasta el suelo, eran dorados y brillantes, dejando de lado los espléndidos ventanales de colores; lo único blanco que predominaba en la sala era el trono -demasiado simple y bonito a lo que imaginaba- y una mesa larga con unas trece sillas.

Los Reyes de Wisgent, Ambrice, Truyalty y Elvauty se encontraban hablando en susurros, como si no quisieran que nadie los escuchara, pero en cuanto se percataron de la presencia de Electra todos callaron, sin embargo, ella solo se dirigió a los Hamilton.

—Los guardias llevaron su equipaje a sus habitaciones asignadas, y sus hijos ya se encuentran allá.

—Se lo agradecemos demasiado Hae... Electra —le dijo Harmony con una voz tranquila, pero con los ojos muy abiertos—. Me enteré sobre Brina y la Reina Elvira —ahora se dirigía a mí— y lamentamos mucho su pérdida, ellas no merecían morir...

—De acuerdo —la interrumpió Electra y le agradecí internamente, pues lo último que deseaba es que me recordaran que ya no están conmigo—, traigan a Allard, Wade ya sabes que hacer, necesitamos un plan respecto a los Anillos...

—¿Deberíamos irnos? —susurro Zeth con pena, pero lo suficientemente alto para que todos escucharan.

—Por favor —se giró Electra, sujetando con fuerza su bastón—, retírense.

Sin hacer más, salimos lentamente y cerraron los portones a nuestras espaldas. Nos miramos unos segundos en silencio y finalmente hable con ellos. Les pregunté cómo estaban, a lo que mis amigos sonrieron nerviosamente e intercambiaron miradas y con eso me dijeron que me había perdido de mucho.

—Deberíamos ir a sentarnos para contarte lo sucedido —me dijo Savannah.

Mientras me seguían a la habitación en la que había despertado y en la que probablemente Belle estaba, me tranquilizaba un poco que no mencionaran nada sobre mi madre o Brina, supongo que no había nada más que decir que los demás no hubieran dicho ya.

Faith [Parte 2: El Libro del Destino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora