Capítulo 56

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Claude Denhardt. Era un hombre aparentemente bendecido por los propios dioses.

Nacido en una familia adinerada conocida por producir funcionarios de alto rango en Artheon, Claude tenía un talento excepcional y aprendía diez veces más que otros. Su apariencia celestial no necesitaba explicación.

La gente naturalmente gravitaba hacia él, envidiosa pero admirada.

Nadie dudaba de que el futuro de Claude sería todo menos brillante; ni siquiera el propio Claude.

Eso fue hasta que se manifestó como un Esper de clase S.

Al principio todos consideraron su manifestación una bendición, pero resultó ser una maldición.

Independientemente de su aspecto o de su familia, como era un alumno de la clase S, debería haber recibido abundante orientación, pero Claude sufría de una terrible alergia a los guías, algo sin precedentes en ningún otro.

Guiar debería haber sido la salvación para un Esper, pero no para él.

El contacto físico con cualquier Guía le causaba un dolor insoportable, como si le pincharan decenas de pequeñas agujas.

Él rechazó ser guía, pero el futuro para un Esper de clase S que lo rechazaba era sombrío: soportar un dolor insoportable hasta una eventual muerte frenética.

Su padre incluso trajo Guías para intentar guiarlo a la fuerza.

Fue un intento desesperado por salvar a su hijo, pero terminó en fracaso, dejando a Claude con un trauma severo que le hacía detestar cualquier contacto personal.

Estuvo a punto de entrar en cólera dos veces, una antes y otra después de convertirse en adulto.

La primera vez estuvo en coma durante un mes. La segunda vez perdió todos los sentidos, incluida la vista, durante meses.

Ambos incidentes fueron graves, pero Claude previó que la tercera crisis inminente sería más que seria.

Tal vez se volvería loco o incluso moriría esta vez. Había dejado de intentar superar su alergia a los guías, agobiado por una severa misofobia y un trauma.

En un amanecer, Claude se dio cuenta de que podría ser su último día.

Aunque soplaba una brisa fresca, se sentía como si lo estuvieran friendo vivo, abrumado por el calor y la agonía.

Había perdido la vista hacía mucho tiempo, el mundo a su alrededor estaba sumido en la oscuridad. Sus sentidos estaban descontrolados.

No deseaba nada, esperando que esta vez pudiera perder la vida y terminar con el dolor insoportable.

Claude había renunciado a todo.

Pero entonces, inesperadamente.

Una nueva sensación se deslizó a través del dolor abrasador.

Como una brisa, como un arroyo.

Fresco y puro.

Una sensación abrumadoramente clara y refrescante.

Desesperado por vivir, en contraste con sus deseos de muerte, Claude se aferró a ella. La reconoció al instante: para él solo podía ser una cosa.

Energía de guía.

Un poquito más. Más contacto.

Por primera vez, buscó desesperadamente el toque de otra persona.

Claude agarró con fuerza a su Guía, sujetándolo fuerte.

"Despacio."

“…”

“Con suavidad, hazlo suavemente.”

La cabeza le zumbaba y apenas se oían voces, pero eran suaves, amables y cariñosas.

El toque reconfortante fue débil, pero tenía un extraño poder para controlar su ser desenfrenado.

Y el beso que siguió…

A pesar de que sus sentidos estaban descontrolados, Claude experimentó un éxtasis como nunca antes. Nunca en su vida, antes o después de la manifestación, había sentido tanto placer.

Necesito tener esto

Apretó más fuerte el agarre alrededor de la persona que tenía en sus brazos.

Pero quizás demasiado embriagado por este nuevo placer, la persona que estaba abrazada se escapó. Intentó aferrarse, ver, pero no lo logró.

El dolor insoportable que estaba a punto de estallar se desvaneció, dejando atrás un vacío de anhelo.

Y la guía que había ingerido al borde del alboroto lo envolvió como el calor al final de un duro viaje.

***

Al día siguiente, Claude se despertó en la sala Esper del Centro, donde se encontraban confinados aquellos Espers a punto de descontrolarse.

Ignorando a los médicos que protestaban, se quitó de encima el engorroso equipo de examen y se dirigió hacia la División de Guías.

No necesitaba ninguna prueba, conocía su cuerpo mejor que nadie.

Nunca antes, ni antes ni después de su manifestación, se había sentido tan ligero y lleno de energía. Las fuertes migrañas que lo habían acosado desde su manifestación, junto con todos los demás dolores, habían desaparecido como si hubieran sido arrastrados por el agua.

Por primera vez, todo se sintió claro, nítido y vívido.

Como para demostrar que la guía de ayer no fue una ilusión de un Claude desenfrenado.

Sólo faltaba encontrar su Guía.

Pero no pudo encontrarlo en ninguna parte.

¿Convertirse en el guía del villano misogino? ¡Absolutamente no!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora